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Bloque Chávez – Lula siguen con su modelo intervencionista, con la ayuda de España

Tegucigalpa – Tal como estaba previsto en el plan elaborado en Sudamérica para el retorno de Manuel Zelaya a Honduras, tras su ingreso clandestino se preparaba la segunda etapa que era aprovechar el foro que proporcionaba la asamblea general de las Naciones Unidas para convertirlo en el tema número uno del evento.
 

E intentaron hacerlo, pero su estrategia no resultó efectiva, en primer lugar porque no se produjeron dos puntos que ellos esperaban: no se produjo la masiva reacción popular a la llegada de Zelaya, ni tampoco existió la represión extendida e incluso el asalto a la embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde Zelaya es un «huésped» del mandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.


El elaborado plan de los gobernantes izquierdistas latinoamericanos se estrelló primero con la falta de adhesión que provoca Zelaya entre la población, ya que solamente unos cuantos miles de personas se abalanzaron a la sede diplomática brasileña, a pesar de los constantes llamados del ex gobernante a que se movilizaran a sus inmediaciones.


Zelaya vio que su supuesta popularidad solo se encuentra en la imaginación de sus asesores y acompañantes. Lo mismo creían Lula y su socio en la empresa “zelayista” el venezolano Hugo Chávez.


Al cumplirse cinco días de la llegada de Zelaya a Honduras y alojarse en la embajada, que de acuerdo al gobierno de Brasilia puede ser indefinida, está claro que el gobierno del presidente Roberto Micheletti no cometerá la torpeza política de ingresar a la residencia, a pesar de las provocaciones del Planalto e Itamaraty (sedes de la Presidncia y del ministerio de Relaciones Exteriores respectivamente).


Aunque los esfuerzos de Planalto (dondes despacha Lula) han sido grandes para orquestar una campaña internacional queriendo hacer ver al gobierno hondureño como responsable de Zelaya, cuando ellos son los únicos al albergarlo en su embajada y exigir el respeto a la inviolabilidad.

Orquestación
Visto el fracaso de la primera fase, no previsto en la alianza Chávez-Lula, se puso en marcha la segunda con la participación de todos los países miembros de la Alternativa Bolivariana de las Américas (Alba), liderados por Venezuela, sus aliados políticos como Lula y Bachelet de Chile y los socios comerciales de Chávez.

En ese sentido el jefe del palacio de Itamaraty, Celso Amorin, ordena el martes que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas conozca el llamado «caso de Honduras».

Y el miércoles la puesta en escena continuó con la petición de Lula da Silva a la asamblea general de la ONU de que se restituya a Zelaya en el poder.


Después se reúnen en Nueva York el canciller español, Miguel Ángel Moratinos, con sus pares sudamericanos, además del secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza y la ex canciller Patricia Radas, para decidir enviar una misión de cancilleres pro-Zelaya a Honduras.

La idea del grupo es desplazar al presidente costarricense Oscar Arias de la mediación y dejar únicamente a Insulza, que representa los intereses de los gobiernos izquierdistas de Sudamérica.


La idea, según sus planificadores, es aprovechar que Zelaya se encuentra en Honduras para propulsarlo a la restitución del poder.


En ese sentido los participantes deciden que los embajadores de sus países retornen a Honduras para continuar impulsando el proyecto de Chávez de imponer a Zelaya contra la voluntad del pueblo hondureño.


España es el país europeo que más ha mostrado su hostilidad hacia Honduras, al no solo buscar ahogarnos económicamente, sino humillar a su población al ordenar el regreso de os soldados que había reclamado para que maquillara su operación en Líbano.


Pero en la semana de la moda de la diplomacia internacional, la asamblea de las Naciones Unidas, está por concluir y los patrocinadores del regreso clandestino de Zelaya no lograron su objetivo.

Silencio de Obama
Ante la locuacidad de los chavistas y prochavistas, como la argentina Cristina Fernández, los dependientes económicos como Leonel Fernández de República Dominicana y otros, fue significativo el silencio que el presidente estadounidense Barack Obama mostró en la asamblea.


Obama no se refirió durante su intervención al «caso Honduras», lo que provocó la ira de Chávez que se quejó en una reunión con sindicalistas y luego el jueves cuando intervino ante la asamblea general.


Asimismo, se destacó que Panamá mostró públicamente su comprensión hacia Honduras y su mandatario Ricardo Martinelli pidió que el asunto Honduras fuese resuelto internamente por las fuerzas hondureñas en base al diálogo.

Consejo de Seguridad

Tras el fin de la asamblea, aunque continuarán unos discursos más el factor sorpresa concluyó, a Chávez y Lula solo les queda que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas conozca este vienes la presentación brasileña.

Los cinco países con derecho a veto tienen opciones de inclinarse por la dupla sudamericana. Francia está cortejando a Lula para venderle un lote de aviones Rafale, el cual ha sido incapaz de comercializar a nivel mundial y su único cliente son sus fuerzas militares, además su compañía petrolera Total tiene intereses en Venezuela.


China y Rusia son fuertes aliados de Chávez en la formación de uncartel anti Estados Unidos por el control de las materias primas mundiales. Brasil abastece a China de hierro, vital para la industria cerera china.

Gran Bretaña viene de salir de un escándalo cuando fue liberado uno de los responsables del atentado de Lockerbie, un avión de la desaparecioda Pan Am en el vuelo 103 fue abatido por una bomba falleciendo 270 personas, 259 en ela vión y 11 en tierra. Revelaciones de prensa señalaron que el libio preso fue liberado por «asuntos humanitarios», pero hay denuncias de intereses británicos con el negocio petrolero libio.


Estados Unidos es el quinto país con derecho a veto, hay que esperar hasta donde la administración Obama se ha unido a la alianza Chávez-Lula, deseosa de demostrar que no tiene ya esa vena «intervencionista» que caracterizó en el pasado a Washington en la región latinoamericana.


Pero como lo apuntaba correctamente el canciller Carlos López Contreras, el «caso Honduras» no representa ningún peligro a la paz y seguridad mundial, de ahí que no debe ser objeto de mayor discusión en el Consejo de Seguridad de la ONU, a menos que se busque contentar a Chávez.


Ojala que la administración estadounidense no insista en su política de apaciguamiento a Chávez, ya que podría transformarse en el Neville Chamberlian del siglo XXI.

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