Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Las portadas de la revista semanal TIME son significativas. Pero la que publicó con Elon Musk sentado en el escritorio presidencial “Resolute” era provocativa y hasta escandalosa. Es normal el enfado del presidente Donald Trump, un tipo narcisista y soberbio.
En ese escritorio tan simbólico, un regalo de la Reina Victoria de Inglaterra, sólo se sientan los presidentes de Estados Unidos. Y a Trump lo han elegido, a Musk no.

Pero a Musk lo ha nombrado Trump como principal asesor y le ha encargado reducir la burocracia estatal y a ser más eficiente el gobierno. Desde entonces, Musk, el hombre más rico del mundo por sus negocios en Tesla (automóviles eléctricos) XSpace (cohetes y misiles) y X (ex Twitter), entre otros, se ha dedicado a despedir miles de empleados públicos y a cerrar ministerios ( de Educación y Ayuda Exterior).
Es la sombra de Trump y en la Casa Blanca está por toda la Oficina Oval con acceso directo al presidente. Los mal pensados dicen que es un “romance” que va a durar poco y que Trump ya no aguanta que le robe portadas… y mucho menos que aparezca sentado en “su escritorio”. Aunque la foto habrá sido arreglada digitalmente.
Por ahora, Musk (nacido en Sudáfrica) le está haciendo a Trump los “trapos sucios” y dando la cara. Y le está perdonando hasta cuando hace ya la famosa foto el saludo nazi y apoya partidos ultra derechistas europeos.
Musk es inteligente y sabe más de tecnología que Trump, especialmente de la Inteligencia Artificial. Y le sobra el dinero. ¿Entonces qué busca estando cerca de Trump? Pues poder y contratos, especialmente para sus cohetes en los vuelos espaciales de la NASA a la Luna o Marte.
Y es Musk, además, extravagante, como pasear por la Oficina Oval con uno de sus once hijos con tres mujeres diferentes. Encima, el niño de cuatro años, de sus hombros y ante la prensa y un atónito presidente. A Musk le preocupa la actual baja natalidad mundial y quiere dar ejemplo con doce hijos con cuatro mujeres.

Todo lo que hace Musk es noticia, incluido los rumores, como que pretende comprar Intel, el gigante de los semiconductores. Lo que ha venido a sacudir el mercado tecnológico y el financiero.
Lo que está en juego es el futuro de la Inteligencia Artificial (AI) entre China y Estados Unidos. Y Musk tiene los ojos puestos en China, donde ya tiene una planta, en Shanghái.