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Carretera y Biósfera

Luis Cosenza Jiménez

Últimamente se discute mucho la construcción de una carretera que, pasando por la zona de amortiguamiento de la Biósfera del Río Plátano, conectaría a la Mosquita con el Departamento de Colón.  Quienes defienden la construcción de la carretera, entre ellos algunos representantes de los pueblos originarios que habitan la Mosquitia, arguyen, correctamente a mi juicio, que actualmente les es muy difícil y costoso viajar a La Ceiba o a casi cualquier lugar de nuestro país.  La situación se torna más dramática cuando se les hace necesario evacuar a sus enfermos.  Quienes critican la construcción señalan que afectará negativamente la biósfera del Río Plátano, declarada Patrimonio de la Humanidad por la ONU.  Algunos llegan al extremo de alegar que se construye con financiamiento del narcotráfico y que vendrá a incrementar la narcoactividad en nuestra nación.  Pero veamos el tema en más detalle para que puedan llegar ustedes a sus propias conclusiones.

Para comenzar, habría que señalar que tanto la biósfera, como los habitantes de la zona y de la Mosquitia, han estado abandonados siempre.  Ni la biósfera, ni los habitantes, han sido prioridad y sólo los mencionamos cuando se presentan condiciones extraordinarias y usualmente negativas.  No hace mucho se destacó en las noticias que se había descubierto las ruinas de una antigua civilización.  Algunos hasta aseveraron que se trataba de la mítica “ciudad blanca”.  Sin embargo, excepto por algunas publicaciones y filmaciones, ese descubrimiento no ha tenido repercusión alguna en la protección de la zona, o en la calidad de la vida de la población.  La realidad es que la biósfera sufre, desde hace décadas, el embate de la colonización y de la ampliación de la frontera agrícola.  Es razonable suponer que la construcción de la carretera exacerbará esa situación, pero ciertamente que el inicio de la construcción no es la razón que explica todo el daño hecho a la fecha a la biósfera.  

Por otro lado, resulta inconcebible que se construya una carretera sin autorización alguna. De hecho, es necesario plantear varias interrogantes.  ¿Quién está construyendo la carretera?  ¿Cuenta con los permisos y licencias necesarios para ello?  ¿Quién otorgó los permisos y licencias?  ¿Cómo se financia la carretera?  Si no se tiene respuesta a estas preguntas, o si no se cuenta con los permisos y licencias necesarios para iniciar la construcción, lo procedente sería recurrir a las fuerzas del orden para detener la construcción y luego deducir las responsabilidades del caso a los responsables de la obra.  No es aceptable que las autoridades simplemente se dediquen a observar y lamentarse.  El control del territorio es uno de los requisitos fundamentales para la constitución de un Estado.  De hecho, la pérdida de control del territorio es una de las críticas que reiteradamente se hace a las ZEDE.  A juzgar por lo que vemos en estos casos, hemos emprendido el camino para destruir el Estado hondureño.

Sin perjuicio de lo anterior es evidente que las autoridades no deben centrar su atención solamente en la carretera.  Es necesario además tomar medidas para proteger la biósfera y para asegurar a la población de la zona la conexión segura y a costo razonable con el resto del país.  Estamos en deuda con la población, particularmente con los pueblos originarios que viven allí, y con la biósfera.  En resumen, el problema tiene tres dimensiones que deben ser atendidas simultáneamente, la conexión de la zona con el resto del país, la protección de la biósfera y la toma de las medidas que corresponda por la construcción de la carretera.

De todos es sabido que hemos entrado en la recta final del proceso electoral y que la atención de los políticos se centra en los temas que ellos piensan que les generarán votos.  Ante el mutismo de los políticos, particularmente de aquellos que compiten por cargos de elección popular, debemos concluir que perciben que el tema que nos ocupa no les ganará popularidad o votos.  No obstante, uno pensaría que la lucha por los derechos de los pueblos olvidados y postergados, la protección de un parque natural de extraordinaria belleza e importancia, y el rescate del control territorial son temas que pueden resonar con los votantes.  Me resulta muy difícil pensar que el narcotráfico ha llegado a tal punto que  impide que los políticos se interesen y se afanen por atender problemas importantes, pero como decía el profesor Chelato, QDDG, “nunca se sabe”. 

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