El fantasma del desarrollo

Por: Julio Raudales
Tegucigalpa.- De ayer a hoy el mundo se ha visto sorprendido por un fenómeno que creíamos destinado al rincón de los libros de historia y que ahora parece amenazar la tranquilidad del mundo desarrollado.

Un éxodo masivo de miles de refugiados que huyen de la miseria y la violencia ejercida como norma criminal de sus estados y que les obliga a arriesgar incluso la vida en el afán de ponerse a salvo.
Las migraciones que hoy avanzan hacia Europa y Norteamérica constituyen el más grande movimiento demográfico vivido en el planeta desde la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias aun no se advierten con certeza. Mucho menos puede saberse cuando cesará la pesadilla.
Las causas parecen disímiles a uno y otro lado del atlántico y sin embargo emergen de la historia cual Hidra de Lerna. Al final la raíz es la misma: un odio ancestral e inentendible, un tsunami poderoso que amenaza nuestro existir como especie. En el caso europeo los motivos son religiosos y raciales; de este lado, un tráfico maldito y corruptor de instituciones y almas. La opinión de quienes están confrontados con el problema es que recién estamos presenciando el comienzo de una catástrofe humanitaria de inmensas proporciones.
Los cientos de víctimas que cobra la fuga masiva conmueven a algunos corazones. Las setenta personas ahogadas en un camión en Austria, provocaron sentimientos de horror. El cadáver de un niño muerto en una playa turca ha hecho derramar lágrimas a los propios reporteros, los centenares de cadáveres que día a día perecen mutilados en “La Bestia” provocan la compasión del alma más dura. Desgraciadamente las imágenes seguirán repitiéndose. Pronto nos acostumbraremos a ellas y las seguiremos con el mismo interés que prestamos a las estadísticas de accidentes del tráfico. Siempre ha sido así.
Por si fuera poco, los gobiernos e instituciones internacionales del norte no hacen gran cosa a la hora de tratar de manera integral el problema. En Europa, alemanes y austriacos acompañan a los nórdicos y enarbolando la bandera humanitaria, han hecho un llamado al resto de la Unión para enfrentar el problema con la responsabilidad que compete a quien desea soluciones racionales y humanitarias.
El problema no es menor y pone en juego la frágil recuperación de la crisis y la estabilidad económica de una buena cantidad de los países miembros, quienes además de sus enemigos externos (ISIS y los islamistas), deben enfrentar el rebrote neo-fascista y antieuropeo que parece carcomer sus cimientos.
Del lado de acá las cosas parecen verse con otro cristal. En los Estados Unidos un orangután de penacho rubio ha hurgado en el carácter veleidoso y frívolo de muchos de sus compatriotas y armado de un populismo impensable en una sociedad dizque moderna, ofrece deportaciones y muros sin entender que el mundo ha girado lo suficiente como para que todos entendamos que las fronteras y los muros solo son el límite de las mentes supinas.
Pero ¿Qué podemos decir de nosotros, los que con disimulo contemplamos el éxodo de sangre que se escurre a nuestro lado y se lleva a nuestros niños y niñas como remolino hacia la muerte? ¿Acaso debemos continuar explotando la idea de que nuestro destino dependerá por siempre de lo que los norteamericanos se dignen a hacer por nosotros?
La semana pasada circuló en nuestros medios que por ahora no habrá otro compacto de la Cuenta del Milenio. El año pasado brincábamos de júbilo por el “pronto desembolso” de mil millones de dólares para financiar una nueva “Alianza para la Prosperidad” Ya sabemos que no hay nada y que aunque hubiese, nuestros problemas y los de nuestra niñez migrante no se resuelven ni con préstamos, ni con bonos, si no con la generación de condiciones para que cada quien busque su bienestar conforme a su potencial.
Pero parece que los oídos son sordos y los ojos ciegos. Como que no interesa mucho el forjar un programa de desarrollo sostenible e inteligente, que permita tener un país con visión de largo plazo. Mas importante es ganar las elecciones, mantener la mendicidad y asegurar los negocios. De todos modos, este es el país que tenemos y al que no le guste, pues allí están Europa y Estados Unidos para cargar con nuestros fantasmas.
spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_img
spot_imgspot_img