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EEUU: Unas elecciones con incertidumbre y desconfianza (Análisis)

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Washington, (EEUU).- (Especial para “Proceso Digital- Por Alberto García Marrder).

Los norteamericanos acuden a las urnas este martes en un clima de incertidumbre y desconfianza por unos decisivos comicios presidenciales y legislativos.

Estados Unidos ha sido, hasta ahora, un ejemplo democrático en su forma de votar cada cuatro años y el perdedor solía reconocer pronto su derrota.

Además, facilitaba elegantemente un traspaso de poder pacífico si fracasaba en su intento de reelección.

Con Donald Trump en la presidencia y en su búsqueda desesperada de la reelección, eso ha cambiado.

Le desconcierta, y no puede creer, que su rival demócrata, el ex vicepresidente Joe Biden, le lleve ventaja en todos los sondeos electorales. Y sospecha que si pierde, tiene que ser por un “fraude electoral”, no de otra forma.

El presidente Donald Trump busca la reelección por otros cuatro años más. (Foto Michael Reynolds-EPA-EFE).

Tanto que el semanario “The Nation” se pregunta en su portada: “Is Trump planning a Coup D’Etat?”. (“¿Está Trump planeando un Golpe de Estado?”. Y se contesta: “A muchos observadores, republicanos incluidos, les preocupa que sí y se están organizando para impedirlo”.

Casi 100 millones de norteamericanos van a votar, ya sea en persona o por correo. Y, más de 70 millones ya lo han hecho de forma anticipada.

Si votan unos 150 millones (el 65 por ciento del censo electoral) será todo un récord de participación, el mayor desde hace 112 años.

Estas elecciones son, en la práctica, un referéndum sobre Trump. Si Biden gana, será por el voto anti-Trump.

Varias horas para poder votar anticipadamente.(Foto.Michael Nigro-Pacific Press.Shutterstock)

¿Qué va pasar la noche del 3 de noviembre?

No mucho, pero sí bastantes nervios. Tal vez, en la madrugada del 4, se dé a conocer una tendencia del 20 a un 30 por ciento, que indique ya un posible triunfador.  Pero pendiente del resultado final que puede durar de unos tres a cuatro días más por el recuento de los votos por correo, lento, ya que es manual.

Y en la medianoche del martes a miércoles, es muy probable que Trump se adelante a declararse vencedor de las elecciones presidenciales, aunque no haya aún un recuento final.

Y cuando este llegue y si es a favor de Biden, podría denunciar que le quieren robar la presidencia con un “fraude electoral”, sin mostrar pruebas. 

El voto por correo le podría dar a Biden una victoria final. Pero antes de llegar a esa etapa, podrían pasar cosas terribles y tenebrosas. Ojalá me equivoque.

El candidato presidencial demócrata, el ex vicepresidente Joe Biden, en un mitin electoral. (Foto EPA-EFE).

Mi conclusión: por experiencia, no se fíen de las encuestas ni de la rápida autoproclamación de Trump.

Trump ha llevado a cabo en las últimas dos semanas una frenética campaña electoral en busca de una reelección por otros cuatro años más en la Casa Blanca. Y apenas recuperado de un ataque del coronavirus.

El columnista Ross Doutrat escribe en el diario “The New York Times” que el presidente Trump todavía podría ganar, a pesar que solo tiene de un 10 a un 15 por ciento de posibilidades.

“Y si gana, será un acto de la Divina Provincia.”, ironiza el columnista.

Biden sigue gozando de llevarle una ventaja de un 8 a un 12 por ciento en las encuestas previas y lleva a cabo una campaña electoral moderada, dejando que Trump le siga insultando y amenazándole que debe ser enjuiciado por corrupción.

Pero a pesar de los presagios negativos, Trump podría dar la sorpresa, como cuando en el 2016, ganó a la candidata presidencial Hillary Clinton.

Donald Trump cuando ganó la presidencia en el 2016. (Fox News)

A pesar que todos los sondeos pronosticaban una clara victoria de la ex Secretaria de Estado en la presidencia de Barak Obama. Su victoria fue por el Colegio Electoral y no por el voto popular, que perdió.

El experto en sondeos Robert Cahaly, que en el 2016 fue el único en pronosticar la victoria de Trump,  dice ahora que está en camino de repetir esa hazaña, “debido a esos seguidores ocultos y silenciosos que no quieren revelar su preferencia por temor a una represalia”.

Si Trump pierde el 3 de noviembre (y eso está por ver), será más que todo por la nefasta actuación de su gobierno para controlar la pandemia del coronavirus, que lleva más de 220,000 muertes en Estados Unidos y más de ocho millones de contagiados.

Y el peor enemigo de Trump ha sido él mismo. En su campaña electoral y en sus mensajes diarios por Twitter, vocifera insultos y descalificaciones groseras, además de Biden, contra la prensa, los científicos, los chinos (por el virus), los senadores republicanos que se le han virado y contra todo aquel que le lleve la contraria.

Todo para desprestigiar a Biden y reducir su ventaja electoral. Son los gestos desesperados del que sabe que podría perder. Y no va a reconocer su posible derrota, como lo ha dicho en público, en su reiterado intento de “deslegitimar” el sistema electoral del país.

Y este podría ser el peor escenario posible: cualquier “procedimiento irregular” en las mesas electorales o “extravío” de votos a favor de Trump en los estados con gobiernos demócratas, podría ser buena excusa para impugnar las elecciones.

Y para eso, ya están listos cerca de 700 abogados del Partido Republicano, según la prensa, para actuar en los 50 estados. Por supuesto, solo en caso que Trump vaya perdiendo.

La supuesta victoria de Biden quedaría en el aire, pendiente de las imputaciones judiciales. Y finalmente, sería el Tribunal Supremo el que podría decidir quién sería el próximo presidente de Estados Unidos.

Entonces entraría en juego la nueva mayoría conservadora (pro-republicana) de 6-3 en el alto tribunal.

Ahora se explica mejor la prisa que tenía el presidente y Mitch McConnell, líder la mayoría republicana en el senado, de aprobar la nueva jueza conservadora Amy Coney Barrett, a pesar de las airadas protestas de la minoría demócrata.

La nueva jueza del Tribunal Supremo, Amy Coney Barrett, (Foto EPA-EFE-Pool).

Todo este hipotético y desalentador escenario tal vez no llegue a producirse si Biden logra una victoria abrumadora que no se pueda disputar. No basta que sea “por los pelos”.

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