Tegucigalpa – “Los periodistas no mueren, los matan”, sentencia RSF en su balance anual, que documenta 67 asesinatos, cientos de encarcelamientos y decenas de desapariciones en todo el mundo.
Uno de los periodistas de esa lista fue Javier Antonio Hércules Salinas, asesinado en el mes de junio en Santa Rosa de Copán, occidente de Honduras, quien estaba bajo el Mecanismo de Protección.
El año 2025 se consolida como uno de los más letales para el ejercicio del periodismo a nivel mundial. Así lo advierte el balance anual presentado por Reporteros sin Fronteras (RSF), que revela que 67 profesionales de los medios fueron asesinados en los últimos doce meses, en su mayoría como consecuencia directa de conflictos armados y del crimen organizado.

En América Latina, México vuelve a figurar entre los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Con nueve asesinatos en 2025, se convierte en el año más mortífero de los últimos tres y reafirma al país como el segundo más peligroso del mundo para los periodistas.
RSF advierte además sobre una preocupante “mexicanización” de la violencia en la región, que concentra el 24 % de todos los asesinatos de periodistas a nivel global.
La situación en Centroamérica también genera alarma la situación de violencia en Honduras y falta de libertad de expresión en Nicaragua y otro ejemplo que se remarca es que la Asociación Salvadoreña de Periodistas (APES), socia de RSF y referente en la defensa de la libertad de prensa, se vio obligada a abandonar El Salvador en mayo de 2025 debido al deterioro de las condiciones para el ejercicio periodístico.
Según la organización, al menos 53 de estas muertes están vinculadas a la guerra o a la violencia criminal. “No se trata de accidentes ni de daños colaterales. Los periodistas han sido objetivos deliberados por su labor informativa”, subraya RSF.
Uno de los datos más alarmantes es que casi la mitad de los periodistas asesinados (43 %) murieron en Gaza, bajo fuego del Ejército de Israel. En paralelo, RSF denuncia que en Ucrania continúan los ataques del Ejército ruso contra reporteros nacionales e internacionales, mientras que Sudán se consolida como uno de los escenarios más letales para la profesión.
Más allá de los asesinatos, el informe documenta un aumento sostenido de la represión. A 1 de diciembre de 2025, 503 periodistas permanecían detenidos en 47 países. China continúa siendo la mayor cárcel de periodistas del mundo, con 121 profesionales encarcelados, cifra que asciende a 129 si se incluyen los ocho detenidos en Hong Kong. Rusia ocupa el segundo lugar, con 48 periodistas presos, 26 de ellos ucranianos, y supera a Birmania, que registra 47.
Israel figura como el segundo país con más periodistas extranjeros encarcelados, después de Rusia. A la fecha, 20 periodistas palestinos permanecen detenidos en cárceles israelíes, la mayoría arrestados en los últimos dos años en Gaza y Cisjordania.
El informe también pone el foco en las desapariciones forzadas. En 2025, 135 periodistas continúan desaparecidos en 37 países, algunos desde hace más de tres décadas. Siria encabeza esta trágica lista, con 37 profesionales de los medios en paradero desconocido, muchos de ellos detenidos o secuestrados durante el régimen de Bashar al Asad. Un año después de su caída, sigue sin conocerse el destino de la mayoría.
El 72 % de los periodistas desaparecidos proviene de países de Oriente Medio y América Latina, principalmente Siria, Irak y México. Además, 20 periodistas continúan secuestrados en todo el mundo. Yemen se convirtió en 2025 en el principal epicentro de secuestros, con siete reporteros capturados por los rebeldes hutíes. En Malí, RSF recuerda que dos periodistas de Radio Coton d’Ansongo siguen desaparecidos desde noviembre de 2023 tras ser secuestrados por un grupo armado.
Ante este panorama, el director general de RSF, Thibaut Bruttin, lanzó una dura advertencia: “¡A esto conduce el odio a los periodistas! Conduce al asesinato de 67 reporteros este año. La crítica a los medios es legítima, pero nunca debe derivar en odio. La impunidad y la falta de voluntad de los gobiernos para proteger a los periodistas han convertido a quienes informan en testigos incómodos que muchos quieren silenciar. Los periodistas no dan la vida por el periodismo: se la arrebatan. Los periodistas no mueren, los matan”.
RSF concluye que, sin políticas públicas de protección efectivas y sin un compromiso real de la comunidad internacional, el periodismo seguirá siendo una de las profesiones más peligrosas del mundo.LB







