Tokio – El canadiense Andre de Grasse, amigo de Usain Bolt, el campeón olímpico de 200 en los tres últimos Juegos, heredó del astro jamaicano el título con un tiempo de 19.62, récord nacional, relegando a Estados Unidos a un triplete secundario.
Kenneth Bednarek (19.68, récord personal), Noah Lyles (19.74) y el adolescente Erriyon Knighton (19.93), los tres estadounidenses tuvieron que inclinarse ante la punta de velocidad del canadiense, subcampeón en Río 2016, que eclipsó por completo al campeón del mundo Lyles.
Como sucedió en los 100 metros, la final de 200 buscaba un sucesor para Bolt, invariable campeón desde Pekín 2008, y el más señalado pretendiente era Noah Lyles, campeón del mundo en ejercicio, con el mejor registro mundial del año (19.74) y en posesión de una marca personal de 19.50 (de 2019).
Lyles no perdía una carrera de 200 desde junio de 2019, cuando le batió su compatriota Michael Norman en Roma, pero hoy sido derrotado por partida doble.
Invicto a lo largo del presente año, Lyles volvía a tener, sobre el papel, como principal adversario a su compañero de equipo Kenny Bednarek, que había estado a solo cuatro centésimas de él las dos veces que se habían enfrentado.
El tercer norteamericano en la final era el adolescente Erriyon Knighton, de 17 años, que este año, con un crono de 20.04 en los campeonatos nacionales, había quitado el récord mundial sub-18 al mismísimo Usain Bolt, y en la misma competición hizo récords mundiales sub-20 tanto en semifinales (19.88) como en la final (19.84). Aquel tercer puesto le valió para estar en Tokio.
La omnipresencia del astro jamaicano desde 2008 había privado de títulos a Estados Unidos desde entonces. La última vez que el gigante norteamericano ganó esta prueba fue en los Juegos de Atenas, y además con triplete: Shawn Crawford, Bernard Williams y Justin Gatlin.
En Tokio, pese a no estar su eterno verdugo, Estados Unidos sigue sin recuperar la corona del esprint sostenido.