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El capitán del crucero admite que estaba al mando cuando naufragó en Italia

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Roma – El capitán del crucero «Costa Concordia», Francesco Schettino, admitió hoy ante la jueza de instrucción Valeria Montesarchio que estaba al mando de la nave en el momento en el que el buque chocó contra las rocas en aguas de la isla italiana del Giglio la noche del pasado viernes.
 

El fiscal Francesco Verusio compareció este martes en rueda de prensa en Grosseto (centro de Italia) para informar sobre el interrogatorio a Schettino en la sede del Tribunal de esa ciudad italiana.

La Fiscalía de Grosseto ha solicitado la prisión cautelar para Schettino, mientras la jueza ha decidido aplazar su decisión sobre la confirmación de la detención del comandante y sobre la petición de medidas preventivas.

Verusio explicó que la reconstrucción de los hechos facilitada por Schettino durante el interrogatorio no modifica el cuadro de acusaciones que pesan contra él por un naufragio en el que la compañía propietaria del buque, Costa Cruceros, ha admitido que hubo un «error humano» y que el capitán no respetó el reglamento, acercándose hasta unos 150 metros de la costa.

Las acusaciones que pesan sobre Schettino son las de homicidio culposo múltiple, abandono de nave y naufragio, por los que el comandante podría ser condenado hasta 15 años de cárcel.

La comparecencia de Schettino ante la jueza coincide con la publicación hoy por parte del diario milanés «Corriere della Sera» de una conversación telefónica entre el capitán y un responsable de la Capitanía de Puerto, en la que se desvela que el capitán abandonó la nave antes de evacuar a todos los pasajeros, como habían apuntado numerosos testimonios del naufragio.

«Vuelva inmediatamente a bordo, suba por la escalera de seguridad y coordine la evacuación. Debe decirnos cuánta gente hay todavía allí: niños, mujeres, pasajeros, el número exacto de cada categoría», le exhortaron a Schettino desde la Capitanía de Puerto.

Este martes han sido localizados otros cinco cadáveres en el casco del buque. Hasta ahora se contabilizaban seis muertos, entre ellos un turista español y un miembro de la tripulación peruano, y 29 desaparecidos.

Entre los desaparecidos figura una peruana, Erika Soria Molina, de 26 años, que trabajaba como camarera en el crucero y a la que vieron saltar a una de las lanchas.

Las tareas de salvamento el interior de la nave naufragada prosiguieron hoy, después de que ayer tuvieran que ser interrumpidas durante unas horas al detectarse un movimiento del barco.

Los servicios de salvamento se abrieron paso hoy entre los restos de la nave con pequeñas cargas de explosivo.

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