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Decir la verdad con arraigo periodístico y agallas, concita padre Ovidio en misa a Villatoro

Tegucigalpa – Que la voz de los periodistas no se apague, aquí no cuenta la censura, sí se callan, ¿Quién hablará? fueron las palabras que se escucharon resonar en la catedral de Santa María de Suyapa en Tegucigalpa en la celebración de la misa de cuerpo presente en ofrenda al periodista Alfredo Villatoro, secuestrado y posteriormente asesinado hace dos días.
 

La reflexión del sacerdote Ovidio Rodríguez, sacudió la consciencia de decenas de periodistas que se confundían entre la feligresía, amigos, diplomáticos, escasos funcionarios y centenares de asistentes que llenaron el templo católico.

La urgencia de mantener vivo el pensamiento libre, la libertad de expresión y de prensa fue un tema central y hondo en momentos en que los periodistas hondureños viven una fuerte envestida criminal que ha cobrado al menos 24 vidas de comunicadores en los últimos dos años y que con la muerte de Alfredo Villatoro parece haber llegado al punto en que la crisis rebalsó el baso de lo soportable, según dijo el padre Rodríguez.

Ustedes los periodistas deben ser como el profeta, deben “anunciar y también denunciar, no pueden callar”, reafirmó el prelado en su mensaje.

“Tocaron un baluarte del periodismo, estamos indignados pero esperanzados reafirmó una y otra vez el padre Ovidio Rodríguez al intentar transmitir valor a los periodistas en cuanto a la realización de sus coberturas en la estricta objetividad, sin ocultar y al final sin callar.

“Sí ustedes se callan, ¿Qué puede pasar en Honduras?” Volvió a cuestionarse a la vez que recordó que hay que rescatar la educación la salud, la economía y la seguridad, derechos que a su juicio han sido secuestrados del alcance de los hondureños.

“la verdad os hará libre…..ustedes juran decir la verdad, deben tener agallas y arraigo periodístico, ustedes los periodistas son protagonistas de lo justo, lo bueno y lo noble” manifestó combinando textos bíblicos con sus reflexiones en la búsqueda de sacudir la conciencia de los miembros e la prensa.

Apagaron la voz, pero no el espíritu de Villatoro

“La muerte interrumpe de una manera brusca en estos seres queridos que han sido parte de la historia, de manera particular en la historia de su esposa, sus hijos y su familia, porque si así estuvo Alfredo siempre, fue comunicador, pero fue ante todo padre, esposo, amigo y después periodista”, relató Rodríguez.

“Que lo sucedió a Alfredo no apague sus voces, al contrario sigan de frente brindándole al pueblo hondureño la información con ese mismo espíritu de servicio con el que han laborado hasta el momento”, pidió.

Agregó que “estamos indignados… que no quepa duda, hay una conmoción nacional, pero estamos esperanzados también como diría el apóstol Pablo: humillados, pero no aplastados, apenados, pero no desesperados, perseguidos mas no abandonados”.

“Hoy estamos aquí con mucha esperanza porque han muerto una veintena de periodistas y la gota que rebalsa esta situación es la vida de Alfredo y si de pronto hemos metido esa frase de protesta, justicia tardía, no es justicia… me atrevo a decir que recompensa tardía no es recompensa tampoco”, señaló.

El líder católico acotó que “una vida no se puede recompensar con dinero, pero en este mundo tenemos que negociar hasta eso, la vida de un inocente, que paso por cuotas de sufrimiento, pero que supo unirnos incluso al sufrimiento de Jesús, sabemos que tuvo un ayuno obligado, fue torturado, pero sabemos que él pudo unir desde su fe su sufrimiento a los padecimientos de Cristo”.

Y continuó Rodríguez: “Alfredo se convierte en un referente para el mundo periodístico, para el mundo de la comunicación y para ustedes queridos periodistas porque Alfredo los ha unido, la muerte de él no es vana, ha unido al gremio periodismo que tenía heridas”, manifestó.

El presbítero sostuvo que Alfredo representa a todo aquel que aparece torturado y mutilado en calles, campos de cultivos y senderos escondidos.

“Por eso le decimos al gremio periodístico que aquí no cuenta la censura personal porque si ustedes callan ¿quien hablará?”, preguntó.

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