De Caín a Hitler

Por: Otto Martín Wolf

No creo que hayan existido otras ciudades llamadas Sodoma o Gomorra, excepto las de la leyenda bíblica. Por qué? Porque esos nombres quedaron marcados como las más depravadas de la historia.

Lo mismo el nombre Caín, señalado –según la leyenda- como el primer asesino (fratricida) de la humanidad.

Hay nombres o apellidos que nadie quiere utilizar, como Hitler, por ejemplo. Algunos de sus parientes lo han repudiado al grado de solicitar el cambio legalmente. Al caso de Hitler debo agregar la estigmatización de un símbolo milenario de origen hindú –la esvástica- adoptado por él para el Partido Nazi.

Nadie, excepto los neonazis, se atrevería jamás a utilizarla. La esvástica quedó identificada para siempre con uno de los genocidios más terribles de todos los tiempos.

Argentina tomó préstamos por todo lado para financiar su economía. En aquél momento -de grandes problemas financieros para esa nación- los prestamistas eran vistos como salvadores y alabados por todos, especialmente por el presidente de turno.

Pasó el tiempo, el gobierno se gastó toda la plata y luego no pudo pagar sus deudas. Alguien muy inteligente en Argentina decidió bautizar parte de esos préstamos como “Fondos Buitre”, convirtiendo ante la opinión mundial en aves carroñeras a los acreedores de una deuda legítima.

Pero, cuando no se les puede pagar, se les asigna el nombre “Fondos Buitre”, el cual, desde ese punto de vista de mercadeo político, es magnífico, aunque totalmente injusto.

Estoy seguro que cuando Argentina estaba desesperada por dinero los hubiera llamado “Fondos Angel” si los bancos se lo hubieran puesto como condición para el préstamo.

La palabra “Gay” significaba alegre, sin preocupaciones y brillante, eso hasta que los homosexuales se apropiaron del término, cambiando para siempre su verdadero concepto.

Lo mismo está a punto de ocurrir con el Arco Iris, fenómeno natural asociado al romance y a la leyenda de la fortuna que se encuentra al final del mismo, ahora símbolo del movimiento gay.

Hay ciertos nombres que parecen ligados para siempre a determinados animales: Nerón, salvaje emperador de la antigua Roma, prestó su nombre para siempre a los perros, así como Pepito está ligado a la idea de un niño travieso y vulgar.

Los idiomas cambian a veces lentamente, tanto que una sola generación no es capaz de darse cuenta de que está ocurriendo, como fue el caso de coche, vehículo tirado por caballos u otros animales, cedido suave y voluntariamente al moderno coche mecánico.

Otras, el cambio o nacimiento de nuevas palabras es vertiginoso, tal es el caso de los términos asociados a Internet y a la tecnología moderna.

Escanear, faxear, twittear, googlear, son una muestra de las muchas palabras nacidas hace apenas 15 ó 20 años.

El cambio de los idiomas es tan radical que a nosotros nos sería casi imposible entendernos con alguien hablando el español de hace cien años, lo mismo sucederá con el español que se hablará dentro de un siglo.

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