Tegucigalpa / La Reina – Protección (Especial Proceso Digital) – Los damnificados del pequeño poblado de La Reina, en Protección, Santa Bárbara, una comunidad que quedó completamente soterrada tras las lluvias de Eta e Iota hace tres años, un fatídico 24 de noviembre, siguen desamparados.
– Las últimas lluvias han afectado varios municipios de Santa Bárbara, especialmente a Quimistán, donde los daños son mayores y la calamidad es notoria.
Aunque las 300 viviendas, que serán su nuevo hogar en la colonia San Francisco de Asís, están construidas, en ellas no hay servicio de agua, energía eléctrica, alcantarillado y las condiciones básicas son inexistentes.
Los damnificados de La Reina están desalentados y desesperados. Cansados de pagar alquiler o vivir amontonados en albergues. Algunas familias se han regresado a la zona de la tragedia y levantado casuchitas en los alrededores de la zona cero, a pesar del peligro y lo vulnerable del lugar, relató a Proceso Digital el padre de la parroquia San Roque en Santa Bárbara, Leopoldo Serrano.
En el sitio de la tragedia, el cerro La Correa, en la comunidad de La Reina, en el municipio de Protección, hay una laguna que se ha formado con las actuales lluvias y peligro inminente de que el cerro seguirá desprendiéndose, según lo constató el padre Serrano esta semana.
Manuel Molina, uno de los damnificados que regresó a ese lugar, es consciente del peligro que enfrenta. El derrumbe del 24 de noviembre de 2020 ocurrió a eso de la 1:30 de la madrugada, lo que provocó que los pobladores salieran de sus viviendas tratando de salvar sus vidas.
El hombre confesó que por las noches no duerme, pero no podía seguir en el pueblo donde no tenía una fuente de trabajo para sustentar a su familia.
La situación es insostenible para estas familias. “Esta gente vive con dos tiempos de comida, porque no tienen dinero, no tienen trabajo. Unos pocos consiguen trabajo en la carretera, otros van a la montaña, pero la mayoría no tiene donde trabajar, si antes vivían en la zona rural y ahora, aquí abajo ¿De qué van a trabajar?”, señaló el sacerdote.
En el olvido
“Este gobierno no ha ayudado en nada, lo que hicieron fue detener el proyecto, después de un tiempo lo soltaron y después, Finanzas quitó los fondos que tenía asignada la UCP (Unidad Coordinadora de Proyectos)”, reveló el padre Serrano al lamentar que a raíz de esta situación, el proyecto está más lento.
Comentó que en la actualidad no hay conexión con una institución que coordine el proyecto, una labor que antes hacía la UCP, “ellos estaban pendientes, ahora no hay nadie”, dijo.
Lo más lamentable de la situación es que aunque las casas están terminadas en un 95 %, indicó Serrano, “lo (que) falta es la instalación del agua, la energía eléctrica y las vías de acceso. Algunas les han robado ventanas, han robado muchas cosas porque nadie las está habitando y nadie está cuidándolas”.
Por una parte, la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) ha hecho oídos sordos para instalar la electricidad porque ya está lista la instalación con el cableado y las cometidas. Mientras que la planta de tratamiento de aguas negras ya está terminada, “lo que falta es que le conecten la energía, porque sin eso no va a funcionar”, aseveró.
“Están pavimentando las calles y construyendo las cunetas, pero con las recientes lluvias en la zona de occidente han detenido la pavimentación”, comentó.
Las familias damnificadas determinarán si cercan los terrenos que le corresponde a cada.
Clases al aire libre
Debido a la larga espera que ha pasado esta comunidad, han llegado a la decisión de que hagan o no la entrega oficial de las casas, ellos las van a tomar, advirtió el guía espiritual de esta comunidad.
Además de un techo, las familias tampoco tienen un espacio para que los niños de la comunidad puedan recibir el pan del saber en las condiciones adecuadas.
“El ministro del Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) me mintió, prometió y no lo cumplió ni lo va cumplir. Los niños han estado recibiendo clases en el salón comunal, que nos ayudó la UCP con la iglesia que hemos hecho, y en un kiosko en la calle, al aire libre reciben clase los niños”.
El párroco refirió que ya ni los políticos se volvieron a acercar a estas familias y que a excepción del diputado Germán Altamirano, quien es el único que me ha apoyado a gestionar la documentación de los terreros por parte del Instituto de la Propiedad (IP), los damnificados quedaron en el olvido.
El padre Serrano lamentó que “el gobierno tiene olvidados a los damnificados, esa es la verdad, se han burlado de este pueblo”.
En medio de la desesperación por seguir viviendo en las actuales condiciones, el padre Serrano dice que “tenemos la fe que para la Navidad, tal vez algunos se vayan a pasar, aunque incómodamente pero la gente ya no aguanta más, no queda de otra”. VC