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Crónicas de un taxista: Desde “el Bananagate” y “la virgen del pasaporte” hasta nuestros días

Tegucigalpa – Nos ha brindado una especie de radiografía viva de la corrupción y otros males mayores en Honduras. No es un historiador, mucho menos un sociólogo, es un taxista, alguien del pueblo, convertido en cronista de su tiempo, con una cultura general que deja pasmado a cualquiera. 

* El viejo ruletero no olvida masacres históricas, ni crímenes de líderes populares.
* Tampoco borra de su memoria la venta de la nacionalidad o el festín a costillas de los fondos públicos.

En el contexto de sus vivencias reflexiona sobre el mal que corroe la sociedad hondureña y que no es algo nuevo, pues en todos los gobiernos democráticos o de facto han ocurrido escándalos que él, un ruletero de profesión, con su fresca memoria recuerda en una conversación con Proceso Digital.

Rememora emblemáticos y desagradables hechos que han marcado el país. Sobornos, fraudes, masacres, ventas de la nacionalidad, tráfico de influencias, desaparición de personas, en una cadena que se ha extendido hasta nuestros días, pero que viene de antaño.

taxistaSu conocimiento quizá está ligado a su oficio porque le permitió, cuando aún casi nadie usaba ostentosos carros blindados, trasladar en su taxi a periodistas, líderes de opinión influyentes, funcionarios y personalidades de rancio abolengo político y social.

Se trata de Carlos René García, un taxista que a sus 66 años ha vivido lo suficiente como para conservar en su memoria una gran porción de la historia nacional retratada en circunstancias y vivencias propias de la rutina política que no pueden pasar desapercibidas para cualquier habitante de Tegucigalpa, capital hondureña.

Carlos nació un 6 de mayo de 1949 en la capital, hijo de un militar, desde muy niño se interesó en documentar en su mente los acontecimientos que ahora representan la historia del país.

Presidentes

Relata que mantiene aún fresco en su memoria, que cuando era niño, miraba largas filas de personas, quienes llegaban a visitar al general Tiburcio Carías Andino en su residencia situada en el centro histórico de la ciudad, después que había salido la Presidencia de la República que ocupó durante 16 años.

Indica que su padre era en ese tiempo comandante del cantón sur de la Policía Nacional y por eso tuvo la oportunidad de conocer personalmente al general Carías, quien desde su óptica «no es un mito, había una gran seguridad, la gente hasta dormía en las calles con sus alforjas donde llevaban el dinero y nadie les robaba», arguye.

El ruletero también recuerda a Juan Manuel Gálvez, quien sucedió a Carías, para él un presidente humilde que caminaba por las calles del centro de Tegucigalpa, vestido en manga de camisa, fumando un puro, sin seguridad y visitaba las comunidades sin previo aviso.

«A Juan Manuel Gálvez, lo conocí cuando vivía a la par del hotel Lincoln que ahora es el Hollyday Inn, ahí era su casa; andaba en mangas de camisa, un puro y un sombrero y caminaba por la calle peatonal, sin seguridad para llegar hasta la Casa Presidencial; no era como los presidentes de ahora», relata el veterano taxista quien agrega que lo mismo hacía cuando iba a la barbería «Rialto».

Época turbulenta

taxista1Como si tuviera instalado un chip en su cerebro, García recuerda que el sábado 12 de julio de 1959, el gobierno de Villeda Morales sufrió un intento de golpe de Estado, encabezado por el coronel Armando Velásquez Cerrato (AVC) quien comandó un pelotón armado y se tomó varias postas policiales de la capital, incluido el cuartel San Francisco y la Academia Militar General Francisco Morazán; bajo supuesto respaldo del general Oswaldo López Arellano.

Recuerda que cuando quemaron la Policía Nacional, López Arellano se puso del lado de Ramón Villeda Morales y traicionó a AVC, pero lo mandó de embajador a México porque tenía miedo tenerlo en Honduras, relata.

Señala que luego que se quemó la Policía Nacional, Villeda Morales fundó la Guardia Civil, copiando lo que hizo el ahora ex presidente costarricense José «Pepe» Figueres.

No obstante, en 1961 la Guardia Civil, se vio envuelta en la «Masacre de Los Laureles», que ocurrió cerca de la casa de los Reina (familia del ex presidente de Honduras Carlos Roberto Reina), cuando el comandante de ese cuerpo era Marcelino Ponce Martínez, originario de La Ceiba y el subcomandante era capitán Rafael Padilla, recuerda García.

Después, el 3 de octubre de 1963, Oswaldo López Arellano le dio un golpe de Estado militar a Villeda Morales antes de que concluyera su período presidencial en diciembre de ese año.

Añade que López Arellano sustituyó la Guardia Civil por el Cuerpo Especial de Seguridad (CES), el 9 de octubre de 1963, bajo la égida de las Fuerzas Armadas de Honduras y cuyo primer comandante fue el coronel Alfonso Flores Guerra.

Señala que López Arellano se mantuvo en el poder entre 1963 y 1971 cuando el Partido Nacional era encabezado por Ricardo Zúniga Augustinus y el Liberal por Jorge Bueso Arias, Andrés Alvarado Puerto y Modesto Rodas Alvarado, acordaron realizar elecciones generales.

En las elecciones que pusieron un breve suspenso al gobierno militar los candidatos fueron Jorge Bueso Arias por el Partido Liberal y Ramón Ernesto Cruz por los nacionalistas, alzándose este último con la victoria y gobernando desde junio de 1971 hasta diciembre de 1972 que fue cuando López Arellano lo derrocó mediante un nuevo golpe de Estado.

Destaca que en ese golpe de Estado no se hizo un tan solo disparo y toda la transición se hizo en calma.

Gobiernos militares

taxista2Fue así como iniciaba una historia de gobiernos militares. Es esa la época que da paso a un escándalo de corrupción emblemático en la historia de Honduras: el denominado «Bananagate».

Para Carlos René García, el «Bananagate» fue el primer acto de corrupción en la era moderna del país, mismo que dio paso a la caída de López Arellano, sustituido por un gobierno encabezado por Juan Alberto Melgar Castro el 25 de abril de 1975.

En el contexto, fue cuando el gobierno hondureño de entonces, aprobó mediante decreto elevar el impuesto por caja de banano de 40 libras exportado en un equivalente de 50 centavos de dólar.

Las transnacionales fruteras reaccionaron en rechazo, especialmente la Standard que no solo procedió a reducir las exportaciones y a destruir miles de cajas de bananos semanalmente, sino que movilizó a su más alto staff para tratar de persuadir al gobierno hondureño, una acción que efectuaron con éxito.

El soborno, según denunció Estados Unidos, permitió el pagó a funcionarios hondureños por parte de la United Brands de 2.5 millones de dólares, de los cuales fueron trasladados a la cuenta de un alto funcionario hondureño, en Suiza, un millón 250 mil dólares, según relató entonces el Wall Street Journal.

El soborno y su trascendencia causaron en la United Brand hasta el suicido de uno de sus más altos personeros.

El informe de un comisión investigadora hondureña sindicó al entonces ministro de Economía Abraham Benatton Ramos, como responsable del hecho, él incluso estuvo preso en la Penitenciaria Central, pero salió prontamente, tras pagar una fianza, inferior a los dos mil lempiras.

«Masacre de Los Horcones»

Más allá de la corrupción, nuestro ruletero cronista recuerda que en el gobierno de Melgar, el 25 de junio de 1975, ocurrió la «Masacre de Los Horcones», una hacienda de Manuel Zelaya Ordóñez, donde fueron encontradas 14 personas enterradas en un pozo de malacate entre campesinos y religiosos.

Añadió que por gestiones del periodista José Ochoa y Martínez y el arzobispo de Tegucigalpa monseñor Héctor Enrique Santos, se hizo una investigación y se logró meter presos a los responsables hasta que en 1982, Roberto Suazo Córdova los indultó.

En 1976 Melgar creó el Consejo Asesor de la Jefatura de Estado (Cadeje), integrado por organizaciones populares y los nuevos partidos políticos; el que elaboró una nueva ley electoral, la que fue aprobada por Melgar Castro en 1977.

Sin embargo, Melgar fue derrocado por un triunvirato militar integrado por el coronel de aviación Domingo Álvarez, comandante de la Fuerza Aérea; el coronel Amílcar Zelaya, jefe de la Fuerza de Seguridad Pública (Fusep) y el general Policarpo Paz García, jefe de las Fuerzas Armadas.

A esa junta militar de gobierno le tocó abrir el camino para volver al orden constitucional primero creando una Asamblea Nacional Constituyente en 1980, la que le dio un voto de confianza a Paz García para mantenerse en la presidencia de por un año, recuerda el taxista.

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Retorno al orden constitucional

El taxista rememora que luego vinieron las primeras elecciones de la nueva era constitucional, en las que Roberto Suazo Córdova, candidato del Partido Liberal, le ganó a Ricardo Zúniga Augustinus del Partido Nacional, convirtiéndose en el primer presidente civil luego de largos años de regímenes militares.

García señala que al volver a la nueva era democrática en pleno auge de la guerra fría y una nueva Constitución, existía la expectativa de que los actos de corrupción como el «Bananagate» y la quiebra de la Corporación Nacional de Inversiones (Conadi) iban a terminar, sin embargo, eso no ocurrió y comenzaron a relucir los «azos», vinculados a fraudes y malversación de dineros públicos tales como «el lechazo» y «el lapizazo», a pesar de que el eslogan de ese gobierno era «La revolución del trabajo y la honestidad».

El sello lo puso el llamado escándalo de «la virgen del pasaporte» en alusión a una imagen religiosa de María del Perpetuo Socorro, regalada al presidente Roberto Suazo Córdova por el empresario José María Ruiz-Mateos, cabeza del holding español Rumasa, a cambio de un pasaporte hondureño, según las denuncias de la época.

Luego vino el gobierno del liberal José Simón Azcona en 1986, tras un arreglo político conocido como la «Opción B».

Según García, mucha gente considera que el gobierno de Azcona ha sido de los más honestos, sin embargo, también se vio salpicado de escándalos, como el ocurrido con la unidad de mecanización agrícola se vendieron desgranadoras, tractores, chapulines y otra maquinaria a precio de «gallo muerto» registra nuestro cronista de la calle.

Recuerda que en el gobierno de Azcona, en San Pedro Sula fueron asesinados los activistas de derechos humanos Moisés Landaverde y Miguel Ángel Pavón y el 7 de abril de 1988, fue enviado a Estados Unidos, el hondureño Ramón Mata Ballesteros, violando la Constitución, lo que generó una gran manifestación que terminó con la quema del consulado de Estados Unidos. En las protestas también desapareció el estudiante Roger González, quien nunca fue encontrado.

Las vivencias del ruletero son muchas, las mismas que registran, con mayor precisión, las hemerotecas y archivos nacionales, pero que puestas en sus labios dejan un mensaje claro: los hondureños no olvidan, saben registrar los hechos históricos y conocen de donde vienen los males que aquejan al Estado.

En esos dos gobiernos también se señala que hubo 184 desapariciones forzadas y por lo menos 200 ejecuciones extra judiciales.

Época Dorada

El veterano ruletero también se refirió a lo que él denomina la época dorada del país cuando había circulante y las cosas eran baratas lo que sucedió en las décadas de las 60 y 70 y recuerda que en ese tiempo conoció a muchos periodistas como Antonio Mazariegos, José Ochoa y Martínez, Orlando Henríquez, Abelardo Enrique Avendaño, Irma Santos, Richard Pedraza de origen cubano, Napoleón Mairena Tercero, Nahúm Valladares, Moisés de Jesús Ulloa Duarte y Filadelfo Suazo, entre otros, a quienes transportó en su unidad en un tiempo donde la concurrencia a los cafés y la conversa, permitían soñar con los remedios a los males de la nación.

Asimismo, detalla haber conocido a connotados abogados como José María Palacios, Rómulo E. Durón, Carlos Aguilar, Rafael Jerez Alvarado, Simón Molina, con algunos de los cuales tiene muchas anécdotas, así como funcionarios como el ex ministro de Educación, Eugenio Matute Cañizales.

Afirma que tuvo la oportunidad de conocer, aunque sea de largo, al rey Juan Carlos de Borbón y a la reina Sofía quienes se hospedaron en el hotel La Ronda, así como artistas de la talla de Germán Valdez (Tin Tan), Lucha Villa, Irán Eory, Mercedes Carreño, Jacqueline Andere, Santos «El Enmascarado de Plata», Clavillazo, Antonio Aguilar, Cuco Sánchez, Cornelio Reina, Sandro, José José, Rafael Martos de España y Roberto Ledezma, entre otros.

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Acervo cultural

García también sorprende con su impresionante acervo cultural al relatar con detalles la historia de la Segunda Guerra Mundial con todos sus personajes como Adolfo Hitler, Winston Churchill, Benito Mussolini, Franklin Delano Roosevelt, Joseph Stalin, el general Charles de Gaulle y el emperador Hirohito, así como los grandes protagonistas como los generales George Patton, Douglas MacArthur, Bernard Montgomery, Erwin Rommel, conocido como «El Zorro del Desierto» y Hideki Tōjō, entre otros muchos más.

El taxista fue aún más allá al dar una cátedra explicativa sobre el Imperio otomano, un Estado multiétnico gobernado por la dinastía Osmanlí, así como la fundación de la ciudad de Constantinopla por el emperador Constantino El Grande en el año 324 después de Cristo.

Al ser consultado, sobre cuál es su secreto para tener tan fresco en su memoria un cúmulo de historia y cultura, García revela que posee colecciones de libros, revistas, periódicos y otros documentos que periódicamente está consultando para refrescar sus conocimientos lo que refuerza viendo series y documentales.

En ese sentido, este taxista que cuando conversa da la impresión de estar con un gran historiador, recomienda a la niñez y la juventud usar los libros y las herramientas tecnológicas para tener acceso a la historia y al conocimiento.

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