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Brasil, un país polarizado en medio de una grave crisis política

Sao Paulo – La grave crisis política y económica que azota a Brasil ha abierto una gran brecha en las calles del país que divide a los simpatizantes y detractores de la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva, ahora convertido en ministro.

El cordón policial creado en frente del palacio presidencial de Planalto, en Brasilia, para separar a los defensores del Partido de los Trabajadores (PT) y a los opositores del Gobierno fue un reflejo más de la polarización política que vive Brasil.

La tensión entre los partidarios y contrarios del Ejecutivo se intensificó esta semana, cuando el Gobierno anunció el nombramiento de Lula como titular de la cartera de Presidencia, lo que convierte al expresidente en una suerte de «primer ministro».

La designación de Lula, confirmada el miércoles, sacó de casa a centenas de personas en diferentes partes de Brasil indignadas con el regreso a la política del ex jefe de Estado, blanco de dos investigaciones y contra quien pesa un pedido formal de prisión preventiva.

«Fuera Dilma y llévate al PT detrás», «Que lo sepas PT, vas a joderte» y «Lula en la cárcel» son algunas de las frases que se pudieron leer este jueves en una manifestación realizada en Sao Paulo para protestar contra la toma de posesión de Lula.

La disparidad social se trasladó hasta las redes sociales, donde los brasileños arrojan con intensidad sus posiciones políticas en medio de un debate que se incendia a medida que se sobreponen los acontecimientos.

Internet también es el escenario virtual en el que desde hace días se propagan sin cesar las convocatorias de actos a favor y en contra del Gobierno y en los que se ha colado la figura del juez Sergio Moro, responsable de la investigación del escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras.

El nombre de Moro ganó todavía más fuerza este miércoles, después de que el magistrado autorizara la publicación de unas escuchas telefónicas de Lula, que generaron la sospecha que de Rousseff designó a su padrino como ministro para demorar el proceso jurídico contra el expresidente.

Moro ha sido tildado de «héroe nacional» en las protestas contrarias al Gobierno, pero es blanco de críticas por parte de algunos sectores de izquierda y de la propia Rousseff, que expresó su «repudio total e integral» a la divulgación de las escuchas telefónicas.

La crispación política ha contado con episodios de violencia, como el que el pasado 4 de marzo protagonizaron defensores y críticos de Lula a las puertas de su casa, horas después de que el expresidente fuera llevado por la policía a declarar.

Blindado por el PT, los partidarios del ex jefe de Estado han convocado una concentración para este viernes, un acto con el que quieren responder a las manifestaciones que el domingo movilizaron a 3,6 de personas descontentos con Rousseff, con Lula y la corrupción.

Mientras las protestas se repiten en el país, Brasil continúa asomándose al precipicio político, un escenario que cada día parece ganar un capítulo más rocambolesco.

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