Recife (Brasil) – La población más pobre de Brasil aviva sus esperanzas con el retorno de la «mirada social» de Luiz Inácio Lula da Silva, un hijo del noreste, la región más necesitada del país y donde el presidente electo arrasó en las elecciones.
En las paupérrimas favelas de Recife, la capital de Pernambuco, estado donde nació Lula hace 77 años, esperan que con el nuevo Gobierno lleguen inversiones y ayudas directas que muchos necesitan para comer.
Es el caso de Ana Cristina Alves, una mujer de 26 años que se dedica a la venta ambulante de comida en Roque Santeiro, una favela levantada sobre palafitos a orillas del río Capibaribe, en el centro de Recife.
Alves dice que el subsidio mensual de 600 reales (unos 115 dólares), que comenzó a pagar este año el Gobierno de Jair Bolsonaro a 20 millones de familias y que mantendrá Lula, «ayuda, y mucho».
Además, Lula ha prometido otorgar una ayuda extra de 150 reales (unos 29 dólares) por cada hijo de hasta 6 años.
«Eso nos va ayudar mucho para los gastos con los niños, pues en mi caso se me van 400 reales (unos 76,9 dólares) solo en el alquiler», apunta Alves, quien tiene dos hijos y cuida de una hermana menor de edad, tras la muerte de su madre durante la pandemia.
Con el esposo recién salido de la cárcel y desempleado, el sustento de la familia depende casi en su totalidad del auxilio del Gobierno, pues las ventas de su humilde carrito de comidas han decaído por la situación generalizada de pobreza del país.
RETRATO DE LA POBREZA
Sin saneamiento básico, ni alcantarillado y con energía eléctrica clandestina, 150 familias, unas 900 personas, conviven en Roque Santeiro en medio de la más absoluta miseria con restos de basura, roedores, serpientes, insectos y hasta yacarés que amenazan constantemente su salud.
Una imagen que contrasta con los lujosos rascacielos residenciales que bordean las atractivas playas urbanas de Recife, ciudad llamada «Venecia brasileña» por los canales y ríos que la cortan.
El noreste de Brasil es la región más pobre del país y donde más ha crecido la miseria recientemente, según estudios oficiales.
El número de personas que viven en condiciones de pobreza en Brasil se disparó en 2021 y llegó a 62,5 millones de habitantes, con un aumento del 22,7 % en un año.
Ahora los pobres equivalen al 29,4 % de la población, el mayor nivel en los últimos diez años, según datos oficiales divulgados a comienzos de diciembre.
Mayor aún fue el aumento de personas en extrema pobreza, que saltó un 48,2 %, llegando a un total de 17,9 millones de brasileños, el 8,4 % de la población, y con muchos de ellos dependiendo de los subsidios sociales del Gobierno para sobrevivir.
EL NORESTE, CLAVE EN LA VICTORIA DE LULA
Las regiones más pobres, en especial el noreste, fueron precisamente donde Lula sacó una mayor ventaja frente a Bolsonaro en las elecciones del pasado octubre, que a nivel nacional se decidieron por un estrecho margen de 1,8 puntos.
«El noreste dio un ejemplo al querer cambiar ese ‘desgobierno’ de cuatro años. Y nuestra esperanza estaba en el retorno de Lula, por él ser del noreste y traer un Gobierno que trata lo social con una mirada diferente», explica a EFE la líder comunitaria Andrea Vieira.
Vieira es presidenta de la Asociación Comunal del barrio de Coelhos, donde se ubica Roque Santeiro.
«Es muy importante esta victoria de Lula, para nosotros los habitantes del noreste y para nuestra comunidad, porque creemos que tendremos inversiones mucho mayores tanto en el área habitacional como en lo social», afirma esperanzada Vieira.
Josefa Brito, de 58 años, quien vende café y palomitas de maíz en la calle, las «promesas» de los políticos quedan solo «en palabras», como la que recibió en 2015 de que iba a ser beneficiada con una vivienda de interés social.
«Solo nos recuerdan cuando hay elecciones. No tenemos proyectos habitacionales en la Alcaldía. Es solo mentiras. Los auxilios del Gobierno ayudan mucho, pero realmente es nuestro dinero, de los impuestos, no es dinero del Gobierno, es de nosotros», resalta Brito. JP