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Brasil declara la guerra al celular en las aulas

Por: Gabriel E. Levy B. – www.galevy.com

Una polémica decisión sacude el sistema educativo en Brasil: la prohibición del uso de celulares en las aulas.

El país, que enfrenta graves retos educativos, busca recuperar la atención de los estudiantes en medio de una era dominada por pantallas.

Mientras algunos celebran la medida como un paso necesario para frenar las distracciones digitales, otros critican lo que consideran un enfoque simplista que no aborda los problemas de fondo.

En este debate, Brasil se convierte en el primer país de América Latina en regular los teléfonos a nivel nacional.

“El aula ya no pertenece al maestro, pertenece al teléfono”

Desde hace años, los teléfonos celulares se convirtieron en protagonistas silenciosos —pero poderosos— dentro de las aulas.

La mayoría de los estudiantes los llevan consigo, con el pretexto de usarlos como herramientas educativas o como dispositivos de seguridad. Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Stanford, los dispositivos móviles generan distracciones constantes: en promedio, los estudiantes revisan su celular al menos 85 veces durante un día escolar.

En países como Francia, esta discusión tomó fuerza desde 2018, cuando prohibieron el uso de celulares en las escuelas para alumnos menores de 15 años.

Ese modelo inspiró a Brasil, un país que enfrenta graves problemas educativos, como altas tasas de deserción escolar y niveles alarmantes de analfabetismo funcional.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (INEP), solo el 9 % de los estudiantes brasileños concluyen la escuela secundaria con competencias plenas en matemáticas y lectura.

El Ministerio de Educación de Brasil justificó esta medida citando investigaciones internacionales que demuestran cómo las distracciones tecnológicas afectan el rendimiento académico y el bienestar emocional.

Autores como Nicholas Carr, en su obra Superficiales, argumentan que el uso excesivo de tecnología digital no solo erosiona nuestra capacidad de concentración, sino que también limita el pensamiento profundo. Este diagnóstico encuentra eco en la realidad brasileña, donde los celulares dejaron de ser herramientas y pasaron a convertirse en obstáculos.

La Civilización de la Memoria de Pez

En La civilización de la memoria de pez, el experto psicólogo, Bruno Patino explora cómo la hiperconectividad y el uso excesivo de dispositivos móviles han reducido nuestra capacidad de atención a apenas nueve segundos, una cifra que nos equipara con la memoria de un pez dorado.

Esta “crisis de concentración colectiva”, como él la denomina, tiene un impacto directo en las aulas, donde los estudiantes encuentran cada vez más difícil mantener el foco en sus estudios.

La reciente prohibición de celulares en las escuelas de Brasil parece alinearse con las reflexiones de Patino, destacando la urgente necesidad de recuperar espacios de atención sostenida en un mundo saturado de estímulos digitales.

Según el autor, esta no es solo una cuestión educativa, sino una batalla crucial para preservar nuestra capacidad de pensar de manera profunda en una sociedad amenazada por el automatismo tecnológico.

Entre la pedagogía y la distracción digital

El impacto de los celulares en el aula trasciende los límites de la educación. Jean Twenge, autora de iGen, señala que el uso incontrolado de dispositivos afecta la salud mental de los jóvenes, aumentando los índices de ansiedad y depresión.

En Brasil, donde el 20 % de los adolescentes ya presentan síntomas de trastornos emocionales, según datos de la Organización Panamericana de la Salud, la relación entre la tecnología y el deterioro psicológico es cada vez más evidente.

En paralelo, el sistema educativo brasileño carga con una crisis estructural que los celulares intensifican.

La mayoría de las escuelas públicas enfrenta carencias en infraestructura, falta de acceso a libros y materiales pedagógicos.

En ese contexto, los teléfonos emergen como una solución para suplir ciertas herramientas, pero también refuerzan desigualdades. Mientras algunos estudiantes acceden a dispositivos modernos con internet, otros solo poseen celulares básicos sin conexión.

Esta brecha tecnológica agrava las desigualdades sociales dentro del aula.

El debate se extiende al papel de los maestros. Una encuesta de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación en Brasil reveló que el 85 % de los docentes considera que los celulares dificultan el manejo del aula.

Sin embargo, también admiten que la prohibición por sí sola no resolverá los problemas educativos más profundos. “La tecnología debe integrarse, no prohibirse”, comentó Fernanda Moreira, profesora de historia en São Paulo, quien utiliza aplicaciones interactivas como complemento didáctico.

¿Qué muestran los casos internacionales?

La prohibición de celulares en las aulas no es un experimento exclusivamente brasileño. Francia, como se mencionó, implementó esta medida en 2018, y un análisis realizado por la OCDE destacó una mejora en la concentración de los estudiantes y una reducción en los conflictos disciplinarios.

Por otro lado, países como China han ido más lejos, limitando el tiempo de uso de dispositivos electrónicos en general y promoviendo aplicaciones educativas controladas.

En Reino Unido, algunas escuelas adoptaron políticas de “no tecnología” que incluyen talleres para enseñar a los estudiantes a gestionar sus propios hábitos digitales.

Esto llevó a una disminución en las distracciones y un aumento en el rendimiento académico en materias como matemáticas y ciencias, según un informe del Centre for Economic Performance.

En América Latina, sin embargo, la discusión es más reciente. Uruguay promovió la integración de tablets en las aulas a través del Plan Ceibal, aunque los resultados no han sido concluyentes en cuanto a su impacto en el aprendizaje.

Argentina, Colombia y México, aún no han legislado sobre el uso de celulares en el aula, dejando esta decisión en manos de cada institución.

Brasil parece apostar por una política radical para enfrentar el problema, pero algunos expertos temen que la prohibición pueda convertirse en una solución superficial si no se acompaña de programas educativos más amplios. “No se trata de demonizar la tecnología, sino de enseñar a usarla de forma responsable”, advierte Paulo Ramos, especialista en innovación educativa.

En conclusión, la decisión de Brasil de prohibir los celulares en las aulas podría ser un paso importante hacia la recuperación de la atención de los estudiantes y la mejora del ambiente escolar.

Sin embargo, el éxito de esta medida dependerá de cómo se implemente y de si se acompaña de reformas educativas más profundas. En un mundo cada vez más digital, enseñar a las nuevas generaciones a navegar entre la tecnología y el aprendizaje será un desafío central para la educación del siglo XXI.

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