spot_img

Dramáticos desafíos envuelven la vida de las mujeres en Honduras

Tegucigalpa – De estampa fina, ágil, sus ojos color miel muestran algo de cansancio, pese que apenas tiene 37 años, su rostro ya muestra algunos surcos y la piel también delata la aspereza de la vida.

– La historia de Katia es un retrato que se repite una y otra vez en la cotidianidad de miles de hondureñas que sufren violencia y que además son el sostén de sus hogares.

Katia se dedica a limpiar casas, planchar, lavar ropa y a cualquier menester doméstico donde pueda agenciarse algún dinero.

Trabaja cada vez que puede, no ha logrado la regularidad de un ingreso fijo que le permita hacer planes.

La vida de esta mujer ha sido compleja, vivió de niña los maltratos de una malvada abuela que la tenía bajo su cargo y así pasó su cruenta infancia hasta que en la adolescencia solo cambio de verdugo al compartir su vida con un hombre, que igual la maltrató a más no poder.

katia2Katia, relata entre otros detalles de horror, como era su vida en pareja, viviendo en un suburbio marginal de Comayagüela en el Distrito Central, La Flor. Recuerda que para ese entonces en la zona no había energía eléctrica, ni servicio de agua potable.

En esa época, hace unos 15 años, lavaba la ropa y los trastos de la cocina en unos pozos de agua (salada), donde los dueños de constructoras, además de usar el líquido, también tenían botadero de materiales de construcción.

Fue en ese entorno cuando un hombre la violó y la golpeó tras amenazarla con machete en mano. Angustiada y dolida llegó a su casa para compartir su desgracia con el marido que no dudó en culparla y recriminarla.

Como si reviviera de nuevo ese momento, cuenta que él la acusó de provocar y hasta permitir la violación, entonces le pegó hasta el cansancio para luego llevarla a la cama y obligarla a mantener intimidad con él reiteradamente.

katia1La violencia entonces se recrudeció y su marido no solo abusaba de ella y la golpeaba, sino que lo mismo hacia con su pequeño hijo al que aporreaba y maltrataba, – “para hacerme sufrir a mí” -, dice.

Poco después le llegó un nuevo hijo, una niña, que también fue objeto de abusos. “Ella lloraba porque era enfermosa y eso lo enojaba mucho”, rememoró.

El momento decisivo en la relación ocurrió cuando el marido tomó al niño por los pies y se subió a un muro alto, amenazando con dejarlo caer para matarlo; los vecinos intervinieron. Pero de regreso a casa, ella aprovechó que su marido dormía para salir corriendo y buscar auxilio en la Policía.

Relata que en su carrera por buscar ayuda llegó a la posta policial de Campo Cielo, la zona más cercana, pero de allí la remitieron a otra posta y luego a otra hasta que por fin alguien le dijo que fuera a la Fiscalía donde una funcionaria le brindó auxilio.

“Llegue a casa junto con cuatro policías que ella, en la Fiscalía, ordenó que me acompañarán”. Relató que escoltada de los agentes sacó a sus hijos y alguna que otra cosa de la vivienda, entonces sintió como si dejaba atrás el infierno.

Ahora Katia vive sola con sus hijos y se dedica a trabajar en todo lo que le sale para llevarles el sustento. Su hijo mayor, en plena adolescencia, aprende mecánica automotriz en un taller del barrio; la niña, también adolescente, no va a la escuela ni trabaja y es parte de las chicas en riesgo por la carencia de oportunidades.

katia3En Honduras, un informe del Banco Mundial (2016), indica que unos 800 mil jóvenes no trabajan ni estudian y la mayoría son mujeres; cuatro de cada cinco, se detalla.

Poco después el Juzgado de Familia estipuló a su expareja el pago de una pensión de mil cuatrocientos lempiras al mes como parte del sostén de sus dos hijos, pero aquello quedó en papeles.

Las madres y sus desafíos

daticoKatia, que tiene otro pequeño en edad preescolar, vive sola e intenta salir adelante y se gana la vida laborando en lo que puede. Datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Honduras, de la última Encuesta Permanente de Hogares de Propósitos Múltiples (EPHPM), destaca que hay 1.5 millones (1,577,089) mujeres económicamente activas, o sea que se han integrado al mercado de trabajo, ya sea porque tienen un empleo o lo buscan actualmente.

Estimaciones de organizaciones que trabajan el tema dan cuenta que más de un millón son madres que trabajan y su fuerza, tradicionalmente menor, ahora está casi al par de la de los hombres activos laboralmente.

Los datos del INE indican que el 62.6 % de las mujeres que trabajan se encuentran en el área urbana y un 37.4 % en el área rural.

Las madres trabajan especialmente en servicios, comercio y en la industria como actividades principales.

En el área de los servicios se encuentran las mujeres que trabajan como empleadas domésticas, lavanderas y en elaboración de alimentos.

Más allá de las cifras laborales,
las estadísticas escalofriantes

Pero más allá de estas cifras respecto al empleo, la realidad que viven en la cotidianidad las mujeres es brutalmente impactante en Honduras.

Esa realidad de las mujeres no es marcada simplemente por el trabajo, sino que básicamente por la violencia que sufren, especialmente de parte de sus parejas y familiares de su entorno.

A ello se suman las violaciones, abusos sexuales y otras agresiones que marcan sus vidas en medio de una lucha en un mundo de sobrevivencia y pobreza.

Este año Medicina Forense contabiliza 140 muertes violentas de mujeres, de las que el 70 por ciento se han ejecutado con armas de fuego.

Migdo AMigdonia Ayestas.La directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), Migdonia Ayestas, dijo que en la última década se han registrado en el país alrededor de 50 mil homicidios y, de ese total, cinco mil 507 muertes pertenecen a mujeres.

Existe un claro problema de justicia cuando estos eventos no son investigados, los hechores no logran ser identificados y todo queda en la impunidad, señaló.

Los datos estadísticos del OV-UNAH revelan que cada 16 horas es arrebatada la vida de una mujer en el país.

Aseguró que, en 2018, hasta mayo, 156 mujeres fueron asesinadas en los departamentos de Cortés, Atlántida, Yoro, Comayagua, Francisco Morazán y Ocotepeque.

Indicó que el 75% son femicidios y el 25% tienes conexiones (muertes por asalto y otras formas).

La tendencia apunta que al término de este año el número de mujeres víctimas de violencia se habrá incrementado en un tres por ciento, apuntó.

En ese contexto, Katia hace frente a la vida, sale de casa cada vez que consigue una limpieza o alguna tarea que realizar, no siempre el día es bueno, pero ella perennemente tiene que vencer el desafío para al menos alimentar a sus pequeños.

spot_img
spot_img

Noticias recientes

spot_img
spot_imgspot_img