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El abono de la libertad

Julio Raudales

Celebramos el pasado 3 de octubre el 530 aniversario del natalicio de Francisco Morazán Quezada; hondureño egregio, no solo por su gesta unionista pero también por su visión de futuro, por su alcance sobre lo que debía ser nuestra Centroamérica, fuerte, próspera y republicana, provista de instituciones que fomenten la felicidad de su gente.

Pero el sueño morazanista parece languidecer a la luz de lo vivido. Hoy, las hijas e hijos de esta tierra, nos debatimos en la miseria, la vulnerabilidad a catástrofes naturales y la incapacidad de generar un orden descollante. ¿Qué sucedió? ¿Por qué no hemos sido capaces de respetar y engrandecer el legado del prócer?

En su discurso de aniversario de la independencia, la Presidenta Castro hizo un llamado urgente para que cambiemos de actitud y juntos “desenterremos el pensamiento de Morazán”, sobre todo, interpreto yo, en lo referente a su lucha por una Honduras educada y sana.

Parece que las autoridades han concluido en que existe la ineludible necesidad de hacer cambios estructurales en ciertas áreas que, pese a la cantidad de recursos presupuestarios históricamente destinados a la prestación de sus servicios, no han satisfecho las expectativas de los beneficiarios y mantienen a la población en un desconsuelo que se aproxima cada vez mas a la indignación.

En efecto, de acuerdo al nuevo proyecto de Presupuesto 2023, quienes pagamos impuestos nos gastaremos la bicoca de casi 60 mil millones de lempiras para sostener los ¿sistemas? de educacion y salud. Esto es mas o menos un 8.5% del PIB, lo cual es poco si lo comparamos con lo que a ellos destinan países exitosos en la región como Costa Rica y Uruguay, quienes invierten sistemáticamente mas del 12% del total de su producción a financiar estas dos tareas

Es decir, las cosas en su sitio. Si las autoridades no comienzan por priorizar el gasto público en educación y salud, para ponerlos en la dimensión requerida, estaremos desperdiciando tiempo, saliva y tinta. ¡Sin mejor presupuesto, los cambios no se darán! Y cuando hablo de presupuesto, no me refiero únicamente a la cuestión financiera.

Y es que, aunque el dinero parezca siempre el problema mas ingente no lo es, Hay que entender que la política social en el país trasciende lo meramente crematístico. Un presupuesto eficaz requiere, además de dinero, formas inteligentes de manejo, honestidad y sobre todo, un liderazgo decidido a realizar los cambios.

Es evidente que la educación hondureña necesita urgentemente de la mejora integral en tres aspectos fundamentales: la gobernabilidad del sector, la mejora en los servicios al estudiante y la reforma curricular. Nadie se atrevió hasta ahora a encarar un proceso de reforma integral con estos tres elementos. Cualquier intento de mejora sectorial que no los incluya será vano.

Así como Japón o Finlandia no tienen buena educación porque son ricos, sino que al contrario, son ricos porque tienen buena educación, debemos entender que solo desde una perspectiva holística de la mejora en el capital humano, el país saldrá adelante en sus retos.

De ahí la urgencia de que los problemas en el sector se aborden como una cuestión de estado y no de manera compartimentada. En ese sentido, será necesario que las autoridades trabajen en forma coordinada, pero, además, que ambos temas vayan pensándose integrados y coherentes, en función de los desafíos del territorio, es decir, pensar el desarrollo con una visión de población y asentamientos humanos.

Nadie, ningún presidente o político de quienes nos han gobernado, se ha tomado en serio el problema educativo del país. Mas allá del discurso y los buenos deseos, el sector ha padecido de un total abandono y la mejor prueba la tenemos en las asignaciones presupuestarias y los indicadores de resultado.

Si las actuales autoridades quieren demostrar que el asunto va en serio, deben comenzar por la vía de la planificación eficaz. Si no están dispuestas a priorizar lo verdaderamente importante, mejor que “ni se tiren”.

Solo haciéndolo de forma inteligente y honesta, quedará claro que subsiste aun en nuestra Honduras el espíritu morazanista: “La educación es el alma de los pueblos y el abono de los ejércitos de la libertad”. 

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