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Astrónomo advierte sobre el desconocimiento de la formación de la Luna

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El astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Javier Licandro ha asegurado a Efe que hay muchos misterios por resolver sobre la formación de la Luna, pues si bien se sabe casi con exactitud cuándo se formaron algunas zonas se desconoce casi todo acerca de otras regiones lunares.

La edad de algunas regiones de la Luna se sabe porque se ha recogido material, pero no se ha podido recorrer toda la superficie lunar, por lo que no se ha estudiado al completo.

Para datar la edad de las diversas regiones de la Luna lo más usual es utilizar la densidad de cráteres que hay por kilómetro cuadrado, de forma que cuántos más hay más vieja es la zona.

Por ello Javier Licandro afirma que, en realidad, hay “mucha tela por cortar” en torno a la formación y composición de la Luna, algo que es extrapolable al resto de cuerpos menores del sistema solar, que son todos los objetos que lo forman excepto el Sol, los planetas y los planetas enanos.

Para conocer la composición de la Luna es importante la observación tanto desde la Tierra como desde satélites espaciales, y también los eclipses de Luna, pues cuando éstos se producen hay variaciones térmicas muy rápidas en la superficie lunar, y los cambios dan información tanto de la composición como de la rugosidad.

Durante los eclipses lunares se observa la Luna o las regiones de interés en la Luna con cámaras que dan la temperatura y se ve cómo varía ésta con el paso de la sombra de la Tierra. Esa variación depende de la composición pero sobre todo de cómo está el material en los primeros milímetros de la superficie (si es un polvo fino o son pequeñas rocas, lo que se llama rugosidad).

Una de las formas de conocer la composición y características de un objeto celeste es estudiar sus propiedades térmicas, indicó Javier Licandro, quien destacó la importancia que tiene conocer los cuerpos menores del sistema solar para comprender tanto el origen como la evolución planetaria. El astrónomo señaló que los cuerpos se calientan por la luz solar y cómo la absorben y emiten depende de los materiales que lo conforman y de las rugosidades que haya en la superficie.

Así, si un cuerpo tiene muchos cráteres la luz solar que le llega rebota en el interior de los mismos y calienta el objeto antes de volver a emitirla al espacio, lo que implica que se calienta de manera diferente una superficie con muchos cráteres que una más lisa y esto hace que emitan radiación térmica de un modo que permite diferenciar un tipo de superficie del otro.

El conocimiento de las propiedades térmicas de los objetos celestes ha avanzado mucho durante los últimos años debido a la labor hecha desde telescopios espaciales como WISE, Herschel y Spitzer, con los que se han obtenido datos en el infrarrojo térmico de cientos de miles de los cuerpos menores del sistema solar.

Esa “explosión” de datos ha complicado los modelos de estudio, por lo que se está en el proceso de mejorar los modelos, declaró Javier Licandro. Así, ahora se empieza a introducir en los modelos el estudio de las concavidades, de los pozos que hay en la superficie de los objetos.

El astrónomo del IAC indicó que si bien se sabe que todos los objetos tienen fisuras y cráteres no es lo mismo si la luz entra en un pozo, en el que rebota y de ese modo calienta el objeto de forma distinta a como lo haría si la superficie fuese plana. EFE

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