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Cuando el destino nos alcance

Pedro Gómez Nieto

Estamos en campaña para elecciones primarias. Si la pandemia no lo puede impedir tampoco podrá hacerlo una caterva de políticos fracasados que llevan 34 meses intentándolo. Según Nasralla, el salvador: “No puede haber elecciones con este gobierno, primero hay que sacarlos a todos y nombrar un gobierno provisional”. Exigiendo con humildad: “He ganado dos veces la presidencia con un millón de votos en cada elección tengo el derecho a presidirlo”. Honduras no es Matrix, su realidad virtual donde los televidentes de su concurso son sus votantes. La política no es un “reality show”.

La sociedad hondureña espera conocer sus brillantes ideas para salir del subdesarrollo. Solo conocemos su populismo de parvulario: “Cuando sea presidente no habrá más caravanas. Techo, trabajo y tortilla para todos”. “He creado un nuevo partido para sacar al nacionalismo del poder”. ¡Que soberbia! La finalidad de un partido político es compartir principios y valores que inspiran un ideario, banderín de enganche de un electorado que con su voto respalda democráticamente el acceso al poder. ¿Cuál es su actual ideario político? A cambio de la banda presidencial ha transitado desde la ideología conservadora a la socialista chavista. Eso se llama corrupción ideológica. Como en campañas anteriores, se victimiza para justificar la próxima derrota: “Se está preparando un fraude”.Hay políticos narcisistas que se autoengañan creyendo que por hacer algo bien pueden hacer cualquier cosa bien. El “principio de Peter” establece que en una sociedad jerarquizada, el profesional que asume sucesivas responsabilidades termina llegando a su nivel de incompetencia. Oportunistas aprovechándose de un pueblo machacado que busca héroes para alimentar su maltrecha esperanza, por eso aparecen mensajes como: “Teófimo López ¡presidente! Choco Lozano ¡alcalde!”.

Hay gestos, frases, que forman parte de las señas de identidad del político. La imagen de Winston Churchill es inseparable de la “V” de victoria que hacía con dos dedos de la mano por la derrota de Alemania. Finalizada la guerra, aprovechando su enorme popularidad, se postuló nuevamente para el cargo de primer ministro por el Partido Conservador perdiendo las elecciones. ¿Por qué? Porque los electores entendieron que una cosa era tener liderazgo y capacidad para ganar la guerra y otra muy distinta tener la sensibilidad necesaria para ganar la paz. Churchill adolecía de ella, unido a su marcada soberbia y menguada tolerancia. Hubo medio millón de ingleses muertos cuyos familiares fueron a votar afectados emocionalmente. Perdió las elecciones por su falta de empatía, no visualizó que: aunque la gente necesita dinero en la bolsa los muertos también votan…

Sobre los gestos de nuestros políticos destaca uno del prócer “honesto”, Orlando Zelaya, realizado finalizadas las pasadas elecciones. Habiendo protagonizado la peor derrota sufrida por el Partido Liberal, en lugar de convocar una conferencia para explicar al liberalismo las causas de su fracaso prefirió reunirse con el candidato de Libre para estrecharle la mano ante los medios, reconociéndole como su presidente electo. Un gesto escenificado que pactaron previamente. Ese “abrazo de fracasados” recuerda al que la historia llamó el “Abrazo de Vergara”. El general Espartero, vencedor, y el general Maroto, derrotado, en Vergara provincia de Guipúzcoa, España, sellaron con un abrazo el fin de la primera guerra carlista. Acto que muchos vencidos calificaron de traición. El gesto de sumisión de Orlando Zelaya a Nasralla, corrupto ideológico, sigue cuestionado por un sector del liberalismo al que despectivamente llama el “lado oscuro”, y que pretende destruir aprovechando su posición de poder en el Consejo Central Ejecutivo donde controla su “lado correcto”. ¿Cuál dictadura? Ese pacto entre dos perdedores tuvo como objetivo derrocar al gobierno utilizando para ello cualquier procedimiento, legal o delictivo.

Impunemente injurian y calumnian a las Fuerzas Armadas, incluso acudieron al Estado Mayor para exigir a las autoridades militares que derrocasen al gobierno, asumiendo ellos el poder mediante un gobierno provisional. Al fracasar en sus pretensiones golpistas profesan un “cariño especial” al Ejército. Su legado político es haber contaminado la convivencia, ensuciado la imagen país allá donde fueran, alejado la inversión, debilitadas las instituciones… Ahora toca cambiar votos por humo, cual trileros de feria. Blanquearel sepulcro, subirse al pedestal de la moralidad y engañar nuevamente al electorado con el mesianismo populista. En sus partidos políticos y entorno familiar practican lo que denuncian: nepotismo, prepotencia, conspiración y tiranía. El destino les espera en las urnas.

“La elección, no la casualidad, determina tu destino”. -Aristóteles-

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