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Cuando transmití la muerte de Franco y el golpe de estado en España

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Miami, (EEUU) – De mis 35 años como corresponsal extranjero, hay dos noticias que transmití que no puedo olvidar: la muerte del dictador español Francisco Franco en 1975 y el golpe de estado de 1981 contra la incipiente democracia española.

Era entonces redactor jefe, en el turno de noche, de la sección de internacional de la agencia española de noticias EFE en la central de Madrid y viví intensamente esos dos hechos noticiosos al pasar por mis manos todo lo que se transmitía a los centenares de abonados en América Latina.

Franco, que ya había cumplido 82 años tras casi 40 años como “Caudillo de España”, tuvo una agonía larga, lenta y dolorosa. Sufrió tres infartos, se le extirpó casi dos terceras partes de su estómago por una úlcera séptica, diálisis y una hemorragia estomacal.

En la mesa central teníamos conocimiento minuto a minuto de la gravedad por un periodista que teníamos estacionado en el Hospital de la Paz y todo estaba preparado para dar a conocer su muerte, informativamente.

franco2Pero éramos la agencia oficial del estado y hasta que no lo diera EFE, Franco no estaba muerto. La responsabilidad era grande.

A las once de la noche, del 19 de noviembre, fue desconectado de los aparatos que lo mantenían vivo y vino a morir finalmente como a las cuatro de la madrugada del día siguiente, 20.

Cuando lo supe, pedí incesantemente al subdirector del turno de noche-madrugada que me diera permiso para enviar el “flash” de su muerte. Lo pude transmitir al fin tras este consultar con un alto miembro del gobierno.

franco3España entraba en una nueva etapa tras la muerte de Franco y comenzaba la era de la transición hacia la democracia, pero con paso lento y obstáculos por parte de la vieja guardia franquista.

Como, por ejemplo, el 23 de febrero de 1981, cuando el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero asaltó el congreso de los diputados en Madrid para comenzar un golpe de estado, en el que estaban implicados varios generales.

Mientras votaban los diputados la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como nuevo jefe de gobierno, tras la dimisión del centrista Adolfo Suarez, entró en el hemiciclo el coronel Tejero blandiendo una pistola y gritando “Quieto todo el mundo”.

La toma del congreso duró hasta la madrugada siguiente mientras Tejero esperaba que se presentara una “alta autoridad” para nombrar un nuevo presidente de gobierno.

Los militares golpistas tomaron poco después la sede de la Radio Televisión en Prado del Rey (RTVE) y Radio Nacional de España y esperábamos en la redacción que la próxima ocupación militar sería la Agencia EFE, que no paraba de dar noticias.

En el momento álgido de la madrugada bajó de su despacho, en la tercera planta, el presidente de EFE, Luis María Ansón, y colocándose detrás de mí y poniendo una mano sobre mi hombro, me dijo: “Marrder, tranquilo, sigan transmitiendo informaciones”.

franco4Y con un retraso bastante significativo, hasta la una de la madruga, habló por fin por televisión el rey Juan Carlos I, vestido de uniforme de Capitán General de los Ejércitos, para condenar el golpe y dar a entender que la monarquía no tenía nada que ver con esa locura de Tejero.

Tejero,  al final desistió y se entregó. Fue condenado a 30 años de prisión, pero solo cumplió 14. Los generales conspiradores, Alfonso Armada y Jaime Milans Bosch, fueron condenados también a 30 años, pero fueron indultados, el primero en 1988 y el segundo en 1991.

En el momento del asalto al congreso, EFE tenía fotógrafos a ambos lados del hemiciclo y los carretes de fotos de estos, así como los de otros medios, fueron decomisados por los militares y guardias civiles alzados.

Solo dos fotógrafos de EFE, Manuel Barriopedro y Manuel Hernández de León, pudieron sacar un rollo escondido cada uno. El primero, escondido dentro un zapato y su foto que ilustra esta nota, fue la que dio la vuelta al mundo y fue premiada como la del año.

Hernández de León pudo sacar su rollo escondido en su calzoncillo.

Hay que recordar que entonces no existía la fotografía digital ni teléfonos inteligentes para poder transmitir directamente desde la cámara y se dependía de los carretes de fotos que había que revelar primero.

Cuando vi la foto de Barriopedro, sabía que había una historia para contar, además de la ocupación del congreso.

Bajé a la sección de Gráfica en el edificio de Espronceda 32 y le pedí a Manolo, con quien he compartido muchas experiencias periodísticas por todo el mundo, que me contara como hizo esa foto tan dramática y expresiva.

Envié esa crónica firmada y el resto ya es historia. Barriopedro logró ese año el premio “World Press Photo of the Year”, por la foto periodística más importante del año, seleccionada entre 5,319 fotos de 915 fotógrafos de 51países.

Cuando regresaba a mi apartamento esa mañana a la Ciudad de los Periodistas, me llevé otro susto cuando vi desfilar varios tanques por la Carretera de la Playa.

Eran los de la Brigada Acorazada Brunete que regresaban a su base de El Goloso, en la carretera hacia Colmenar Viejo tras el fracasado golpe militar.

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