Tegucigalpa – Miembros del heroico Cuerpo de Bomberos de Honduras rindieron honor a la Virgen de Suyapa en el quinto día de novena por el 278 aniversario de su hallazgo.
Los apagafuegos rindieron tributo y honor a la “Patrona de Honduras”, con una procesión que inició al frente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Posteriormente, formaron parte de una misa solemne presidida por el padre Hermes Sorto, capellán de los bomberos.
Los uniformados rindieron tributo con cantos y flores a la “Patrona de Honduras”.
Tanto la junta de comandantes como los voluntarios del cuerpo de socorristas se hicieron presente en la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa para rendir honor a la “Madre de Dios”.
Este año se conmemoran 278 años desde aquella tarde en que la Madre de Dios se quiso entregar a los hondureños bajo la advocación de María de Suyapa.
En el año 1925, el papa Pío XII declaró a Nuestra Señora de Suyapa, Patrona de la República de Honduras, y se escogió el 3 de febrero como el día de la celebración patronal, con misa y oficio propios.
La diminuta imagen de “Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa” fue hallada un sábado del mes de febrero hace ya 276 años, por Alejandro Colindres, un joven y humilde labrador y por un niño de ocho años llamado Jorge Martínez, quienes regresaban a la aldea de Suyapa, cansados de trabajar todo el día en la cosecha del maíz.
Ya llevaban la mitad de la jornada cuando les anocheció. Habían llegado a la quebrada del Piligüín un buen lugar para pernoctar. Allí se acostaron en el duro suelo. Enseguida Alejandro sintió que un objeto, al parecer una piedra, le impedía acomodar la espalda. A oscuras lo tomó del suelo y lo arrojó lejos.
Curiosamente al recostarse nuevamente sintió aquella molestia en el mismo lugar y esta vez no lo tiró sino que, intrigado por lo acontecido, lo guardó en su mochila. A la luz del amanecer descubrió sorprendido que el misterioso objeto era una pequeña imagen de Nuestra Señora de Suyapa, tallada en madera de cedro.
Nuestra Señora de Suyapa mide apenas seis centímetros y medio; obra muy antigua posiblemente trabajada con devoción por algún artista aficionado. En su mirada angelical se refleja la nobleza de la raza indígena. Es morena, de rostro ovalado, mejillas redondeadas, y su lacia cabellera le llega hasta los hombros. (RO)