Por: Daniel Meza Palma
Después de 2 meses de declararse la emergencia para contener la pandemia del COVID-19, sus efectos en la irrupción de las actividades de los habitantes de Honduras, se anticipan devastadores en términos del número de vidas perdidas; la cantidad de contagiados; la presión inesperada sobre el frágil sistema de salud; los recursos financieros públicos utilizados; el impacto económico en las empresas y los trabajadores; y la incertidumbre de los actores económicos sobre la duración de las medidas de contención y la velocidad con que se retornará a la ‘normalidad’.
TABLA UNICA. HONDURAS, PRODUCTO INTERNO BRUTO ENFOQUE DEL INGRESO Montos en miles de millones de lempiras, años 2015 y 2019
Fuente: Banco Central de Honduras, elaboración propia
La actividad económica disminuida a causa de la pandemia ha repercutido en la baja de los ingresos del gobierno, los empresarios y la población en general. Mientras tanto, los esfuerzos realizados hasta ahora para contener el COVID-19, no se manifiestan recíprocos según las cifras disponibles sobre sus efectos, pues, al contrario, reflejan incrementos preocupantes en los principales datos epidemiológicos de número de contagiados, hospitalizados y fallecidos.
Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la referencia para considerar un apropiado número de pruebas para medir el nivel de contagio puesto que existen pacientes sintomáticos y asintomáticos es cuando el número de casos positivos es menor o igual al 10% de las pruebas realizadas. Y Honduras se encuentra actualmente alejada de ese parámetro.
Desde luego, que las regiones del país y las actividades económicas en su ámbito geográfico manifiestan condiciones diversas en términos de la situación epidemiológica existente, así como la exposición a la que se enfrentarán sus actores económicos, una vez se vaya abriendo paulatinamente la acción de los negocios y luego, la de otras instituciones que absorben millones de participantes como las entidades educativas.
Al no contar con un panorama claro de la situación epidemiológica general con respecto al coronavirus, y la posibilidad de lanzarse a ciegas a una aventura, la disyuntiva constituye elegir entre la premura por retornar a la generación de ingresos de los actores económicos y el temor que, no estén dadas las condiciones para dar el paso de manera segura, sin exponer el tiempo utilizado en confinamiento; las inversiones efectuadas en bioseguridad; y garantizarse la certeza de no contagiarse.
Quienes asumen las decisiones en el país, deberán tomar las acciones que simultáneamente conlleven el menor daño humano y económico. En el ámbito personal, cada individuo escogerá su mejor opción teniendo en cuenta sus propias consideraciones en su condición de Homo economicus u Homo naturalis.