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Con la asunción del presidente de Costa Rica, el equilibrio de fuerzas prima en Centroamérica

Tegucigalpa.- El triunfo de Juan Carlos Varela como presidente electo en Panamá, cierra el ciclo electoral en Centroamérica y mantiene así una leve ventaja sobre la hegemonía en la región donde las fuerzas progresistas de izquierda y centroizquierda comienzan a ganar terreno.
 

Varela, del Partido Panameñista y actual vicepresidente del país canalero, logró derrotar la maquinaria electoral montada por el presidente Ricardo Martinelli, con quien se enemistó hace dos años y pese al aislamiento en que lo mantuvo el gobernante, logró remontar toda la estructura oficialista.

De tendencia conservadora, Varela cierra el ciclo de elecciones en Centroamérica, dividida ahora entre gobiernos de izquierda, centro izquierda y de derecha o conservadores.

En dos años, nuevamente la región abre el ciclo electoral con las elecciones en Guatemala, donde hasta ahora ya hay más de una docena de aspirantes, pero todo apunta a que en esa nación centroamericana las fuerzas conservadoras seguirán dominando el espectro.

La izquierda guatemalteca hasta ahora no ha podido ofrecer opciones políticas de cambio y ha salido humillada y derrotada en sus aspiraciones cuando intentó buscar la presidencia de la mano de la premio nobel de la paz, Rigoberta Menchú.

No obstante, pese a la hegemonía del conservadurismo en Guatemala, el gobierno del presidente Otto Pérez ha encontrado en el parlamento un incómodo poder que le lleva a constantes negociaciones político partidarias para poder arrancar proyectos, dado que la mayoría de partidos de derecha se encuentran bien atomizados y en la incidencia política, Pérez debe pactar con “muchos tuquitos”, como dirían aquí los analistas hondureños. Guatemala es un país multipartidario.

En Honduras con la retención del poder del Partido Nacional, cuyo presidente, Juan Orlando Hernández, logró que su partido consiguiera por primera vez un triunfo consecutivo, haciendo de este partido una de las maquinarias electorales más fuertes y consolidadas de Centroamérica.

Pero Hernández tiene también ante sí el desafío de la construcción de consensos, en especial en el parlamento, porque por primera vez Honduras tiene una fuerza multipartidaria representada en nuevas fuerzas de izquierda y de centro derecha.

Para cerrar el bloque de los países con gobiernos de derecha, esta Belice con el primer ministro Dean Barrow, donde el Partido Único del Pueblo que representa, es el que ha estado más tiempo en el poder: seis años según los registros.

Su partido representa el conservadurismo en ese caribeño país, aunque la izquierda nunca ha sido opción. En Belice solo hay dos partidos, el otro es el partido Democrático Unido, también de derecha y ha estado cuatro veces en el poder.

El bloque de izquierda y centroizquierda

Guatemala, Belice, Honduras y Panamá configuran así el bloque de fuerzas políticas en América Central, en contraste con las de izquierda y centroizquierda que también comienzan a hacerse sentir.
Este bloque de izquierda lo encabeza Nicaragua con el presidente Daniel Ortega, que ha logrado un modelo de gobierno de la mano de un sector de la derecha y empresarial a quienes ha dado lo que han querido.

Ortega dividió así a sus fuerzas opositoras a lo interno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y de la derecha misma. Es la fuerza omnipresente en esa nación que ahora con una reforma constitucional apuesta a una reelección continua e indefinida, según los analistas nicaragüenses y latinoamericanos.

En tanto, en El Salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FSLN), de izquierda, logró retener también el poder con su presidente electo Salvador Sánchez Cerén, quien tomará posesión en junio de este año.

Sánchez Cerén, es un ex comandante guerrillero y si bien logró alzarse con la victoria, ésta fue con un sabor a derrota pues el derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), contra todos los pronósticos, logró un levantón electoral al grado de dividir a ese país en dos fuerzas iguales entre la derecha y la izquierda.

De esta suerte, Sánchez Cerén deberá abocarse a un diálogo y a un pacto de gobernabilidad con la derecha para poder sacar adelante el proyecto de País al que siempre, al margen de sus diferencias, ambos han apostado.

De entrada ya trascienden negociaciones entre ambas fuerzas político partidarias, mientras el tema de la inseguridad consume a ese país al romperse la tregua entre el gobierno y las pandillas y repuntar los homicidios.

Costa Rica

La gran sorpresa en este bloque de izquierda, lo da Costa Rica con el sorpresivo triunfo electoral de Luís Guillermo Solís, un historiador, diplomático y catedrático que con un discurso anti neoliberal y anticorrupción, rompió todas las proyecciones política y terminó de sepultar lo que quedaba del bipartidismo político en ese país.

Solís gana con el Partido Acción Ciudadana (PAC), un partido considerado de centro izquierda que entre sus líneas programáticas destaca el combate a la corrupción y la propuesta de reformas políticas orientadas a hacer de Costa Rica un país laico, sin exclusión y más equitativo.

Su triunfo viene a romper la hegemonía total del conservadurismo en la región centroamericana y en la conservadora Costa Rica, donde su población pareció cansarse de la impunidad y la corrupción.

Su candidatura se dice la propuso “el no grupo” del PAC, liderado por simpatizantes y activistas que no querían ver morir a ese partido, luego que su líder Ottón Solís decidiera irse a trabajar un año a Estados Unidos al no ver coronadas sus aspiraciones presidenciales.

Este jueves 8 de mayo, Luís Guillermo Solís asumirá el poder de la nación costarricense en medio de enormes expectativas, pues al igual que en la mayoría de países centroamericanos, no tiene el control parlamentario pero en una jugada ajedrecista logró asirse de la presidencia del parlamento en alianza con el derechista partido Unidad Social Cristiano.

Así Centroamérica parece enrumbarse por una ruta de interesantes configuraciones políticas, entre la derecha, la izquierda y la centroizquierda, los problemas fronterizos sin resolver y el avance de una gigantesca ola de inseguridad con tonos más intensos en unos países que en otros, pero con preocupaciones comunes en todos por frenarla al aseverar los analistas de Naciones Unidas y de Washington que el hilo común del crimen organizado está permeando toda la zona y con ello la generación de violencia.

Son otros tiempos y otras condiciones, pero los países centroamericanos tiene un hilo en común que es indivisibles: los problemas estructurales no fueron superados por el retorno de la paz con los acuerdos suscritos en los años ochenta e inicios de los noventa.


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