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El argentino Tomás Saraceno pone micrófonos al universo

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París – ¿Qué sonido tiene el cosmos? Esta es la pregunta central del proyecto de más envergadura del artista argentino Tomás Saraceno, a quien el Palais de Tokyo de París ha dado total libertad para llenar sus 13.000 metros cuadrados de obras rompedoras que exploran la relación entre los humanos y el universo.

Con esta muestra, el Palais de Tokyo -referente del arte contemporáneo en París- inaugura la cuarta edición de «Cartes blanches», una suerte de cheque en blanco en lo que a arte se refiere que anteriormente había sido concedido a los artistas Philippe Parreno, Tino Sehgal y Camille Henrot.

«On air», que se podrá visitar a partir de mañana y hasta el 6 de enero de 2019, combina una selección de las obras más destacadas de Saraceno con otras que todavía no han sido presentadas en sociedad.

De entre las primeras, el argentino recupera su emblemática telaraña tridimensional, la más grande exhibida hasta el momento y que tejieron las arañas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires durante seis meses, para combinarla con su otra gran pasión, la música.

Acompañado por un equipo de astrofísicos, músicos e investigadores, el artista ha creado un algoritmo que traduce las vibraciones de una araña que vive en una de las salas del museo en sonidos, así como las partículas de polvo que flotan a su alrededor.

Incluso los pasos de los visitantes participan de esta partitura que permite escuchar ondas sonoras que de otra manera quedarían fuera del alcance del oído humano.

Al mismo tiempo, el conjunto de notas queda grabado por un sistema de vídeo que las proyecta amplificadas en una gran pantalla.

Algo similar ocurre en la obra inédita «Algo-r(h)i(y)thms»: un paisaje sonoro que, a través de cuerdas, reproduce sonidos tan diversos e insólitos como los de la contaminación, las galaxias lejanas, las supernovas y los eventos naturales.

De esta manera se forma un «ecosistema en movimiento» -así es como se define la exposición- que quiere dar voz a las múltiples presencias no humanas que pueblan el universo y reconstruir la relación de los seres humanos con la naturaleza y el cosmos.

«Se trata de prestar atención a otras formas de vida en las que no nos habíamos fijado hasta ahora y de descolonizar el aire», declara a Efe el artista.

Su obra, pues, no solo es estética, sino que también tiene un fuerte componente político.

Sarraceno impulsó la comunidad artística Aeroceno, que alude a una futura nueva era en la que los humanos se relacionen de manera más ética con el medioambiente.

Muestra de este ideal ecológico es «Museo Aerosolar», compuesta por más de 20.000 bolsas de plástico recolectadas en veintisiete países. Museo volante y escultura solar al mismo tiempo, la obra incide en la importancia de dar una segunda vida a los desechos.

«Si durante un día podemos vivir dos horas en el Aeroceno, al siguiente día quizás podremos vivir tres», según el artista.

Y se pregunta: «¿Qué pasaría si todo el mundo dejase el coche para usar el transporte público, cambiase su alimentación y empezase a sentirse más partícipe del mundo y a desarrollar otras sensibilidades por él?».

En pleno debate sobre los desafíos ecológicos a nivel global, a través de «On Air» Saraceno se propone expresar una belleza nunca experimentada del universo para provocar que los visitantes quieran repensar su manera de habitarlo.

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