El tiempo no ajusta. Cada vez dura menos. Mil cosas que deseamos hacer se quedan en intenciones y proyectos, que guardamos en el cajón de “pendiente”, para cuando haya tiempo. Los pendientes se olvidan debajo de más pendientes, mientras se nos pasa la vida. Demasiados propósitos quedan arrinconados con los años, recordarlos deprime, incluso molesta; implica alumbrar fracasos y buscar excusas que lo justifiquen. Siendo benévolos, no supimos priorizar entre lo urgente y lo importante. ¿Cuál es el proyecto que tenemos para nuestra vida? Perogrullo diría: “vivirla lo más feliz posible”. Pero, ¿qué entendemos por felicidad? ¿Dónde se encuentra?
Somos seres duales, formados de materia y espíritu, dotados de conciencia que nos permite conocer nuestra propia existencia y temporalidad. Creados con fecha de caducidad que desconocemos, imposible de modificar. Siendo la muerte nuestro destino, el concepto felicidad adquiere preeminencia. “Donde esté tu tesoro, allí está tu corazón”, nos recuerda Jesús en Mateo 6:19. ¿Cuál tesoro da la felicidad, por el que merece invertir tiempo de la vida? Hay quienes lo buscan en la parte material de esa dualidad. Tener, en contraposición a ser. El poder y la riqueza, el éxito y el reconocimiento… ¿Y la salud? Deslumbrados por el oro del becerro, no aceptamos que la felicidad material es efímera. Que pasado un tiempo, acostumbrados al nuevo estatus, regresa la insatisfacción existencial. Somos como el drogodependiente que necesita aumentar la dosis.
Otros buscan la felicidad en la parte espiritual de esa dualidad. Recordemos la parábola del tesoro escondido en el campo, Mateo 13:44, quien lo encuentra vende todo lo que tiene para comprar el terreno. Ser, en contraposición a tener. Las seductoras luces de colores que alumbran lo material frente a la sencilla y limpia luz de una vela que alumbra la cruz, y que toda la oscuridad del mundo no es capaz de apagar, en palabras de San Francisco de Asís, porque no es material sino espiritual, la luz de la gracia.
Tiempo de campaña, para que los candidatos trileros lo inviertan ofreciendo idénticas quimeras. Un jefe de campaña lanzó al electorado la siguiente propuesta: “Ya que todos estamos prometiendo lo mismo, porque todos decimos que vamos a cambiar el pais, verifiquen el currículo y la historia de cada quien”. ¿Por el currículo elegiremos al Presidente? ¡Guau! Desglosemos. Lo que no dicen los candidatos es cómo piensan hacer lo que dicen que harán, por falta de ideas, y porque decirlo significa perder votos; mejor tener engañado al elector. Además, no todos los candidatos piensan igual sobre un asunto, por ejemplo, las FFAA. Algunos rezuman resentimiento porque no dieron el golpe de Estado que demandaban. Muestran ignorancia supina sobre la importancia del Ejercito en el desarrollo de las tecnologías y consolidación de las sociedades. “Currículo e historia” del Papa Francisco no le exime de ser un pecador. Solo hay dos personas buenas, que no conocieron el pecado: la Inmaculada Virgen Maria y su Hijo Jesús, nacido por obra del Espíritu Santo. Resulta petulante y grotesco promocionarse como “buena persona” para conseguir votos.
Todos coinciden en la necesidad de fortalecer a la familia. Pero mientras unos candidatos proponen inculcar valores, proteger a los hijos, obligar a los padres a que se responsabilicen de su educación; otros promueven regalar la pastilla anticonceptiva del día después, para que las niñas y adolescentes no se queden preñadas. Cuando escucho decir que la mujer es dueña de su cuerpo, y que tiene derecho a decidir si quiere tener al bebe (o matarlo dentro del vientre), reconozco la suerte que tuvo quien lo dice, porque su madre no exigió su derecho a decidir sobre su cuerpo cuando quedó preñada. No aceptan que el feto-bebe no forma parte del cuerpo de la madre, huésped con derechos, que lo utiliza temporalmente para poder vivir y desarrollarse, separándose del mismo al nacer.
La Iglesia católica, también las evangélicas, están preocupadas porque los candidatos se olvidaron en la campaña de las deficiencias morales que arrastra nuestra sociedad. El desprecio por la vida y la dignidad personal, la explotación del trabajador hasta esclavizarlo, la búsqueda del placer y del dinero ilícito, la pérdida de valores, que como sociedad nos aleja de la luz, la gracia de Dios, para que la oscuridad vaya tomando posesión de Honduras.
“La buena vida está inspirada por el amor y guiada por el conocimiento”. -Bertrand Russell-