Por: Daniel Meza Palma
Richard Baldwin, economista (entrevista BBC, 7/6/2020) plantea con respecto a COVID-19 que es necesario aplanar dos curvas: la del contagio y la de la recesión.
En el caso de una economía pequeña y un sistema precario de salud como en Honduras a 3 meses de la recomendación del Dr. Baldwin, no ha enfrentado apropiadamente ni la contención del virus, ni la recesión económica.
En el ámbito económico, las medidas fiscales y financieras para apoyar empresas y personas no han sido lo suficientemente completas, amplias y oportunas como para solucionar, en el caso de las empresas, el deterioro en la liquidez por ausencia de actividad de los negocios; y en cuanto a personas, las transferencias monetarias o en especie han abarcado a un reducido número de personas.
Conforme al Fondo Monetario Internacional, la recesión esperada para 2020, significará una contracción económica de 3.3%.
En lo relativo a salud, el dato de contagios ha ido en ascenso permanente con incrementos crecientes. La desesperación por reabrir la economía y reactivar los negocios parados por la cuarentena indujo a la adopción de la denominada apertura inteligente que inició el 1 de junio de 2020 con 5,362 individuos contagiados acumulados. El 6 de julio de 2020 el dato de contagiados alcanzaba 24,665 personas (SINAGER).
El manejo de las pruebas para detectar los casos positivos observa un rezago de días y hasta semanas, por lo que, los datos de la curva epidémica con esa salvedad son oficiales, útiles y únicos.
En otras latitudes, la apertura se dio cuando la curva epidémica iba en descenso, acercándose en un gráfico paralelo al eje 0X. Y han retornado a cierres parciales, donde rebrotes amenazaban con salirse de control.
Hoy, la urgencia surge de los médicos y el personal sanitario trabajando en primera línea en hospitales colapsados intentando salvar vidas a costa de la propia existencia, mientras demandan cierres económicos de ciudades epicentro para detener el desastre.
Enumerar las causas que están llevando al esparcimiento más abarcador del virus es un ejercicio importante como lección aprendida para que no se repita en próximas pandemias. Una encuesta de la UNAH reveló hace semanas que el 27% de la población no creía en el COVID-19. El comportamiento deliberado de quienes tienen recursos para protegerse con medidas de bioseguridad y no lo hacen, junto al no deliberado de aquellos que sí se protegen no comen, ha expandido la cobertura del contagio a mayor número de personas. Un dato que nadie está en posición de aportar con certeza.
La tendencia de la curva epidémica es más sombría que la económica. Junto a los pacientes, está diezmando al personal sanitario. Entonces, o desciende esta curva o los próximos contagiados no tendrán quien los atienda.