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Dimensión económica de la prevención

Por: Daniel Meza Palma

La prevención de desastres es la contrapartida a una inapropiada gestión de riesgos, vinculados a desastres naturales, acciones terroristas de cualquier tipo, o pandemias como la del COVID-19.

Existen estudios sobre la diferencia de prevenir una enfermedad y el costo de curarla o sencillamente mantener al paciente con una precaria calidad de vida.

Los daños o impactos de los desastres son exacerbados por la acción u omisión de los seres humanos, asociados a una falta de cultura en cuanto a prevenir o evitar en lugar de reconstruir y curar.

Basado en un escrito de Reinara Mecer de la Universidad de Munich, una forma de manejo de riesgos es a través de instrumentos financieros utilizando la transferencia del riesgo (particularmente seguros y reaseguros) por parte de los gobiernos de los países en desarrollo a fin de proveer beneficios netos y aumentar el bienestar social.

Reducir la vulnerabilidad a los desastres en países en desarrollo puede ser el reto más crítico del presente milenio. El rápido crecimiento de la población, la urbanización, la degradación ambiental y el cambio climático global están contribuyendo al aumento de la frecuencia y magnitud de los desastres y su impacto más trágico es en las vidas de los más pobres (Wolfenson y Cherpitel (2002).

Los siguientes criterios son utilizados para definir un gran desastre:(Smith 1996: i) Más de 100 bajas; ii) Daño económico en exceso del 1% del PIB o iii) Afectada más del 1% de la población del país. Las pérdidas directas son los impactos en el flujo de bienes y servicios como está ocurriendo con el COVID-19 al paralizar la economía. Pérdidas indirectas ocurren como consecuencia de la irrupción en las empresas y los hogares, la interrupción de negocios y la pérdida de empleos y salarios.

Los impactos macroeconómicos comprenden los efectos en las variables económicas, como el PIB, el consumo, la inversión, el tipo de cambio, la deuda y la inflación, así como a la reubicación de recursos del presupuesto nacional para alivio y los esfuerzos de reconstrucción.

En Honduras COVID-19 comparado con el Mitch, está causando pérdidas humanas y económicas que no es posible estimar ahora, con precisión. Con el huracán, en 30 días se calcularon las pérdidas humanas, de infraestructura y económicas. La pandemia está en marcha, desde hace un mes, sin fecha de culminación.

La vulnerabilidad económica que revela el COVID-19 será determinada al estimar las consecuencias y la habilidad del gobierno y del sector privado para financiar las pérdidas directas incurridas.  Esa vulnerabilidad, es definida como la falta de ahorros internos y externos para financiar las inversiones de rehabilitación y reconstrucción post-desastre.

El manejo del riesgo está siendo asumido por los individuos, las comunidades, los negocios y el gobierno. Ante la pandemia global, no puede esperarse la solidaridad internacional tipo Mitch y el financiamiento multilateral dependerá de renegociaciones de la deuda externa.

Antes del Mitch, el tiempo de transporte a los mercados en la mayoría de las regiones era menos de dos horas, y luego del Mitch, subió a 16hrs en un gran número de regiones. Ese elemento adverso no estará presente después de COVID-19.

La variedad de desastres que acechan a la humanidad es entre otros:

Detonación nuclear; Ataque biológico – Aerosol Ántrax; Brote de enfermedad biológico – Influencia pandémica; Ataque biológico – Plaga; Ataque químico – Agente provocador de ampollas; Ataque químico – químicos tóxicos industriales; Ataque químico – Agente nervioso; Ataque químico- Explosión de tanque de cloro; Ataque radiológico – Aparatos radiológicos dispersos; Ataque de explosivos – bombas utilizando aparatos explosivos improvisados; Ataque biológico – contaminación de alimentos; Ataque biológico – enfermedades animales foráneas; Ataque cibernético; Incendios forestales

La acción ex -ante los desastres resulta mucho más barata y garantiza la reducción del impacto de los desastres. Es por ello que la prevención, planificación e inversión en la gestión de riesgos es necesaria para reducir las pérdidas humanas y materiales. Estas acciones resultan como la adquisición de una prima de seguro cuyo valor suele, ser muy inferior a la reposición de los bienes afectados por un desastre.

El Estado hondureño debe sistematizar los esquemas de prevención y planificación de desastres, apoyando a aquellas instituciones que ya están constituidas en la gestión de riesgos en el país (salud).

El Gobierno en general, tiene la responsabilidad de impulsar la prevención, con el apoyo de la empresa privada, la sociedad civil organizada y de la población en general.

Las pandemias continuarán. El asunto para el futuro será cuán preparado estará Honduras para mitigar su impacto.

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