spot_imgspot_img

“El cáncer no me mató, fue mi mente la que casi lo hace”: Cincy Rosa

Tegucigalpa (por Isis Rubio/ Especial Proceso Digital) – Cada 19 de octubre, el mundo se tiñe de rosa para recordar la importancia de detectar a tiempo el cáncer de mama. En Honduras, donde esta enfermedad ocupa el primer lugar en incidencia y el segundo en mortalidad, la historia de Cincy Rosa se convierte en un llamado urgente a la conciencia, la prevención y, sobre todo, a la salud mental.

A sus 43 años, sin hijos y con una vida tranquila junto a su pareja en la colonia Nueva Esperanza, Cincy enfrentó una batalla que no solo fue física, sino profundamente emocional. “Yo me autoevaluaba siempre, pero un día sentí una pelotita y no le hice caso. Como nadie en mi familia había tenido cáncer, lo ignoré. Un año después, esa pelotita había crecido. Ese descuido casi me cuesta la vida”, relata con voz entrecortada.

Cincy Rosa, es paciente de cáncer de mama y lucha por su vida, ella es ejemplo de sobrevivencia y amor propio.

La mente también enferma

Para Cincy, el cáncer de mama no solo se combate con quimioterapia, sino con fortaleza mental. “En Honduras no nos enseñan a lidiar con la salud mental. Y eso es lo que al final mata. Uno piensa que se va a morir, que no va a poder, que no vale la pena luchar. Pero sí se puede”, afirma.

Tras el diagnóstico, su mundo se derrumbó. “La radióloga me dijo: ‘Si fueras mi hermana, te obligaría a hacerte una biopsia’. Salió positiva. Lloré como nunca. Pensé que iba a morir”. Sin recursos, encontró esperanza en la doctora Lía Castellanos, quien la remitió a FUNHOCAM, la Fundación Hondureña para el Cáncer de Mama.

Funhocam surgió con el propósito de ayudar a mujeres de escasos recursos diagnosticadas con cáncer de mama que no podían pagar una mamografía o comprar un medicamento al no haber en los hospitales públicos. 

FUNHOCAM: donde la esperanza se convierte en tratamiento

Desde su llegada a la fundación, Cincy fue atendida con humanidad y profesionalismo. El doctor Pineda le confirmó que el cáncer no solo estaba en la mama derecha, sino también en la izquierda, y era más agresivo. “Me dijo: ‘Hacés el tratamiento y en cinco años te curamos’. No dejó que me desanimara”.

Pero el camino fue duro. “La primera quimio fue horrible. Al día siguiente quería morirme. Perdí el control de mi cuerpo, el pelo, las cejas. Me pasé la cero para no ver más mechones en la cama. Fui a un nutriólogo y al noveno día ya me sentía mejor. Me dijo: ‘Sos fuerte, vas a poder’”.

Después de ocho quimioterapias, pensó que había terminado. Pero el doctor le informó que faltaban 18 más. “Sentí que me moría otra vez. Pero aquí estoy, un año después, me quedan ocho. Estoy en la última fase. Espero que pronto me declaren libre de cáncer”.

Hoy me miro al espejo y me siento bien. Sé que me estoy recuperando, sostuvo Cincy con una sonrisa en su rostro.

La operación: perder los senos, ganar la vida

Uno de los momentos más difíciles fue aceptar la mastectomía. “Verse al espejo y saber que te falta algo que es parte de tu belleza, de tu cuerpo, es devastador. Pero tenía miedo de que el cáncer regresara. Busqué ayuda, me sometí a terapia psicológica. Hoy me miro al espejo y me siento bien. Sé que me estoy recuperando. Y sé que podré decir al final del tratamiento: «Soy sobreviviente de cáncer de mama’”.

Cincy insiste en que el cáncer de mama se puede prevenir.

El mensaje: tocarse salva vidas

Cincy insiste en que el cáncer de mama se puede prevenir. “La mente es la que traiciona. Las mujeres con hijos piensan que se van a morir. Pero hay que cambiar la actitud, sonreír, hacer ejercicio, ser feliz. Eso te cambia la vida”.

En FUNHOCAM, ese mensaje se convierte en acción. En 14 años, han atendido a más de 48 mil pacientes, realizado más de 18 mil mamografías gratuitas, 10 mil ultrasonidos y 321 brigadas médicas. Cada año, más de mil mujeres son atendidas en su clínica.

Rosemonde de García, presidenta ejecutiva de la fundación, recuerda que “el cáncer de mama puede afectar a cualquier mujer, a cualquier edad, incluso a hombres. La autoevaluación salva vidas. La detección temprana es clave”.

En 14 años, han atendido a más de 48 mil pacientes.

Un llamado a todas las hondureñas

La historia de Cincy Rosa no es solo un testimonio de lucha, es una invitación a tocarse, a hablar, a buscar ayuda. Porque el cáncer de mama no tiene por qué ser una sentencia. En Honduras, donde tantas mujeres enfrentan esta enfermedad en silencio, su voz resuena como un grito de vida.

“Yo sobreviví. Y si yo pude, tú también puedes. Solo hay que aprender a tocarse… y a sanar la mente”.(IR)

spot_img
spot_img
spot_imgspot_img

Noticias recientes

spot_img
spot_img
spot_imgspot_img