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EEUU: Si Hillary Clinton llega a ser la primera presidenta, se lo deberá al voto anti-Trump

Miami, (EEUU) – La ex Secretaria de Estado Hillary Clinton podría ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos y convertirse en la primera mujer que llega a la Casa Blanca, pero principalmente por los votos de castigo contra su rival republicano, Donald Trump.

La ex Primera Dama cuenta con esos votos, a sabiendas que Trump es impopular en más del 60 por ciento de los votantes en general y tiene en su contra, sobretodo, a las mujeres, latinos, veteranos de guerra y negros.

Pero antes de enfrentarse al magnate neoyorquino republicano, la ex Primera Dama tendrá que eliminar primero en las primarias demócratas al senador Bernie Sanders.

 

Hillary ClintonEn las primarias del estado de Kentucky del martes, Clinton ganó a Sanders por un estrecho margen de 46.7 a un 46.3 por ciento. Y en la costa del Pacífico, en las primarias de Oregon, Sanders era el favorito según las encuestas previas.

A pesar que Clinton sigue liderando en el recuento de los delegados ganados en las pasadas primarias, ya acumula 2,268 de los 2,383 delegados necesarios, Sanders no se retira y promete seguir hasta la convención de Filadelfia en julio.

Hasta ahora, Sanders tiene acumulados 1,490 delegados y es prácticamente imposible que supere a Clinton en las pocas primarias que faltan.

La continua presencia de Sanders en la contienda pre-electoral es un problema serio para Clinton, que por un lado no puede presionar para que abandone, pero tampoco puede estar gastando energía en las primarias y sufriendo algunas derrotas en vez de dedicarse a combatir a Trump.

Trump ganó las primarias republicanas en Oregon (ya había ganado los “caucus” de Kentucky el 5 de marzo), ya que no tiene rival tras el abandono de sus contrincantes.

Es posible qué en las primarias de California, del 7 de junio, alcance los 1,237 delegados necesarios para ser nominado candidato presidencial republicano en la convención de Cleveland (Ohio) en julio.

trump2El empresario inmobiliario tiene su propia guerra interna dentro de su partido y no termina de vencer los recelos del presidente (“Speaker”) de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el republicano con el mayor cargo institucional en el país, que todavía tiene dudas sobre si Trump es un genuino conservador o no.

Ryan está también preocupado por si una posible derrota de Trump en la contienda electoral presidencial del 8 de noviembre pueda acarrear derrotas republicanas en las elecciones del Congreso y el partido pueda perder el control del Senado.

Trump, a su vez, está teniendo problemas para escoger al candidato a la vicepresidencia por el “ticket” republicano, ya que la prensa ha mencionado que varios de los contactados han rechazado la oferta. Y es comprensible.

Jeff Greenfield, comentarista del prestigioso sitio de internet www.Politico.com, se pregunta quien querrá ser vicepresidente con Trump o Clinton : “ Si uno de ellos llega a la Casa Blanca, posiblemente vamos a  ver al vicepresidente más  marginalizado en una generación”.

Greenfield argumenta que si es Trump el nuevo presidente, su masivo ego va a eclipsar totalmente a su vicepresidente o vice presidenta.

Y si es la ex Secretaria de Estado la que gana, su vicepresidente será igualmente marginado por un “Súper poderoso Primer Esposo”, en referencia al ex presidente Bill Clinton, cuya futura presencia en la Oficina Oval de la Casa Blanca inquieta ya a los líderes demócratas.

La ex Secretaria de Estado ha insinuado que su esposo podría encargarse, dada su experiencia en dos mandatos presidenciales, de revitalizar la economía del país.

Bill Clinton dejó la Casa Blanca en el año 2000 con una economía saneada y con el mayor alto grado de popularidad y aprobación que jamás haya tenido un presidente americano desde la segunda guerra mundial.

Y eso a pesar que en 1998 el Congreso aprobó un proceso de “impeachment” (destitución) por “perjurio y obstrucción a la justica”, en un caso relacionado con el sexo que tuvo en la Oficina Oval con la becaria Mónica Lewinsky.

En 1999, el Senado lo declaró inocente y terminó su mandato presidencial.

 

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