Londres – El rey Carlos III del Reino Unido presidió este viernes la conmemoración por el 80 aniversario del fin de la II Guerra Mundial (1939-45) en el centro nacional que recuerda a los caídos en conflictos armados en Staffordshire (noroeste de Inglaterra), donde los asistentes guardaron dos minutos de silencio.
El jefe del Estado británico, acompañado por la reina Camila, depositó una corona de amapolas sobre el monumento que recuerda a los muertos en la guerra, que acabó con la rendición japonesa tras el bombardeo atómico sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
En un día caluroso y soleado, la reina, que iba vestida de blanco, depositó un ramo de flores mientras después el primer ministro británico, Keir Starmer, colocó una corona de amapolas en el monumento, ubicado en el centro conocido como National Memorial Arboretum.
A la ceremonia asistieron actuales militares y antiguos combatientes en la II Guerra Mundial.
Tras los dos minutos de silencio, aviones militares que combatieron en el conflicto armado hicieron un vuelo rasante desplegando los colores de la bandera británica -rojo, blanco y azul-.
Antes, el rey elogió el coraje y la camaradería de los que lucharon en el Pacífico y el Lejano Oriente en la guerra.
En un discurso de audio divulgado hoy por el palacio de Buckingham, el monarca también reconoció la devastación causada por las dos bombas nucleares y el sufrimiento de la población japonesa, y confió en que algo así no vuelva a repetirse.
En su mensaje, dirigido al Reino Unido y a los países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth, antiguas colonias), Carlos III recordó los horrores que tuvieron que afrontar los prisioneros de guerra aliados.
«Soportaron años de brutal cautiverio: el hambre, la enfermedad y la crueldad que pusieron a prueba los límites de la resistencia humana», y las «cicatrices mentales y físicas» que la guerra dejó en los sobrevivientes, señaló Carlos III, quien hizo hincapié en que el servicio y el sacrificio de los excombatientes no serán olvidados.
«En este aniversario histórico, también debemos hacer una pausa para reconocer que, en el acto final de la guerra, los ciudadanos de Hiroshima y Nagasaki pagaron un precio inmenso, un precio que rezamos para que ningún país tenga que pagar jamás. Pero al recordar tanto sufrimiento, no debemos perder de vista la grandeza de la causa y la dulzura de la victoria», dijo. EFE