La misiva recoge varias reflexiones sobre la situación política interna que vive Honduras, derivada de las pretensiones del presidente del país, Manuel Zelaya, de instalar una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la actual Carta Magna, que data de 1982.
«Pareciera que se ha olvidado al pueblo y el bien común, razón para la cual existen el Estado, los partidos políticos y todas las demás instituciones», señala el documento.
Añade que hay quienes sólo buscan el beneficio personal o de grupos, mientras las grandes mayorías siguen viviendo con problemas agudos, fruto de un sistema injusto y sin equidad.
La carta, suscrita por el obispo Ángel Garachana, de San Pedro Sula, norte de Honduras, y el secretario de la pastoral, Germán Cálix, señala que «lo más triste de esta realidad es la pasividad, indolencia e indiferencia con que la mayoría de la población mira esta situación, dejando de ser protagonista de su historia».
El planteamiento de la pastoral surge cuando el Gobierno está de hecho paralizado porque los altos funcionarios se han diseminado por todo el país para promocionar la convocatoria de una Asamblea Constituyente, lo que ha provocado confrontación social.
Los representantes de la Iglesia católica hicieron un llamamiento al diálogo entre todos los sectores «para garantizar un verdadero Estado de derecho».
La pastoral considera que Zelaya debe decir la verdad sobre las «reales u ocultas» intenciones por las que quiere convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, y advierte que «los caminos que se están siguiendo con improvisación y a toda prisa, pueden conducir a la anarquía, la violencia y el deterioro de la paz».