Redacción Centroamérica – La casa donde vive Diógenes Cuervo está hecha de madera y zinc recolectados en un vertedero de Panamá. El piso es de cemento y un espacio entre el techo y las paredes sirve de ventana a toda la estructura, que cuenta con varios espacios. Esta panameña de 54 años es una de las millones de personas que engrosan la estadística del abultado déficit habitacional en Centroamérica y República Dominicana.
-En Honduras el déficit habitacional asciende a 1.6 millones de casas.
«Quisiera que el Gobierno me ayudara a mejorar esta casa que tenemos, una ayudita, porque ya estamos cansados de que cuando llueve, llueve más adentro que afuera, se nos moja la ropa, se nos empapa todo esto, hay una frialdad en la noche para poder dormir… Y ese es el problema aquí. ¡Cómo deseamos tener una buena casa para poder vivir mejor!», expresa a EFE la señora Diógenes.
En Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, los seis países de habla hispana del Sistema de la Integración Centroamericana (Sica), que también integra República Dominicana, el déficit supera los 7.7 millones de viviendas.
Así lo indican datos oficiales, de organismos regionales y de ONG globales recogidos por EFE, según los cuales al menos un 59 % de este déficit es cualitativo, es decir, viviendas precarias, en mal estado, que necesitan adecuaciones y acceso a servicios básicos, especialmente agua, y que en su inmensa mayoría son producto de la autoconstrucción.
El restante 41 % corresponde al llamado déficit cuantitativo, sobre aquellas familias que carecen de una vivienda.
«Es bien difícil la situación, es dura, porque el costo de una vivienda es caro y es poco lo que uno gana», comenta Alexi Vargas, un limpiabotas hondureño de 65 años que dice a EFE que gana unos 300 lempiras diarios (11,5 dólares) y que cree que comprar una casa es “casi imposible” en su país.
La informalidad y la pobreza empuja la autoconstrucción
La señora Diógenes y los dos jóvenes con los que comparte la casa, hijos de su amiga y vecina Deisy y quienes a su vez también tienen dos niños pequeños, nunca han tenido un trabajo formal. Viven del reciclaje, es decir, de recoger latas, hierro y otros restos que venden, y también de la pesca artesanal de camarones. Por eso, asegura esta panameña, «nunca» intentó siquiera pedir un crédito para acceder a una vivienda.
De esos trabajos «lo máximo» que se gana diariamente son «20 dólares: hay días buenos y hay días malos, hay veces que no comemos», relata sin olvidarse de dar «gracias a Dios» por el «arrocito» que aparece en la mesa.
Y es por todo esto que «tocó» hacer la casa. Tomó «casi un mes, porque nosotros íbamos todos los días a trabajar en el vertedero, bajábamos dos palos, tres palos, unas (láminas de) zinc, con los hijos de la señora Daisy y vecinos que nos ayudaban y nos daban la mano para poder construir nuestra casa».
La historia de la señora Diógenes se repite por miles en Centroamérica, donde abundan las barriadas pobres construidas por sus propios habitantes en terrenos baldíos o que han invadido.
«Cada año hay familias que levantan una vivienda y sencillamente la hacen en condiciones muy precarias y eso incide directamente sobre ese déficit cualitativo, porque no la hacen con manos expertas. La levantan como puedan, con el material que puedan», declara a EFE Cesarina Fabián, directora nacional de Hábitat para la Humanidad República Dominicana.
El déficit en cifras
En República Dominicana, el déficit habitacional supera los 1.4 millones de viviendas, siendo el 73 % correspondiente a déficit cualitativo y el 27 % cuantitativo. En Guatemala alcanza a unos 2.2 millones de familias, de las que 1.2 millones tienen una vivienda no adecuada (cualitativo) y un millón carece de una.
Por su parte en Honduras asciende a 1.6 millones de casas, de las cuales un millón corresponden a unidades nuevas (déficit cuantitativo) y 600,000 a las que requieren mejoras (cualitativo).
En El Salvador, el 82 % del déficit habitacional, cifrado en 1.3 millones de viviendas por el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible del Incae Business School, es cualitativo. También el déficit habitacional llega a 957,000 unidades en Nicaragua, a 145.000 en Costa Rica y a 118,383 en Panamá, donde el 69 % es cuantitativo, es decir, personas sin una vivienda, el 31 % cualitativo.
Políticas públicas insuficientes
Y es que la autoconstrucción es una cara de la pobreza y la exclusión que ahoga a millones en Centroamérica.
Los Estados intentan enfrentar el déficit con programas de vivienda social sustentados en subsidios y tasas preferenciales, unas políticas que sufren de «falta de priorización y continuidad», como dice a EFE el presidente de la Cámara Hondureña de la Industria de la Construcción (CHICO), Gustavo Boquín, al referirse al caso hondureño.
En Guatemala, programas como la ley de tasa preferencial como el fondo de primera vivienda registran un ritmo bajo de otorgamiento, dice a EFE Delorean Randich, director nacional de Hábitat para la Humanidad en ese país, y atribuye a que la realidad de pobreza e informalidad que afecta a la mayoría de las familias les impide cumplir con los requisitos establecidos. EFE
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