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El papa pide a católicos un estilo de vida sin violencia y de paz

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Medellín (Colombia).- El papa Francisco pidió hoy a los católicos colombianos que tengan un estilo de vida que se traduzca en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz, en la homilía de la misa multitudinaria que celebró en el aeropuerto Enrique Olaya Herrera en Medellín.

Ante cientos de miles de personas que sufrieron horas de lluvia, Francisco dedicó la homilía de hoy al «discipulado», la manera en la que los fieles católicos deben seguir a Jesús.

«En Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz», les dijo.

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La misa comenzó con una hora de retraso porque, debido a la poca visibilidad, el papa no pudo llegar al área de la misa en helicóptero y tuvo que ser trasladado en un vehículo desde el aeropuerto de Rionegro.

Por ello, agradeció a los cientos de miles de fieles que esperaron bajo la lluvia su paciencia, coraje y perseverancia.

En la explanada del aeropuerto y entre auténticos lodazales debido a la lluvia, los fieles escucharon al papa argentino que les aconsejó tres actitudes de los fieles católicos para que sigan a Jesús.

«Lo primero, ir a lo esencial, que es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida», dijo.

Y agregó: «Jesús enseña que la relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco un cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida».

Indicó a los católicos que no solo basen su experiencia religiosa en «una costumbre, porque contamos con un certificado de bautismo, sino que debe partir de una viva experiencia de Dios y de su amor».

El segundo consejo que dio a los fieles católicos el papa fue el de «renovarse».

«La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia está siempre en renovación. No se renueva a su antojo, sino que lo hace firme y bien fundada en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia», explicó.

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La tercera aptitud sugerida por el papa fue involucrarse, «aunque para algunos eso parezca ensuciarse, mancharse».

«No podemos ser cristianos que alcen continuamente el estandarte de ‘prohibido el paso’, ni considerar que esta parcela es mía, adueñándome de algo que no es absolutamente mío. La Iglesia no es nuestra, es de Dios», aseveró.

«La Iglesia no es una aduana porque debe tener las puertas abiertas», agregó improvisando sobre su discurso escrito.

Al respecto puso el ejemplo de San Pedro Claver, cuyo lema de vida fue «esclavo de los negros para siempre» porque «comprendió, como discípulo de Jesús, que no podía permanecer indiferente ante el sufrimiento de los más desamparados y ultrajados de su época y que tenía que hacer algo para aliviarlo».

También exhortó a la Iglesia en Colombia a «empeñarse con mayor audacia en la formación de discípulos misioneros».

«Discípulos misioneros que saben ver, sin miopías heredadas; que examinan la realidad desde los ojos y el corazón de Jesús», subrayó.

Francisco concluyó con un llamamiento a los fieles católicos: «Suman con todas sus fuerzas el seguimiento de Jesús, conózcanlo, déjense convocar e instruir por Él, anúncienlo con la mayor alegría».

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El papa pide orar por perdón a quienes destruyeron a jóvenes en Medellín

El papa Francisco invitó a pedir perdón a Dios por aquellos que en décadas pasadas «destruyeron las ilusiones» de muchos jóvenes de la ciudad de Medellín con la promesa de una vida fácil producto del narcotráfico.

«Los jóvenes son naturalmente inquietos, inquietud tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae ese recuerdo, me evoca tantas vidas jóvenes truncadas, descartadas, destruidas», afirmó el pontífice en un acto con sacerdotes, religiosas y sus familias.

Francisco hizo referencia al narcotráfico que en los años 80 y 90 costó la vida a miles de personas y convirtió a Medellín en la ciudad más peligrosa del mundo en un paréntesis de su discurso en el que recordó el drama de esta urbe que logró sobreponerse a esa tragedia y convertirse en una de las más innovadoras del planeta.

«Y aquí quiero detenerme un instante: y hacer memoria dolorosa. Es un paréntesis», dijo, para referirse a aquellos jóvenes que se dejaron seducir por los sicarios de la droga y las falsas promesas del crimen organizado.

Enseguida agregó: «Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes. Pedirle al Señor que convierta sus corazones. A pedir que acabe esta derrota de la humanidad joven», manifestó.

A los propios sacerdotes, el papa les alertó que deben escapar de las tentaciones materiales, pues «el diablo entra por el bolsillo».

Además de esa mención, el pontífice salpicó su discurso con otras referencias a Medellín y la cultura paisa, como se conoce a los antioqueños y a los nacidos en departamentos vecinos del centro del país.

«No tengamos miedo, en esa tierra compleja Dios siempre ha hecho el milagro de generar buenos racimos, como las arepas al desayuno. ¡Que no falten vocaciones en ninguna comunidad, en ninguna familia de Medellín!», afirmó.

AL comienzo de su intervención, tras saludar a los obispos, sacerdotes, seminaristas y sus familias, exclamó: «¡Queridos paisas!».

Tras concluir el discurso, el papa emprendió el regreso a Bogotá, donde pernoctará esta noche y viajará este domingo a Cartagena, la última de las cuatro ciudades de su visita a Colombia.

 

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Recuerda el sufrimiento de tantos niños en el mundo

Francisco también visitó en Medellín el Hogar de San José, que acoge a niños huérfanos o con problemas familiares, y desde allí quiso recordar «el sufrimiento injusto de tantos niños y niñas en todo el mundo».

Francisco fue saludado a su llegada por 500 niñas que acoge este hogar fundado por los jesuitas en 1941 y una de ellas, Claudia Yesenia, de 13 años, relató cómo quedó huérfana tras un ataque de la guerrilla cuando tenía 2 años y su tía no se pudo ocupar de ella, pero encontró una casa y un futuro en esta institución.

El testimonio de Claudia hizo que el papa recordara «el sufrimiento injusto de tantos niños y niñas en todo el mundo, que han sido y siguen siendo víctimas inocentes de la maldad de algunos».

A los presentes recordó que también el Niño Jesús «fue víctima del odio y de la persecución y también Él tuvo que huir con su familia, dejar su tierra y su casa, para escapar de la muerte».

«Ver sufrir a los niños hace mal al alma porque los niños son los predilectos de Jesús. No podemos aceptar que se les maltrate, que se les impida el derecho a vivir su niñez con serenidad y alegría, que se les niegue un futuro de esperanza», agregó.

El pontífice les aseguró que «Jesús no abandona a nadie que sufre, mucho menos a ustedes, niños y niñas, que son sus preferidos».

Después felicitó a los responsables de este Hogar por haber creado «el calor de una familia donde nos sentimos amados, protegidos, aceptados, cuidados y acompañados».

 

 

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