Primero vamos a aprender un poco sobre la oxitocina y todo lo que contribuye en nuestras vidas. Es una hormona y neurotransmisor producido en el hipotálamo, una región del cerebro. Esta sustancia química desempeña un papel central en la formación de relaciones sociales, la empatía, el apego y, por supuesto, la confianza. Cuando confiamos en alguien o creamos lazos sociales, la oxitocina es liberada en nuestro cerebro, generando sentimientos de seguridad y conexión. Cuando confiamos en alguien y se libera oxitocina en nuestro cerebro, se producen una serie de efectos neurológicos y emocionales. Algunos de estos efectos incluyen: Reducción del Miedo: La oxitocina reduce la actividad de la amígdala, una región del cerebro asociada con el procesamiento del miedo y el estrés. Como resultado, confiamos en el otro con menos temor y aprensión.
Aumento de la Empatía: La oxitocina también promueve la empatía al permitirnos sintonizar mejor con las emociones de los demás. Esto fortalece las conexiones emocionales en las relaciones profesionales.
Fomento de la Generosidad: Las personas que experimentan un aumento de oxitocina tienden a ser más generosas y dispuestas a cooperar. Esto puede traducirse en relaciones laborales más colaborativas y productivas.
El neurocientífico Paul Zak menciona que debemos abrazar 8 veces al día. Cada vez que recibimos los abrazos se libera esa oxitocina que nos generan bienestar, paz interior, serenidad, felicidad, equilibrio. Nos saca de los momentos malos. Hay que volver a la revolución de los abrazos, volvernos a abrazar, volvernos a mirar los ojos, y volvernos a mirar las sonrisas. Abrazar es esencialmente efectivo para el desarrollo tanto físico como emocional de los bebés y de los niños. De hecho, parte de los beneficios de la lactancia materna tienen que ver con el contacto íntimo y profundo que se establece entre la madre y el menor durante el amamantamiento. Este contacto físico contribuye a mejorar las relaciones de pareja y familiares, combate el insomnio, reduce la tensión y aumenta la autoestima, estimula el desarrollo y supervivencia de las neuronas, pudiendo prevenir y reducir enfermedades. Algunos estudios han demostrado que los abrazos no sólo mejoran la calidad de vida, sino incluso favorecen la longevidad, estimula los sentidos y ayudan a controlar el apetito. Las personas que no reciben abrazos con frecuencia desarrollan un ritmo cardiaco de 10 latidos por minuto en comparación con los que experimentan esta expresión todos los días. Asimismo, la falta de este afecto puede desencadenar hábitos negativos como comer de manera abundante y descontrolada, fumar o consumir alcohol en exceso. Rodear y estrechar con los brazos a una persona proporciona beneficios de forma integral al ser humano, este acto tan sencillo debe convertirse en una práctica habitual para comenzar todos los días.
Por un año 2024 lleno de abrazos sinceros en nuestras vidas.