Por: Otto martín Wolf
Aunque es una historia muy difícil de creer (como muchísimas otras cosas fantásticas de la Biblia) para efectos de este ejercicio digamos que de verdad hubo un diluvio universal y, consecuentemente, un arca.
En esa arca se metieron dos ejemplares de cada uno de los animales existentes, una pareja para salvar la especie.
Muy bien, supongo que entre todos esas criaturas había un par de canguros.
Al final el arca descansó en el Monte Ararat (Turquía) y todos sus ocupantes salieron a poblar el mundo.
Dejemos de lado la enorme crueldad del supuesto creador, un dios capaz de llevar a cabo el más grande genocidio de la historia, un dios que mató a todos sus hijos y sigamos con el asunto del arca.
Aun el más fanático de la Biblia y de la fe ciega tiene que preguntarse lo siguiente: Por qué sólo en Australia hay canguros y cómo llegaron ahí?
Cómo es que en ningún lugar de Europa o Asia hay canguros, sólo en Australia?
Se bajaron del arca y caminaron (a saltitos) hacia el sur hasta encontrarse con el Océano Indico, pero cómo hicieron para irse a Australia, separada por una masa de agua de 7463 kilómetros de ancho?
También la pregunta es válida para el equidna y el ornitorrinco, especies que -al igual que los canguros- sólo viven en Australia.
La evidencia de que no hubo tal arca es contundente.
Los fanáticos sin duda le encontrarán una explicación a lo que ciencia y lo racional no pueden dejar pasar.
A los que arguyen que se trata del Antiguo Testamento y que el que cuenta es el Nuevo, les recuerdo que es en el Antiguo donde están los Diez Mandamientos.
El arca y muchos otros cuentos de la Biblia -así como casi todo en todas las religiones- son leyendas y mitos.