El proceso de destrucción de armas se lleva a cabo en las instalaciones ubicadas en el Cuartel General de Casamata, Tegucigalpa, capital de Honduras.
El proceso comprende la destrucción de armas largas y cortas, algunas de ellas decomisadas por diversas irregularidades.
En el bloque de armas destruidas figuran las orgánicas e inorgánicas.
Las orgánicas pertenecen a la institución policial y han pasado a un proceso de desfase o desuso, de las cuales destruirán un total de cinco mil.
Mientras que las inorgánicas son las decomisadas a las personas por diversas irregularidades, estos artefactos han sido confiscados a grupos criminales que operan en el país, donde se estima hay cerca de un millón de armas que circulan irregularmente.
De acuerdo con la información recabada, luego de su destrucción, almacenarán el desperdicio del metal porque el mismo puede ser reciclado para la elaboración de pupitres para escuelas, sillas de ruedas, hasta monumentos.
El pasado 3 de junio, la Policía inició la destrucción de unas siete mil armas de fuego y cinco mil municiones decomisadas a bandas del crimen organizado, en el marco de un programa apoyado por Estados Unidos.
Las armas, entre pistolas, fusiles AK-47 y ametralladoras, son destruidas con una máquina cortadora donada en mayo pasado por el Gobierno estadounidense.
Posteriormente el pasado 30 de junio, continuó el proceso y la acción se retomó este miércoles.
