Ciudadanía desconfía del proceso electoral, aunque mantiene expectativas de cambio

Tegucigalpa – Con el 73 por ciento de la población insatisfecha con la democracia y con la consideración por parte de un 59 por ciento de que las elecciones serán “fraudulentas”, los hondureños ingresan a la recta final del proceso electoral el 24 de noviembre de 2013.
 

Los datos anteriores son algunos hallazgos de la Quinta Encuesta de Opinión Ciudadana que da a conocer el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), de julio de 2013, los que además advierten que se trata de una justa electoral en la que hay porcentajes elevados de ciudadanos decididos a que su voto marque la diferencia y que con ello se produzcan cambios radicales en todas las áreas.

Para la organización, las elecciones generales del 24 de noviembre de 2013 presentan la particularidad de que la crisis política gestada el 28 de junio de 2009 dio lugar a la reconfiguración de las fuerzas políticas.

En esta contienda electoral participarán nueve partidos políticos, de los cuales cuatro lo harán por primera: Partido Libertad y refundación (Libre), Partido Anti Corrupción (PAC), Frente Amplio Político Electora en Resistencia (FAPER) y el Partido Alianza Patriótica Hondureña.

Insatisfacción con la democracia y con sus instituciones

Los resultados de la Quinta Encuesta del CESPAD reflejan un alto porcentaje de insatisfacción con la democracia. Sin embargo, los niveles más altos de insatisfacción se expresaron en el período de mayor agudeza de la crisis política (2010), reduciéndose entre finales de 2011 y principios de 2012, pero de cara al proceso electoral de 2013 está insatisfacción ha experimentado un repunte. El 78 por ciento de ciudadanos, en julio de 2013, se sentían insatisfechos con la democracia hondureña, según el estudio.

Para la organización no gubernamental los datos se explican, en parte, por el hecho de que los problemas más sentidos por la población no se resuelven, por el contrario, se agravan en la medida que avanza el tiempo y sus soluciones no llegan o son inefectivas.

Esta problemática está marcada por el desempleo, la pobreza, la violencia y la corrupción. Ese análisis cobra fuerza al tenor de los datos que se desagregan del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), ya que la pobreza ha aumentado en los últimos años del 62% (en 2011) al 66% (en 2012); igualmente, el subempleo que en la actualidad afecta al 57% de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que implica la existencia de empleos con bajos salarios, precarias condiciones laborales y baja productividad.

Pesimismo con esperanza

Las difíciles condiciones económico-sociales que vive la mayoría de la población determinan un estado pesimista sobre el curso que lleva el país. En 2010 apenas el 8% de la ciudadanía pensaba que el país estaba progresando, pero en julio del 2013 sólo el 3.2% creía que el país avanzaba por la senda del desarrollo en beneficio de la mayoría de la población.

Sin embargo, al lanzar la mirada hacia el futuro inmediato y mediato hay un convencimiento casi unánime de que Honduras requiere de cambios urgentes. Así piensa el 98% de la ciudadanía, independientemente de su posición ideológica o partidaria. En todo caso expresa el cansancio y la preocupación de los hondureños y las hondureñas con tantos problemas acumulados y por la ausencia de soluciones viables y sostenibles.

Tan fuerte es la demanda por estos cambios que al indagar sobre los tipos de cambios requeridos por el país un 73% expresa que los cambios deber ser “radicales y en todas las áreas”, un 13% piensa que estos deben ser “graduales y en todas las áreas”, y, sólo un 12% cree que deben concentrarse “en las áreas más problemáticas”. De nuevo, esto independientemente de su posición ideológica o partidaria, pero refleja con claridad la demanda ciudadana por cambios reales y no cosméticos.

Aunque la mayoría de los hondureños expresan poco interés por participar activamente en política, sí valoran la importancia del voto y el poder que este representa.

Del total de personas consultadas el 80.3% manifestó su decisión de ejercer el sufragio en las elecciones de noviembre. Este dato estaría indicando que la crisis política de 2009, como elemento traumático y amenazante de los derechos ciudadanos, ha reanimado el interés de la gente por la democracia y la participación electoral.

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