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Cuando llegué a Honduras en el avión del Rey de España

Miami, (EEUU) – En la central de la agencia española de noticias EFE en Madrid la cobertura de un viaje de los Reyes de España al extranjero era de lo más apetecible entre los periodistas que trabajábamos en la mesa central de internacional.

Por eso cuando se anunció que el Rey Juan Carlos I y la reina Sofía harían un viaje oficial a Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá en agosto del 1977, comenzó el interés entre los periodistas.

Tuve la suerte de ser escogido para ese largo viaje y con esa enorme responsabilidad de cubrir la visita del Jefe de Estado de España y quiero pensar que no lo hicieron simplemente por qué había nacido en Honduras.

Por lo tanto, iba a convertirme en el primer periodista hondureño que viaja con un Rey de España y en el primer periodista extranjero encargado de la cobertura periodística de un Jefe de Estado de España en un viaje oficial al exterior.

Había entrado a trabajar como redactor en la Agencia EFE en Londres en 1967, después fui trasladado a la central de Madrid, donde pasé luego a las oficinas de la agencia en Washington y Panamá, donde fui co-fundador de la agencia centroamericana de noticias ACAN-EFE.

Y ocupaba el puesto de redactor jefe en la sección de internacional cuando se produjo el viaje.

Fue un vuelo directo de Madrid al aeropuerto de La Aurora de Guatemala. En el grupo de periodistas que íbamos brillaban por su presencia los famosos columnistas españoles y directores de los diarios de Madrid y Barcelona.

En las últimas filas íbamos los verdaderos “currantes”, los llamados “agencieros”, los periodistas de agencias de noticias, que son los que realmente cubren en su totalidad el viaje de un monarca español, en un trabajo esencialmente anónimo, ya que pocas veces firmamos nuestros despachos informativos.

Después de la visita oficial a Guatemala, la comitiva real, con los periodistas, voló a Tegucigalpa, en un avión más pequeño, un turbohélice Lockeed Electra de SAHSA, ya que el avión de Iberia, un DC-8-62, no podía aterrizar en el aeropuerto de Toncontin por ser muy corta la pista.

Entonces gobernaba en Honduras el general Juan Alberto Melgar.

Melgar4En una recepción en la Casa de Gobierno, pronunció un florido y encendido discurso, antes de un brindis, ante la mirada un poco atónita de la Reina Doña Sofía, a la que luego dio un abrazo demasiado efusivo, tras condecorarla con la orden de Francisco Morazán.

En menos de un año después, el 8 de agosto de 1978, el General Melgar, fue derrocado por una Junta Militar, integrada, entre otros, por el general Policarpo Paz García.

Melgar2En San Pedro Sula y en el barrio de Guamilito, el general Melgar y su familia eran casi vecinos nuestros, cuando él era el jefe de la Segunda Zona Militar del país.

En la recepción que dio la embajada de España en Tegucigalpa a los españoles residentes en Honduras, pude saludar y abrazar a mi padre, José García Sánchez, a quien no miraba desde hace cinco años.

El monarca español firmó en ese viaje un acuerdo real para autorizar al equipo España de San Pedro Sula a llamarse Club Real España.

La propuesta fue una iniciativa del licenciado Ricardo Alonso Flores, quien era entonces Secretario General del Club España. El llevó personalmente la carta a Madrid que había firmado el general Melgar, como Jefe de Estado de Honduras y, a la vez, presidente del España.

Según me cuenta Flores, la propuesta conllevaba la Presidencia Honoraria del Club y la respuesta llegó en una nota oficial del Palacio de la Zarzuela, firmada por el Duque de Mondejar, Jefe de la Casa Real, autorizando la Presidencia Honoraria y el uso de Real España.

Con el Rey Juan Carlos tuve otros encuentros en mi larga carrera como corresponsal de la Agencia EFE.

Diez años después, volando de Los Ángeles a Madrid, su avión de la Fuerza Aérea Española, tuvo que hacer una parada de emergencia, por una avería técnica, en la base aérea de Andrews, en las afueras de Washington.

Melgar3Entonces era el director de la oficina de EFE en la capital norteamericana y avisado por una fuente que tenía en la embajada española, me llegué a la base, siendo el único periodista presente en los casi seis horas que tardaron en reparar la avería.

Durante casi todo ese tiempo de espera, estuve dentro del reducido grupo que escuchaba al rey, en la cafetería de la base y que incluía al entonces ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordoñez.

El grupo realmente lo que hacía era escuchar las gracias y chistes subidos de tono sexual que el monarca español relataba con bastante naturalidad y desparpajo.

En todo momento, el rey de España sabía que el cuarto del grupo era un periodista, condición profesional que no oculté.

Estuve dando información durante varias horas de la emergencia del avión, aprovechando que era el único periodista presente y con absoluta primicia.

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