Tegucigalpa – En medio de un ambiente cargado de tensión política, particularmente en el Congreso Nacional, el Consejo Nacional Electoral (CNE) oficializará este jueves la convocatoria a las elecciones generales que se celebrarán el próximo 30 de noviembre de 2025.
Los comicios, programados para dentro de seis meses, marcarán el desenlace de un año convulso, caracterizado por una fuerte confrontación entre los principales actores políticos, la cual se intensificó desde principios de este año, previo a las elecciones primarias e internas celebradas el pasado 9 de marzo.
En aquella jornada, más de 5,8 millones de hondureños fueron convocados a votar para definir los candidatos presidenciales de los tres partidos mayoritarios: Libertad y Refundación (Libre), actualmente en el poder; el Partido Nacional (PN); y el Partido Liberal (PL). Estas organizaciones políticas buscarán la presidencia en las generales de noviembre, con la meta de asumir el Ejecutivo a partir de enero de 2026.
Los analistas recuerdan que las primarias fueron vistas como un termómetro electoral que midió tanto el desgaste del oficialismo tras tres años de mandato de Xiomara Castro, como la capacidad de recuperación de los partidos de derecha, fuertemente debilitados.
Asimismo, politólogos coinciden en que estas elecciones generales se celebrarán en un contexto de profundo desencanto ciudadano. Encuestas recientes, como las elaboradas por el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), revelan que la mayoría de la población no confía en los políticos y que la presidenta Castro atraviesa sus niveles más bajos de aceptación desde que asumió el poder.
El malestar de marzo, cuando las urnas desfilaron por las calles sin vigilancia ni transparencia, dejó un sabor amargo entre los votantes. Eso solo acrecentó la desconfianza, pero también activó el deseo de muchos ciudadanos de defender la democracia participando, adicionan.
Con este telón de fondo, los candidatos de todos los partidos enfrentan el enorme desafío de reconectar con un electorado escéptico y polarizado, en especial con el voto independiente, que podría inclinar la balanza en una contienda que promete ser altamente reñida. La campaña ni siquiera ha iniciado formalmente, pero el hartazgo ciudadano exige nuevas narrativas, propuestas viables y, sobre todo, voluntad política real para sacar al país de su estancamiento institucional y económico. LB