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EEUU: Ya se sabe quién es la misteriosa fuente, “Garganta Profunda”, que ayudó a dos jóvenes periodistas a desenmascarar el “Watergate”

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Análisis de Alberto García Marrder – Especial para Proceso Digital

Han pasado 50 años y el último secreto del escándalo “Watergate”, que propició la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974, al fin ha salido a relucir.

La gloria y el prestigio han sido para los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein que en 1972 y 1973 llevaron a cabo en el diario “The Washington Post” la mayor proeza periodística de todos los tiempos: desenmascarar una campaña clandestina de sabotaje, de “trucos sucios”, escuchas ilegales y desprestigio contra la oposición demócrata, por parte del gobierno de Nixon y de su campaña de reelección.

Pero sin la guía, orientación e informes confidenciales de una fuente secreta, los dos jóvenes periodistas no hubieran logrado esa hazaña: “Garganta Profunda” (“Deep Throat”, ese era el nombre de una película porno muy famosa en esos años) fue W. Mark Felt, nada menos que el número dos de la Agencia Federal de Investigación (FBI).

Mark Felt, el segundo del FBI, fue la «Garganta Profunda» del escandalo «Watergate. (Infografía Illuminatirex).

Se supone que Felt arriesgó su vida y puesto por sentirse marginado en el FBI, ya que aspiraba a ser nombrado director cuando murió el legendario J. Edgar Hoover o cuando cesaron al que lo reemplazó, Patrick Gray.

Woodward mantuvo en secreto la identidad de “Garganta Profunda” por 33 años y solo lo confirmó en 2005, cuando el mismo Felt lo reveló en un artículo publicado por el abogado John O Connors en la revista “Vanity Fair”, a instancias de su familia para cobrar un dinero por la primicia.

“Yo soy aquel tipo que llamaban “Garganta Profunda”, dice el artículo publicado por el abogado de la familia, cuando ya Felt padecía demencia y pérdida de memoria. Tres años más tarde, el 19 de diciembre de 2008, moría de complicaciones cardiacas en Santa Rosa, California, a sus 95 años.

Vivía en la casa de su hija Joan, en un garaje, convertido en un dormitorio improvisado. Woodward lo visitó en dos ocasiones y comprobó que no recordaba absolutamente nada del Watergate y de sus años en el FBI.

(En el año, 1972, yo estaba recién llegado a Washington para incorporarme como periodista a la oficina de la Agencia española de noticias EFE, tras tres años con esa agencia en Londres (más Belfast y Praga).Y como hacen con todos los “novatos”, me tocó el turno de noche y era el primero en conocer las primicias de Woodward y Bernstein porque caminaba a un quiosco de prensa en la calle 14 y la F, para comprar, a las once de la noche, la primera edición del “The Washington Post”, del día siguiente. Y las transmitía a la central de EFE en Madrid).

Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, del diario «The Washington Post». (Foto The Guardian-WND).

Todo este embrollo político comenzó el 17 de junio de 1972 cuando fueron detenidos cinco hombres, bien vestidos y con fajos de billetes en los bolsillos, en las oficinas del Partido Demócrata en el edificio del Watergate. Habían entrado a media noche en forma clandestina. Este no era un simple robo. Buscaban sin duda documentos comprometedores para los demócratas y que ayudaran a la reelección de Nixon.

En “The Washington Post” encargaron a dos jóvenes periodistas (Woodward de 29 años y a Bernstein, de 28, entonces) que se encargaran del asunto, “por si sale algo importante”.

Vaya si salió. En dos años, los dos descubrieron que los que entraron al Watergate trabajaban para el Comité de la Reelección de Nixon y esa acción formaba parte de una campaña clandestina más amplia, a nivel nacional y dirigida desde la Casa Blanca.

En el cine, Robert Redford interpreta a Bob Woodward y Dustin Hoffman a Carl Berstein. (Foto Wagner Bros).

Woodward contó con la ayuda de primera clase, al que no podía citar como fuente, bajo el estricto protocolo periodístico del “Deep background”, ni tampoco mencionar textualmente los temas revelados. Todo para no levantar sospechas de que nada menos que un alto directivo del FBI les estaba suministrando informaciones secretas.

En la foto, el actor Robert Reford y los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward. Sentado, el entonces director del diario «The Washington Post» , Ben Braddle. (Foto Annie Levibovitz-Vanity Fair).

Todos estos pormenores están explicados en el último libro de Woodward , “The Secret Man: The Story of Watergates Deep Throat”, que he devorado en dos días que fue un “best seller” en Estados Unidos, como lo fueron “All the Presidents Men “ y “The Finals Days”, escritos con Bernstein.

“All the Presidents Men” fue llevada al cine en 1976 y Robert Redford interpreta a Woodward y Dustin Hoffman, a Bernstein. Y al genial director de “The Washington Post”, Ben Braddle, el prestigioso actor Jason Robards (Oscar al mejor actor de reparto).

Foto reciente de los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward en el programa «Face de Nation» de la cadena CBS. (Foto CBS).

Las reuniones de Woodward con Felt, bajo estrictas medidas de seguridad, eran en la madrugada y en el último piso de un estacionamiento subterráneo de autos en Rosslyn, cerca del puente “Key Bridge” que une Washington con el estado de Virginia. El periodista llegaba a ese lugar tras tomar dos taxis y el último lo dejaba a unos 300 metros lejos.

Agobiado por las revelaciones del “The Washington Post” y las investigaciones de un comité del Congreso, Nixon renunció en 1974. Murió en 1994 a los 81 años.

Woodward y Bernstein recibieron el Premio de Excelencia Periodística Pulitzer y se dedican ahora ambos a escribir libros, además de apariciones en televisión como analistas.

¿Cuál es la moraleja periodística de todo esto? A mi entender, un periodista debe mantener como sagrada la promesa de no revelar la identidad de una fuente secreta.

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