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Circe y la paciencia

Julio Raudales

Una vez que los griegos se tomaron y destruyeron Troya, gracias a la idea de Ulises de introducir un enorme caballo de madera a la ciudad y de esta forma invadirla, el gran héroe heleno emprendió el regreso de vuelta a su isla Ítaca. El viaje fue tan arriesgado y provisto de aventuras, que Homero le dedicó su segundo gran poema épico: La Odisea.

Cuenta Homero que un día, la nave de Ulises se detuvo en una isla donde vivía un hada llamada Circe. Esta mítica y sabia mujer sostuvo una larga conversación con el griego, en la cual la advirtió que uno de los grandes peligros que atravesaría en su viaje, sería el paso por el “estrecho de las sirenas”.

Eran estas unas criaturas hermosas y diabólicas con cuerpo de pez y cabeza de mujer, que tenían un don especial para cantar dulces melodías con las que atraían a los barcos que pasaban por el estrecho. Los marinos embobados por el hechizo musical dirigían las naves hacia las rocas muriendo en el naufragio. Ningún ser humano escapaba a tal suerte y esto permitía a las sirenas no perecer, ya que si algún aventurero lograba sortear el hechizo, una de ellas sería sacrificada.

Siguiendo los consejos de Circe, quien le sugirió que se atara al mástil de su nave e hiciera gala de su paciencia para poder escuchar los cantos de sirena sin sucumbir a su maleficio, el prudente Ulises logró sobrepasar con éxito la aventura y fue el primer ser humano en derrotar a las malévolas criaturas, quienes perdieron a Parténope, la más hermosa de ellas, quien fue arrojada al mar donde murió ahogada.

Esta historia da origen a la expresión “cantos de sirena” que deja, al menos, dos lecciones de economía a quienes vivimos imbuidos en las frivolidades y desmesuras de la vida moderna: La paciencia y la visión de largo plazo.

La paciencia, en efecto, tiene un rol muy importante en la consecución del bienestar, es por ello que los economistas le dan un nombre y han desarrollado técnicas para medirla. Le llaman Tasa Marginal de Sustitución Temporal (TmgST).  Las personas que poseen esta virtud son capaces de sacrificar la gratificación instantánea a cambio de obtener una gratificación en el futuro. Los impacientes, por el contrario, prefieren el placer inmediato, aunque esto les cause perjuicios a largo plazo.

Un buen ejemplo de lo descrito, son los sistemas de pensiones y lo complejo que resulta a los hacedores de política el establecer uno que genere sostenibilidad financiera a las personas cuando llegan a la vejez y no tienen fuerza para seguir trabajando.

Los casos son abundantes y muy elocuentes: nuestras sociedades latinoamericanas, jóvenes aun, prefieren tener un nivel alto de consumo, evitando ahorrar de forma voluntaria para su vejez. El resultado es que cuando las y los trabajadores llegan a viejos, deben vivir de la asistencia pública, ocasionando graves perjuicios a los gobiernos, que tienen que sacrificar gastos en educación, infraestructura y salud, para sostener a una población de edad avanzada que bien pudo haber ahorrado durante sus años productivos.

El mito de Circe y Ulises nos deja también una importante lección sobre la necesidad de visualizar metas de mediano y largo plazo por encima de la inmediatez: Si bien es cierto que es importante asegurar que nuestro trabajo satisfaga las necesidades presentes, no debemos olvidar que el futuro es la construcción de pequeños y sostenidos presentes. El hada le mostró al héroe griego, que bien podía deleitarse con el aleve canto de las sirenas y al mismo tiempo no sucumbir a su hechizo, si trabajaba con denuedo y, sobre todo, teniendo en cuenta la claridad de sus objetivos.

Nada asegurará tanto el bienestar futuro como tener bien claro qué es lo que anhelamos como sociedad. De ahí la importancia de fijarse metas claras e ir, sin excusas de ningún tipo, en pos de ellas. Lástima que nuestros dirigentes nunca entienden las lecciones que nos dan, aun los poemas hermosamente escritos como los homéricos.

Ojalá y nuestros jóvenes, mucho mejor dotados por la inteligencia y la tecnología, logren entender el importante papel que la paciencia y el trabajo denodado ejercen en la consecución de las metas futuras. Honduras lo merece.

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