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Despedida

Daniel Meza Palma, Exsecretario de Planificación, agosto 1984-enero1986

De los momentos más dolorosos de la existencia son aquellos cuando se debe decir adiós a un ser querido. Desde un familiar hasta una mascota. Duele y debe doler.

Hay otros momentos impregnados de dolor que tienen relación a circunstancias menos dramáticas, pero igualmente traumáticas.

Alejarse obligadamente de un puesto público después de un buen lapso, provisto de todo tipo de privilegios como: oficina, transporte, subalternos, guardaespaldas, viajes al exterior, etc. es capaz de provocar una sensación de pérdida similar al inducido por el denominado “síndrome de abstinencia”.

Varios factores pueden contribuir a que el sentimiento de desolación sea más impactante. En primer lugar, los puestos públicos a nivel de funcionario son por naturaleza, volátiles. Eventualmente la esperanza de vida de una alta posición es como sumo igual a un período de gobierno. En segundo lugar, los puestos ejecutivos tanto de sector público como privado suelen ser apetecidos por numerosos aspirantes que se autocalifican con igual o mejor derecho que quienes están ocupando los cargos a los que aspiran. En tercer lugar, los funcionarios suelen olvidar con rapidez que aquello para lo cual han sido nombrados adolece de tal fragilidad que está sujeto a eventos circunstanciales y externos que determinan que su presencia en el puesto dependa de ciclos temporales independientes de su voluntad o deseos.

El descenso de la escalinata del poder, los privilegios y hasta la inmunidad e impunidad resulta mucho más doloroso cuando quienes se han acostumbrado a perdurar en altas esferas, se han aferrado a espejismos exagerados de permanencia, indispensabilidad e inamovilidad. Resulta usual para algunos funcionarios, trasladar desde la quietud de sus hogares, todo tipo de elementos que les otorgan la sensación de transformar la oficina en una extensión de la casa. Descolgar fotos familiares, reconocimientos, títulos, artesanías de lugares que han visitado, etc. suele acentuar la tristeza del alejamiento de un lugar en donde se es inquilino temporal y no pertenece a nadie. O en el caso de empresas privadas, pues pertenecen a sus dueños.

Donde no se cuenta con escuelas de líderes en donde se preparan individuos prospecto a ocupar altos puestos, es la sabiduría de cada uno la que determinará el comportamiento apropiado en el desempeño de la posición que se les confíe. La conducta de los funcionarios en los puestos de poder determinará el reconocimiento que el público le dispensará una vez fuera de los mismos.

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