Madrid – La premio Nobel de la Paz Ellen Johnson-Sirleaf fue la primera mujer en convertirse en presidenta de un país africano, Liberia, y con la experiencia de reconciliar a una sociedad tras una cruenta guerra civil, asegura que con mujeres en el poder «la guerra sería muy diferente».
La exmandataria se expresa de esta manera en una entrevista con EFE durante su paso por Madrid, donde participará en un evento sobre gestión de la pandemia, de la que tiene mucho que decir ya que durante sus mandatos (2006-2018) gestionó la crisis del ébola en su país.
Conocida y reivindicada defensora de los derechos de las mujeres, tilda de «inaceptable» que solo 22 mujeres sean presidentas actualmente en el mundo y asegura que hay que seguir rompiendo el famoso techo de cristal.
«Yo lo rompí pero, si es solo una mujer la que lo rompe, no hemos alcanzado el objetivo», enfatiza Johnson-Sirleaf, que obtuvo en 2011 el Nobel de la Paz por su lucha no violenta a favor de los derechos de la mujer a trabajar en la construcción de la paz en su país.
CON MUJERES EN EL PODER LA GUERRA SERÍA OTRA
Para Johnson-Sirleaf, miembro del Club de Madrid, una organización radicada en la capital española que pone en valor el multilateralismo y la cooperación, las guerras en Ucrania o Afganistán serían «muy diferentes» si las mandatarias fueran mujeres y no hombres.
«Las mujeres creen en la raza humana, en la humanidad, en la paz y la seguridad, las guerras serían muy diferentes, ellas estarían luchando por el compromiso, por el diálogo, no estarían involucradas en la destrucción de la vida», confía.
La liberiana insiste, en ese sentido, en que la violencia «no es la forma» en la que actúan las mujeres porque, «para empezar, ellas tienen hijos y tienen el instinto de protegerles».
«No estaríamos afrontando lo que estamos afrontando en Ucrania o Afganistán si tuviéramos mujeres al cargo», resume.
Reconoce que ver nuevos conflictos armados en el mundo es «realmente triste» y relaciona su surgimiento con que haya «hombres tomando decisiones para tener más poder».
Un poder que «causa tantas pérdidas humanas, de gente inocente, les desafiamos por este tipo de actitud, es horrible ver morir gente joven porque quieren ser los dueños de ciertos lugares», afirma.
«¿Cambiará? -se pregunta- tenemos que trabajar duro porque esa mentalidad de dominación del hombre está aun ahí», subraya.
UNA GESTIÓN MUY DISTINTA DE LA PANDEMIA
La exmandataria, de 83 años, recuerda que las mujeres jefas de Estado llevaron a cabo una gestión muy distinta de la pandemia, sobre todo en los primeros meses cuando tuvieron que aplicarse las restricciones más duras.
«Las mujeres tienen una mejor sensibilidad hacia la vida humana, hacia los derechos humanos, esa empatía, esa preocupación, no la encuentras en ellos, según las mujeres toman poder lo hacen con mucho más compromiso y más sensibilidad», dice.
Es por eso que las decisiones del covid por parte de las mujeres presidentas provocaron «progresos muy rápidamente».
«Cuando tuvieron que imponer protocolos tuvieron la fuerza para hacerlo, pero también la delicadeza de sentir por los demás, de respetar a los demás», analiza.
Asimismo, explica que los países africanos, que ya tuvieron que gestionar la epidemia del ébola, fueron los que más «seriamente» se tomaron la amenaza de la crisis sanitaria.
«Nosotros tuvimos el ébola y fuimos los primeros en tomar en serio (el covid-19), otros pensaron que no les dañaría, que no les pasaría a ellos, solo a otros, y trabajamos a pesar de no tener los recursos financieros ni la vacuna», defiende.
En ese sentido, critica que el continente aún no tenga pleno acceso a viales para toda su población y asegura que mientras haya personas sin vacunar «nadie estará seguro», más allá del país en el que viva.
«Esa desigualdad -en la vacunación- ha prolongado la pandemia (…) el 70% de los ciudadanos de los países de renta baja tendrían que estar vacunados este año, no estoy segura de que se vaya a conseguir», lamenta.
JS
