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El Museo del Fado cumple 20 años con apuesta por el talento joven

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Lisboa – El portugués suena a pausa y nostalgia, a pérdida y redención. El portugués suena a música, pero sobre todo, a fado. Los secretos de este género musical se guardan en el corazón de la ciudad de Lisboa, en el céntrico Museo del Fado, que acaba de cumplir 20 años.

Creado con la intención de preservar y promover el patrimonio de los principales artistas del mundo del fado, el Museo, a los pies del emblemático barrio lisboeta de Alfama, acoge decenas de objetos donados por los grandes fadistas portugueses.

Es, además, un espacio volcado en la difusión del género, declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco en 2011.

Ahora, el fado vive una etapa de resurrección gracias a una nueva generación de músicos entre los que destaca Gaspar Varela, un prometedor guitarrista de 15 años, apunta la directora del Museo del Fado, Sara Pereira, que atiende a Efe en las butacas del pequeño auditorio del interior del recinto.

Este rejuvenecimiento también se ha trasladado al público: «Hace veinte años veíamos muy pocos jóvenes en los conciertos de fado», señala Pereira, que evoca la fundación del museo, en septiembre de 1998.

En aquella época, «el barrio de Alfama estaba bastante degradado. Este museo fue la cara más visible de un proyecto integral de recuperación de esta zona», recuerda.

El museo, que durante su primer año de actividad recibió unos 9.000 visitantes, tiene ahora una afluencia anual de público de casi 170.000 personas, incluidos también los asistentes a las actividades organizadas fuera de sus propias instalaciones.

«La mayoría de ellos son turistas de procedencia muy diversa, franceses, asiáticos…», comenta Pereira, que considera que este crecimiento no solo se debe al reconocimiento de la Unesco sino también a la evolución de la ciudad.

A su juicio, otra de las razones del crecimiento del fado en esta década ha sido la apuesta de la Cámara Municipal de Lisboa por la cultura, sin la cual no hubiera sido posible recibir el reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Ahora, con sus 20 años recién cumplidos, el museo se prepara para abrir un taller destinado a enseñar a construir guitarra portuguesa, un instrumento «fascinante» para las nuevas generaciones, dice la directora.

«Hay muchos jóvenes que desean tocar como Carlos Paredes o Amalia Rodrigues, aunque no los hayan conocido ni los hayan visto en directo», sostiene.

Además, mantendrá su programación habitual de exposiciones y eventos tanto dentro como fuera de sus instalaciones, como el ciclo de conciertos «Há Fado no Cais» en el Centro Cultural de Belén y la organización de festivales internacionales, algunos de los cuales se celebrarán en Madrid, Sevilla o Barcelona y mezclan el fado con el flamenco y otros géneros.

Detrás queda un año lleno de actividades especiales con motivo del vigésimo aniversario de la institución, como el lanzamiento de varios discos, entre ellos «Horas fa vida» de Francisco Salvação Barreto, «Gaspar» de Gaspar Varela y «Fandóziando», un proyecto centrado en contar la influencia del género en la construcción identitaria de la sociedad lusa.

En el futuro, la directora del Museo del Fado confía en la expansión del género, aprovechando que ahora atraviesa por «un momento de gran vitalidad», en el que hay «un gran diálogo» del fado con otras músicas y con artistas de distintos países, lo que es «muy positivo» para atraer a nuevos públicos.

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