Tegucigalpa (Especiales Proceso Digital / Por Lilian Bonilla) – La pandemia del COVID-19 ha estremecido a la humanidad, la afectación es total en todos los aspectos sociales y económicos, en países ricos y pobres, nadie se escapa.
Según los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mundo sobrepasa a los cuatro millones de muertos por coronavirus, y el the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University reportan 4.14 millones de fallecidos por COVID-19 y las malas noticias siguen porque actualmente se sufren tantos brotes por nuevas variantes.
El mundo espera con ansias el día de volver a respirar sin una mascarilla y volver a abrazarse sin restricciones, pero todo va más allá de estos detalles; ¿Qué implica volver a “la normalidad” ?, ¿Cuáles son las lecciones aprendidas?
¿Realmente el mundo ha aprendido algo? Porque, si no fuera así y si nada cambia después de esta sacudida, a criterio de expertos en el campo espiritual y social entonces la humanidad está perdiendo una valiosa oportunidad de reflexión y de un nuevo accionar donde cada ser humano ponga su grano de arena para lograr un mundo mejor.
Quienes sí lo han entendido son sobrevivientes de COVID-19 que han vivido el milagro de despertar de la muerte.
“En un momento me morí…Y volví” paciente milagro que salió del COVID y de una trombosis.
Ángel Vicente Irías Aceituno, después de haber superado el COVID-19 y una trombosis, a sus 55 años agradece una nueva oportunidad de vida al lado de su esposa, sus tres hijos y toda su familia.
Don Ángel recuerda que, a pesar de seguir todas las medidas de bioseguridad, se contagió de COVID-19 en su jornada laboral como motorista de Médicos sin Fronteras, mientras transportaba a una persona que pasó el virus siendo asintomática.
Él en cambio no escapó a los síntomas y a pocos días empezó a sentir malestares como fiebre y tos seca, una primera prueba de COVID le dio negativa, pero al continuar con incomodidades cada vez más fuertes acudió a un centro de salud de la capital Tegucigalpa, donde al llegar, los médicos le recibieron y de momento él percibió que la reacción de los galenos era de que algo andaba mal.
Casi de inmediato le ingresan, pero relata que, en ese momento, pese a que el personal médico y de enfermería fue muy amable y profesional, había muchas carencias, entre ellas la falta de oxígeno, pero pronto lo solicitaron a otro centro y le dejaron en estabilización porque ya su situación era crítica.
“Me dijeron que llegué saturando 57, al borde de un paro”, comentó, seguidamente detalló que pasó cuatro días en sala de estabilización, pero al ver que estaba muy mal su familia se movió y gestionó un cupo en el Instituto Nacional Cardiopulmonar (El Tórax).
“Cuando llegué al Tórax, yo llegué tal vez con el ánimo de vida nada más, ya iba muy mal no podía dar ni siquiera tres pasos me pusieron el oxígeno al tope y estuve 29 días con la válvula de oxígeno al máximo porque mis pulmones ya no producían nada de oxígeno, soy un milagro de Dios”, añadió.
Cruzando la línea del más allá
Don Ángel Vicente, explica que cuando se está entre la vida y la muerte “uno piensa de todo en ese momento, ahí lo único es agarrarse de Dios porque uno piensa que tal vez es cansancio, no sabe si es sueño, entonces yo simplemente me encomendaba a Dios; yo decía si algún pecado te debo discúlpame, Padre, pero tú sabes que estoy luchando y en tus manos estoy”.
Seguidamente, relató el momento más impresionante que vivió durante su lucha “yo en una de las veces, morí yo pienso que sí”.
Ya con su voz quebrantada por el doloroso recuerdo, continuó relatando que fue como una visión “bueno mi mamá falleció hace algún tiempo,,, pero en ese momento yo estoy viendo a mi madre en unas gradas lindísimas blancas, yo veo que ella me tiene extendida la mano y yo voy a agarrarla; en ese momento mi hija menor pasa abajo de las gradas, yo ya estoy en la mitad de las gradas”…..En este momento don Ángel se quebranta y hace una pausa entre sollozos.
Después de un minuto recupera el aliento y continua su relato “ella en ese instante cuando le voy a agarrar la mano a mi mamá, mi hija me gritó papi deje de estar averiguando nada ahí, me dijo y en ese momento la volteé a ver y pasó mi otra hija… sí véngase papi me dijo deje de estar ahí… y ahí en ese momento creo que me desperté y volví”.
“Al despertar tenía a los médicos y las enfermeras ahí enfrente mío y me empezaron a inyectar, porque me puse muy mal, mi vida es un milagro”, reitera.
La trombosis y la anécdota de cuando su familia lo creyó muerto
Además de COVID, don Ángel tuvo una trombosis, pero él ni siquiera se dio cuenta hasta que se estaba recuperando, los médicos le hicieron ver que estaba vivo de milagro porque con solo ese diagnóstico pudo morir.
Otro aspecto que le causó angustia mientras pasó semanas en el hospital era saber que su familia estaba sufriendo, esperando lo peor, porque hasta llegaron a pensar que había muerto.
Tengo una anécdota que ahora nos causa gracia anotó, pero en aquel momento fue de angustia para mi familia, detalló que en una ocasión perdió comunicación con su familia todo un fin de semana porque el teléfono se le descargó.
Sus hijos y esposa no paraban de llamar al hospital, y el lunes al preguntar por él, a su hijo le dijeron – permítame le voy a confirmar porque en esa sala hay varios muertos- en ese momento la desesperación se apodero de la familia y su hijo salió en veloz carrera hacia el hospital.
Por suerte, don Ángel estuvo ingresado en un segundo piso junto a una ventana y antes de ese episodio en varias ocasiones su hijo le silbaba desde abajo y él cómo podía se inclinaba y lo podía ver, pero ese lunes, él estaba muy agotado por su mal estado de salud y no escuchó los silbidos de su hijo y el muchacho se derrumbó, pensando que en efecto había muerto, pero ya casi sin aliento silbó una vez más entonces don Ángel escuchó y se asomó a la ventana y su hijo dio un grito de alegría y llanto que impresionó a todos los que estaban cerca y corrieron a consolarlo.
Don Ángel Vicente, estaba ajeno a la angustia de su familia por creerlo fallecido; al aclararse el malentendido con esfuerzo les grabó un video y se los envió.
Para concluir este hondureño que se salvó de milagro recalca que “tenemos un ser Divino qué trabaja cuando uno menos lo piensa y uno muchas veces lo busca solo cuando lo ocupa, sólo en momentos de dificultad, pero él está ahí siempre en las buenas y en las malas”.
“Esto que me sucedió me ha cambiado el “chip” ahora trató de hacer muchas cosas diferentes que antes no hacía porque la vida es un suspiro, es un suspiro, siempre que hay ser agradecido con Dios, valorar a la familia y todos esos pequeños detalles y momentos que al final son la felicidad”.
Finalmente dijo que no podía dejar de agradecer a familiares y amigos y en particular al personal médico y de enfermería del Tórax que fueron parte fundamental en su recuperación y es una gran esperanza saber que hay médicos y enfermeras con gran calidad humana.
Wolgfang otro caso milagroso
Le voy a deletrear mi primer nombre W-o-l-f-g-a-n-g, fue lo primero que dijo Wolgfang Armando Sabonge Andino, a Proceso Digital, como para asegurarse que su nombre, en honor al famoso compositor, pianista y director de orquesta Wolfgang Amadeus Mozart, estuviera bien escrito, no por pretensión, sino porque él está convencido de que es un milagro y quiere dar testimonio de que está vivo gracias a la misericordia Divina y a los ángeles que tuvo cerca al enfrentarse a la muerte.
Wolgfang, es un ingeniero industrial de 27 años, de origen francés por sus abuelos, pero él es 100% catracho, es sobreviviente de COVID-19, todo comienza cuando su mamá y su hermana menor se contagian y enferman, sin darse cuenta de que era coronavirus, él acude rápidamente a atenderlas por lo que le toca viajar de Tegucigalpa a Campamento, Olancho su pueblo natal.
A los pocos días se enteran que es Covid, pero para ese momento él también había adquirido el virus, comenta que un día estaba cenando y sintió un sabor raro que describe como a “oxido”, pasa algunos días sintiéndose mal, acude al triaje donde le dan varios medicamentos, pero siente que su condición cada vez es peor.
Un día al ir al triaje para seguir tratamiento, se siente tan mal que dice ver luces, después de eso los síntomas fueron empeorando, es así como siente miedo y viaja a Juticalpa, donde le hacen una placa de pulmones y le dicen que tiene un daño de un 85 % en sus pulmones y que si no se interna muere.
En ese proceso llega al Hospital San Francisco, donde por su condición de gravedad solo permanece algunas horas, y de emergencia lo trasladan hacia Tegucigalpa, en el trayecto “sentía que me asfixiaba, aunque traía el oxígeno a 15 litros”, dijo y fue así que llegó al hospital el Tórax.
Al llegar al Tórax lo ingresan urgentemente con oxígeno a su máxima potencia “cuando entré a la sala y miré a través del vidrio a mi mamá pensé que no la iba a volver a ver porque sabía que ahí uno se muere sólo”.
Cuenta que inmediatamente le empezaron a poner medicamentos “y no me ingresaron a UCI porque no había cupo, pero seguía luchando, aunque con mucho miedo porque en la madrugada escuchaba el crujir de las bolsas donde metían a los que fallecían justo a la par mía, ahí uno se apega a Dios, pero también uno piensa mucho en la muerte y la verdad que eso lo impulsa a querer salir vivo yo sinceramente cuando escuchaba eso sentía que el próximo iba a ser yo”.
Yo sí sentí que me iba a morir
El joven ingeniero recuerda que muchas veces, sintió que perdía la batalla y que la vida se le escapaba “muchas veces me encomendé a Dios, pedí perdón por mis faltas y lamentaba momentos perdidos con mi familia”
En algunos momentos yo ya estaba seguro que era casi imposible salir de lo que estaba pasando porque no podía respirar, en esos momentos vienen tantas cosas a la mente de uno y empieza a valorar tantas cosas, a veces los pequeños detalles que uno tiene y no se da cuenta que es feliz, allí uno se arrepiente de todos los momentos perdidos principalmente con su familia no solo el núcleo familiar, sino tíos primos y amigos, poniendo muchas cosas primero ya sea trabajo u otras cosas que uno pone como excusa, pero allí se siente la impotencia por lo que pudo ser y no fue porque ya es demasiado tarde, continuo.
Claro que soy un milagro
Al consultarle si considera que está vivo de milagro, sin dudarlo contestó “claro que soy un milagro, si no es por la presencia de Dios yo estaría muerto, estaría tres metros bajo tierra, esto es un milagro tremendo y uno también entiende que los milagros actúan con las personas buenas que el Señor le pone a uno en el camino”.
El joven manifiesta que en esa amarga experiencia donde fue una lucha entre la vida y la muerte tuvo muchos ángeles: su familia, amigos y el personal médico y de enfermería de la sala 5 de COVID, a quienes agradece infinitamente.
Wolgfang Armando, paso más de tres semanas hospitalizado, despidió el 2020 y recibió el 2021, en sala COVID, pero vivió para contarla ahora tiene una nueva oportunidad de vida que piensa aprovechar al máximo.
“Cuando uno está al borde de la muerte ve las cosas y la vida de otra perspectiva, ahora trato de mejorar todos los días, uno tiene que mejorar en muchos aspectos valorar la familia amigos ser bueno con las personas, ser más generoso y desde el punto donde uno trabaja debe servir, y sobre todo ser agradecido con Dios”, remarcó.
Finalmente hizo un llamado a la población a nunca confiarse seguir todas las medidas de bioseguridad ser responsables porque nadie está exento de contagiarse aun después de haber padecido COVID o de estar vacunado.
Los milagros son una mezcla entre lo Divino y la ciencia
Para la jefa de neumología del Instituto Nacional Cardiopulmonar (INCP), conocido como El Tórax, la doctora Suyapa Sosa, hay casos recuperados de COVID-19 que son un verdadero milagro, pacientes que no se creía que podían sobrevivir han ganado la batalla, apostilló.
La galena detalla que en esta lucha que se libra en la pandemia para estos casos milagrosos hay dos aspectos que son importantes, primero la fe en El Señor y otro el conocimiento médico, la ciencia y los estudios que se hacen constantemente.
“Consideramos que los pacientes que se han salvado milagrosamente han sido por una mezcla de ambos, no perder nunca la fe seguir luchando, saber que Dios es el que tiene el control de absolutamente todo, pero no dejárselo todo a la religión”.
La profesional anota que hay que tener un equilibrio: la buena atención y los medicamentos son factores determinantes en esos casos graves, pero también hay otros aspectos y debe ser la parte humana del personal médico y de enfermería al involucrase con cada paciente y hacerlos sentir lo importante que son y que su vida importa y que merecen ser salvados, muchas veces con pequeños detalles como tomarle la mano o darle palabras de ánimo y transmitirle cariño.
Con mucha satisfacción la profesional detalla que gracias a Dios han sido muchos los milagros, son tantos que le cuesta enumerarlos, pero en el momento de la entrevista con Proceso Digital vino a su mente el caso de un joven de Comayagua al que “prácticamente le estaban dando por muerto” pero una colega suya, a la que ni siquiera conocía, la contactó y le refirió al paciente, se luchó 40 días con él, pero al final se pudo egresar con éxito.
“Walter fue un paciente muy obediente nosotros le decíamos tenes que estar boca abajo y el paciente estaba boca abajo hasta que yo llegaba al día siguiente y le decía hoy sí Walter te puedes dar vuelta y de esa manera estuvo hasta que logró salir e irse de alta, nosotros lloramos muchísimo de la felicidad”, remembró.
La doctora siguió el relato, “el otro fue un señor mayor que lo tuvimos también casi el mes, un paciente que hubo días que nos dijo déjenme morir, déjenme morir, yo ya no quiero vivir, yo ya no soporto esto y hubo un momento que casi nosotros perdíamos la fe”, pero otra de nuestras doctoras me dijo-No doctora, todavía no nos demos por vencido , y seguimos luchando; y cuál fue el milagro que un día que nos fuimos estaba desaturando 60 y cuando regresamos estaba a 75 no era mucho, pero estaba mejorando.
“Y empezamos a luchar por él y fue durísimo porque estas mascarillas que ponemos para alto flujo, él las tuvo tres semanas y cuando se la logramos retirar para ponerle la mascarilla de reservorio, literalmente la piel de la cara se vino, pero finalmente y este paciente fue otro milagro y fue regresado también a su familia”, recordó.
Luego con un gran sentimiento que se percibe en su voz, la galena cuenta que en la actualidad está por egresar a un paciente, es un muchacho de 23 años, sumamente pobre, gravemente afectado por COVID, y un hongo que le ha destruido los pulmones y ha estado con medicamentos que son muy fuertes.
Dijo que ese paciente le impresiono por su humildad “él me dice a mí, doctora me puede hacer un favor y yo le digo -Sí claro que sí Franklin- y me dice yo quiero que usted me regale una llamada para que me regalen 10 lempiras de bananos, porque qué este medicamento me está destruyendo, – y yo me puse a llorar con mis colegas y nosotros dijimos Dios Santo cómo es posible que esto es lo único que este muchacho quiere”.
Ahorita le regalamos todos los días bananos, todos los días juguitos y este paciente pues también es un milagro, apuntó.
Finalmente, la doctora dijo “uno se pone a pensar cómo es posible que haya gente tan humilde que le enseñe tanto a uno en la vida y no podemos entender como gente que tiene el poder de cambiar las cosas en este país no lo haga, y sea tan miserable que se roba la esperanza y la vida de los hondureños”.
El COVID-19 acecha
La situación de la pandemia en el país está rebasando límites, autoridades de los hospitales reportan que están desbordados, con salas que incluso pasan el 100 % de ocupación, y hasta falta de medicamentos, mientras el COVID, sigue al acecho, por ello el llamado es a las autoridades a tomar medidas precisas para la contención y control de la enfermedad, a la población a ser consciente, porque si se contagia y se complica puede ser que no tenga la suerte de ser un caso milagroso. LB