Tegucigalpa – Como en la leyenda, los barones del narcotráfico en Honduras, a medida que se desnuda su reino, afloran «los caballeros» del imperio, en este caso, sus presuntos testaferros para amasar millonarias fortunas, tan inimaginables que hasta un hotel con nombre de leyenda tenían a vista y paciencia de las autoridades. Construyeron así su Camelot, bendecido por “Malverde”, el santo de los capos. ¿Cuántos caballeros del narcotráfico se podrán identificar en Honduras?
Es el desafío que tienen los operadores de justicia, en especial el Ministerio Público que ha intensificado amplios operativos en el litoral atlántico y centro del país en búsqueda de “los caballeros del narco” ligados en particular al desmembrado cartel de Los Cachiros en la figura de la familia Rivera Maradiaga, cuyos líderes principales se entregaron hace más de un año a las autoridades estadounidenses.
En la desarticulación de ese imperio, que amasó de acuerdo a cálculos preliminares una fortuna de al menos 800 millones de dólares -en bienes hasta ahora asegurados y en proceso de incautación definitiva- la fiscalía hondureña impresionó con uno de sus más recientes golpes en la denominada “Operación Aguán”.
La misma iba destinada a desarticular a uno de sus más cercanos testaferros, el hondureño Ninrod Eliel Sierra Orellana, a quien le aseguraron al menos 15 bienes, entre ellos Camelot, el hotel de los narcos.
En ese vasto y hermoso paisaje que conforma el litoral atlántico y Caribe hondureño, Camelot era un hotel en un paraíso. En sus habitaciones, bien acondicionadas, se encontraban dormitorios con cuadros de personajes ligados al mundo del narcotráfico, el crimen organizado y el terrorismo. La mayoría de ellos eran viejos como la leyenda.
Leyendas inmortales
Figuras como la del capo Pablo Escobar Gaviria, Joaquín “El Chapo” Guzmán, Alphonse Gabriel Capone (Al Capone), Ramón Matta Ballesteros, el terrorista Osama Bin Laden, entre otros, eran parte de la colección del hotel Camelot, quien también tenía un altar para el santo de los capos conocido como Jesús Malverde.
Jesús Malverde, es una figura que la Iglesia Católica no reconoce como Santo por no tener hechos concretos de sus milagros, pero en el imaginario popular se le venera, en especial los narcotraficantes, porque aseguran fue un bandolero al estilo de la leyenda de Robín Hood, un bandido generoso que robaba para los pobres. Así se creen los barones de la droga y por eso adoran y montan capillas a Malverde, el santo de los capos.
De México y Colombia, Malverde saltó a Honduras para erigir su propio altar en el hotel Camelot, la otra leyenda mítica que ha sido la atracción no solo de narcos, que en el caso hondureño se rodearon también de sus propios caballeros para mostrar el glamour y lo ostentoso de la riqueza mal habida.
Camelot -la historia del reino perfecto- fue utilizado también para identificar en el sentido positivo a reconocidos personajes de la política como el clan Kennedy, en particular el ex presidente John y su esposa Jackie, a quien todos daban como la familia ideal que representaba un reino de glamour, perfección y belleza, a pesar de las historias ocultas de sus vidas. Su muerte a temprana edad, truncó el sueño americano de cambios, según los estadounidenses.
Construyeron su Camelot
Todo ese imaginario que rodea a la leyenda sobre Camelot, que se presume es hoy día la Gran Bretaña, los narcos hondureños quisieron repetirla también en este país: testaferros como caballeros, lujos y propiedades, en señal de extensión de su reino, contactos políticos y económicos para mostrar su poderío e influencia.
De ahí que Camelot, el hotel del narco, era más que cinco paredes. Era un simbolismo del poder que en su momento tuvieron Los Cachiros, los Valle Valle u otros cárteles de la droga aún por descubrir y desarticular seguramente en el país.
La “Operación Aguán” y otras tantas efectuadas por las autoridades hondureñas con nombres tan rimbombantes, como la riqueza que a su paso descubren, es un indicativo que en la batalla irán cayendo los caballeros de Camelot, en el reino de los narcos.
Ninrod Eliel Sierra Orellana, el presunto testaferro de Los Cachiros, quien estuvo en la cárcel pero recobró su libertad, según los lugareños de Colón, es quizá uno de los 45 caballeros de honor que de acuerdo a la leyenda tuvo el imperio de Los Cachiros y su Camelot.
Pero otros imperios se irán descubriendo, otros caballeros que hacen de testaferros seguirán surgiendo, y otros barones de la droga también irán surgiendo en la lógica que domina al mundo del narcotráfico: sale uno y entra otro.
La pacífica zona del Aguán, en los territorios dominados por Los Cachiros, empezó a dejar de serlo y ahora unas 20 bandas locales se disputan lo que queda del imperio; igual ocurre en el occidente donde el reino de los Valle Valle también fue fuertemente desarticulado.
Camelot se tambalea y los caballeros del narco parece que también, aunque la mesa redonda que caracterizó a la leyenda del mago Merlín, no está del todo desarticulada.