Tegucigalpa – El capo lo dijo sin inmutarse: Participó en 78 asesinatos durante una década comprendida entre octubre de 2003 a noviembre de 2013. El nombre del número 19 en el tétrico inventario es el del zar antidrogas, Julián Arístides González, un general que desde el Ministerio Público (MP), incomodaba al poderoso y efervescente cartel de los Cachiros, así como a otras organizaciones que operaban al margen de la ley en Honduras.
El preámbulo de la tétrica lista
En diciembre de 2009, Honduras era sacudida por la inestabilidad política tras la salida forzada del poder de Manuel Zelaya, en junio de ese año, un gobierno interino al mando de la nación, ejercido por Roberto Michelletti, había logrado realizar un proceso eleccionario apenas los últimos días de noviembre y el traspaso de poderes empezaba a gestarse.
Pero todo ese maltrecho sistema democrático, no menguaba la voluntad del general Julián Arístides González, quien una y otra vez buscaba desbaratar las estructuras criminales que se asentaban peligrosamente con mayor fuerza en el país.
Para 2006 las masacres, los misteriosos aviones que llegaban sin explicaciones ni rastros, además de crímenes que involucraban a políticos, marcaban el escenario hondureño.
Justo en mayo de 2006, un diputado liberal de la zona atlántica, Ramón Salgado Cuevas, fue asesinado en San Pedro Sula mientras descansaba en el porche de su casa. Aquel crimen ya mostraba características peculiares y, en su momento las autoridades no dudaron en relacionarlo con crimen organizado.
Salgado Cuevas mal herido a causa de nueve disparos de fusil M16 y calibre nueve milímetros, fue trasladado a un hospital privado donde falleció, horas después. El crimen sigue impune.
Alrededor de dos años más tarde, en noviembre de 2008, la muerte violenta del vicepresidente del Congreso de Honduras, Mario Fernando Hernández, junto a otro abogado, dejaron la sensación de que el país iba de mal en peor. Los hechos no fueron resueltos y estos crímenes permanecen impunes.
El diputado Hernández fue acribillado en el populoso barrio Cabañas de San Pedro Sula, junto al abogado Carlos Collier. Ellos realizaban en ese momento actividades proselitistas.
Ya para 2008 las masacres en Honduras mostraban una creciente inseguridad, así como la consolidación de estructuras criminales organizadas. El fenómeno se repetía una y otra vez y además tocaba ya a abogados, periodistas como Carlos Salgado, asesinado a la salida de Radio Cadena Voces, donde laboraba produciendo el programa joco serio, “Frijol el terrible”. El comunicador fue tiroteado por dos hombres, el hecho ocurrió en octubre de 2007.
También líderes sociales como Altagracia Fuentes, una sindicalista de amplia trayectoria dentro de las organizaciones obreras del país, entre otros sectores, fueron parte de las víctimas de la violencia en un creciente fenómeno del que aún se paga la cuenta.
En el ojo del general González
El narcotráfico se consolidaba. Los narco vuelos eran parte del entorno cotidiano y estaban en el ojo del zar antidrogas, una pieza que incomodaba, cada vez más, a las prósperas organizaciones criminales.
La lucha del general González daba golpes sistemáticos a los narcos. El 2 de agosto de 2007, para citar alguna acción, la Fiscalía contra el Crimen Organizado y la Dirección de Lucha contra el Crimen Organizado (DLCN), investigaban todas las circunstancias que rodearon la captura de cinco mujeres y un hombre en el aeropuerto Golosón, de La Ceiba, por encontrarse en posesión de más de 615 mil dólares, hecho considerado como un posible lavado de activos, era la denuncia de la unidad que él dirigía.
Julián Arístides González, detallaba la conducción de una investigación. “Hemos visto casos que hasta los funcionarios o empleados de los mismos aeropuertos aparecen involucrados en actos de narcotráfico” externaba al denunciar en voz alta, mensajes que cada vez eran más molestos para los mafiosos.
A inicios de junio de 2009, en fecha cuatro del mes, en los estertores del gobierno de Manuel Zelaya, que se vio interrumpido el 28 de ese junio, el general Julián Arístides González detallaba a Proceso Digital que al menos doce avionetas cargadas en su mayoría de cocaína habían caído al país en el trascurso de ese año.
“Hasta el día de ayer teníamos 12 confirmadas, (aunque) tenemos otros vuelos que sabemos que han aterrizado y despegado” del territorio nacional, dijo en ese memento en entonces titular de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico. Las aeronaves traen droga y dólares, externó el funcionario antidrogas.
Julián Arístides González dio el informe, tras confirmar que una de las aeronaves cayó apenas, un par de días antes, en la comunidad de Cozuna, en el Caribe de Honduras.
Capos y policías
Justo una de estas operaciones le costó la vida, reflejaron recientemente reportes periodísticos que trascendieron por el mundo y que se iniciaron en el periódico New York Times.
Todo inicio, según indica el trabajo de prensa basado en documentación sustentable, por el negocio de la droga y la ambición del cartel del Atlántico y uno de sus jefes Wilter Blanco de tumbar un cargamento que era destinado a Héctor Emilio Fernández alias “Don H”, ambos extraditados a los Estados Unidos donde enfrentan procesos.
En la operación, se indica, participaron oficiales de la Policía Nacional liderados por altos cargos, tres de ellos generales.
Pero la trama fracasó porque el general Julián Arístides González se les cruzó en el camino. Unos meses después, ese golpe costaría al zar su vida.
El 19 de la lista
El crimen contra González ha vuelto a ser tema notorio en Honduras, tras conocerse la espeluznante confesión de un capo del cartel de Los Cachiros, quien al hacer el macabro recuento de sus crímenes contabilizó entre sus víctimas al general.
Rivera repasó parte de la lista de los 78 individuos a los que admitió haber causado la muerte. El número 19, dijo, era el zar antidroga Julián Arístides González, de quien Rivera dijo que pagó junto a otros narcotraficantes entre 200 mil y 300 mil dólares para que fuera asesinado.
Vistiendo uniforme azul profundo, el capo respondió fácilmente a las preguntas del fiscal Bove.
Frente al abogado defensor de Fabio Lobo, el hijo del expresidente Porfirio Lobo, Devis Leonel Rivera actuó parco. Rivera Maradiaga testificó por parte de la Fiscalía en el juicio contra Fabio Lobo.
La excabeza de Los Cachiros no tuvo dificultad al momento de detallar que la muerte del jefe antidrogas de Honduras se decidió en una justa de capos. En su declaración se refiere expresamente a ese hecho:
Fiscal Emil J. Bove: ¿ha escuchado hablar de un funcionario hondureño llamado Julián Arístides?
Devis Leonel: Sí
¿Tenía título de general en un momento dado?
Sí
¿Sabía usted de ese nombre antes de que Pepe Lobo fuera presidente de Honduras?
Sí
Una vez más, centrado en el 2009, ¿habló usted del general Arístides con otros narcotraficantes en Honduras?
Sí
¿Quiénes fueron los otros traficantes de droga con quienes habló sobre el general Arístides?
Fredy Nájera, Neftali Duarte Mejía, Eliel Sierra, Moncho Mata, Luis Valle, Arnulfo Valle Valle, Wilter Blanco, Tom Montes, Tito Montes y Juan Carlos Montes.
Usted mencionó a alguien llamado Fredy Nájera, ¿tiene alguna posición política en Honduras?
Sí
¿Qué posición tenía?
Congresista
Después de las conversaciones con los hombres que acaba de mencionar, ¿que se decidió?
La decisión fue tomada para matarlo
¿Usted y otros traficantes pagaron para que el general Arístides fuera asesinado?
Sí señor
Por lo que sabe, ¿cuánto se pagó?
Aproximadamente entre 200 y 300 mil dólares
¿Quiénes fueron algunas de las personas que llevaron a cabo el asesinato?
Un grupo de policías
¿Miembros de la Policía Nacional de Honduras?
Sí señor…
Pasados siete años, el telón parece develar un negro episodio en la vida de Honduras, un país que deberá recorrer caminos largos para dejar atrás la larga data de la impunidad.