Bogotá.- Con una misa solemne en la Catedral Primada y honores militares, Colombia dio este miércoles un adiós multitudinario al senador y precandidato presidencial opositor Miguel Uribe Turbay, fallecido el lunes, dos meses después de ser gravemente herido en un atentado en Bogotá.
La eucaristía fue oficiada por el arzobispo de Bogotá, el cardenal Luis José Rueda, en presencia de los expresidentes César Gaviria (1990-1994), Ernesto Samper (1994-1998) y Juan Manuel Santos (2010-2018), así como de la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez, pero con la ausencia total de representación del Gobierno del presidente Gustavo Petro por petición de la familia.
También acudió a despedir al senador del partido derechas Centro Democrático una representación del Gobierno estadounidense formada por el subsecretario de Estado, Christopher Landau; el senador republicano Bernie Moreno y el jefe de la misión diplomática de ese país en Bogotá, John T. McNamara.
«Reconozcamos sinceramente que estos son tiempos de empobrecimiento ético y de polarización agresiva que nos arruina, que acaba con nuestro país. Sembremos semilla de paz y de esperanza», dijo el cardenal en su sermón.
El purpurado expresó su sueño de que un día Colombia «se despertará con la noticia del triunfo de la justicia y de la paz, porque este país que amamos no puede seguir como un país de muertos».
«Un día en nuestra patria las buenas semillas sembradas con lágrimas por tantas personas, hombres y mujeres en campos y ciudades, dará fruto abundante entre cantares de paz y de vida nueva», expresó el cardenal Rueda.
Mientras se oficiaba la misa fúnebre, desde la Plaza de Bolívar, en cuyo costado oriental está la catedral, llegaban gritos de «Justicia, justicia», «Miguel no murió, Petro lo mató», «Petro, asesino de policías, militares, líderes sociales y políticos» o «El pueblo unido jamás será vencido», vertidos por simpatizantes del político asesinado, que en 2022 llegó al Senado con la mayor votación de su partido.
La tragedia se repite
La misa tuvo momentos muy emotivos, como cuando Alejandro, el hijo de Uribe Turbay, de solo cuatro años, se acercó sonriente, como ajeno a la tragedia familiar, al féretro cubierto con la bandera de Colombia y flanqueado por soldados con uniforme de gala del Batallón Guardia Presidencial para depositar una rosa blanca.
Una escena similar se vivió en enero de 1991 cuando el político asesinado, entonces de la misma edad que tiene hoy su hijo, se acercó al féretro de su madre, Diana Turbay, asesinada durante un intento de rescate tras permanecer seis meses secuestrada por el cartel de Medellín.
«Miguel no quería que se repitiera lo que él tuvo que vivir a sus cuatro años y que dolorosamente hoy mi hijo amado, Alejandro, está viviendo, ese mismo pasado que Miguel no quería que volviera y que hoy golpea a nuestra familia de la manera más cruda y más cruel», dijo en las palabras de despedida en la catedral su esposa María Claudia Tarazona.
La viuda agregó: «Romper una familia, quitarle a un padre su hijo, a una esposa su esposo, a unos hijos un padre es el acto de maldad más grande que jamás pueda existir».
«Miguel dejó sembrada en Colombia la política decente, el no negociar principios ni valores, la política con rectitud, la política con propósito de servir y no de beneficiarse a sí mismo. Era un hombre convocante, para él cabían todas las formas de pensar y diferentes ideologías, eso sí, arropada siempre bajo el manto sagrado de la democracia, no de las armas ni la destrucción», añadió.
También tomó la palabra Miguel Uribe Londoño, padre del político asesinado, quien revivió los momentos que experimentó hace 34 años en el funeral de su esposa, la madre de Uribe Turbay.
«Hoy, 34 años después, esta absurda violencia también me arrebata a ese mismo niño que se convirtió en un hombre bueno, esposo amoroso, padre ejemplar y líder honrado y valiente: Miguel Uribe Turbay. Hoy, 34 años después, también tuvimos que decirle a mi nieto Alejandro, el pequeño hijo de cuatro años que deja Miguel, que también su padre fue asesinado», manifestó en la catedral.
Uribe Londoño señaló que el crimen de su hijo «no prescribe en el tiempo», reclamó justicia y prometió: «Dedicaremos todos nuestros esfuerzos para lograr que más temprano que tarde todo el peso de la justicia caiga sobre los verdaderos responsables».
«Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos. No tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia. No tenemos duda de quién la promueve. No tenemos duda quién la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir: No más, no más, no más. No podemos quedarnos en la resignación y la simple pasividad», agregó.
El toque solemne de la ceremonia fúnebre lo dieron también la Orquesta Filarmónica de Bogotá que, en el momento de la despedida, acompañó al cantante Yuri Buenaventura en la interpretación de la canción ‘El Guerrero’, con la que el féretro, cargado con toda la pompa por los militares, salió de la catedral bajo una lluvia de rosas blancas y por una calle de honor formada por la multitud en dirección al Cementerio Central de Bogotá. EFE/ir