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Así operan las redes del crimen en contra de los migrantes

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Tegucigalpa.- El Triángulo Norte de Centroamérica –Honduras, Guatemala y El Salvador — esta en disputa con México sobre quién tiene la responsabilidad de los secuestros y asesinatos de centroamericanos en México. En el pugilato, que por suerte, no pasa de ser verbal, hay dos contendientes en el cuadrilátero. “En esta esquina” tenemos a Alden Rivera, de Honduras, y en la otra esquina a Rubén Beltrán, de México”. Los dos contendientes están en la categoría de peso incompleto, porque en la reunión multinacional efectuada el 22 de enero, no estuvieron los Cancilleres de los países en pugna; optaron por dejar la cuestión en manos de sus vicecancilleres.
 

  • Espionaje e infiltraciones, nuevas estrategias de los “Coyotes”
  • México rumbo a la “afganización” y Guatemala “capturado” por “Los Zetas”

Al término de la cita este fin de semana, acordaron activar un grupo de “alto nivel” sobre seguridad con énfasis en las agresiones del crimen organizado a fin de proteger a los migrantes en su ruta en búsqueda del “sueño americano”.

Migración internacional: un fenómeno multicausal

Pero el pugilato previo que se dio entre los dos vicecancilleres de Honduras y México, se forma cuando en esencia, el mexicano dijo: que “los males – secuestros y asesinatos de centroamericanos— no vienen de México”. Y el hondureño contestó que “los crímenes ocurren en México”.

Cada uno destaca con lo dicho la causa que deja libre de responsabilidad al Gobierno que representan. Cuando en realidad, los secuestros y asesinatos de migrantes centroamericanos que están de tránsito en México hacia Estados Unidos tienen el concurso de varias causas y no solo de una. Es un hecho complejo, de alcance multicausal y multinacional, que exige la participación nacional, binacional, regional y conjunta de todos los países involucrados, desde la nación de origen que expulsa a su connacional hasta el país extranjero de destino que atrae al migrante con o sin la debida documentación. Todo este proceso esta motivado, básicamente, por condiciones sociales y económicas, tanto en el origen como en el destino.

Ninguno de las declaraciones de los vicecancilleres dice lo suficiente, para describir, explicar, entrarle de lleno y resolver el problema migratorio, partiendo de la condiciones de rechazo que provocan la salida del compatriota que se va. No aclara el panorama que enfrenta los migrantes centroamericanos cuando en ruta hacia Estados Unidos tienen que transitar por un país que no es de su origen. La declaración de ambos Vice-Cancilleres, tampoco permite sentar en la mesa de negociaciones a Estados Unidos, el lugar de destino ansiado no sólo por migrantes nicaragüenses, salvadoreños, guatemaltecos y hondureños, sino también por los migrantes mexicanos. Pues todos esos migrantes, donde quieran que se encuentren, habitualmente se mueven y establecen sin la protección de autoridades competentes, y por eso con frecuencia son víctimas de abusos y violaciones, hasta llegar a perder la vida en muchos casos. Al verse en su totalidad, el problema realmente comienza en el país de origen, al obligarlos a irse de la tierra donde nacieron por razones mayormente económicas. Y en el camino, se le van agregado nuevos problemas propios de los países en tránsito. Hasta llegar al pase de la frontera y lugar de destino, parte última del recorrido que también suma problemas particulares.

La cita de los vicecancilleres, como un paso para intentar abordar el problema, debió centrarse en el lado hondureño, de la información siguiente para dar mejor cuerpo a los acuerdos de buena fe suscritos.

México es, y por más de medio siglo ha sido, el país del continente americano que expulsa más de sus nacionales hacia Estados Unidos. Y como tal, tiene una larga y rica experiencia migratoria. Sabe, mejor que los países centroamericanos, cuáles son las causas y efectos internos y externos de la migración internacional. De los mexicanos tenemos mucho que aprender.

En el mundo cerca de 150 millones de personas migran, de las cuales nueve millones son de nacionalidad mexicana. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo), el flujo migratorio neto anual en México se multiplicó en más de 10 veces en los últimos 30 años, hasta alcanzar más de tres millones de personas en la década pasada.

La migración de personas entre México y Estados Unidos tiene más de cien años de recurrencia. Según fuentes autorizadas, a finales del Siglo XIX, quince años antes del comienzo del siglo XX, ya se percibía el fenómeno migratorio como un proceso masivo y sostenido, por lo menos en la región occidente del país.

Con los Estados Unidos, México comparte hoy una de las fronteras más largas (3,000 kilómetros) y dinámicas del mundo, siendo el punto Tijuana-San Diego, el más intensamente transitado del orbe, con más de 70 millones de cruces por año. A finales de la década pasada se registraron alrededor de 300 millones de cruces por año. Sólo en 1998 hubo 960 mil cruces diarios en la frontera México-EU, más que en ninguna otra frontera del mundo.

La Oficina del Censo de los Estados Unidos indica que en el 2009 había 48.5 millones de hispanos en su territorio – alrededor el 16% de la población total norteamericana- de los cuales el 66% son de origen mexicano. Mientras que la población total en Estados Unidos, de origen centroamericano –Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras- no supera los seis millones de habitantes, de los cuales no más de 1.2 millones son de origen hondureño.

Si a la población total de residentes en EU nacidos en México—unos 8.5 millones según el Consejo Nacional de Población de México– se suman los estadounidenses de origen mexicano, es posible estimar que en Estados Unidos haya casi 32 millones de personas que mantienen estrechos vínculos consanguíneos con la población de México.

Las zonas “sin Estado” mexicanas

México sigue siendo la principal fuente de emigración no autorizada hacia Estados Unidos, y por lo tanto, conoce en carne propia, lo qué significa un emigrado y lo que enfrenta cuando se establece en un país extranjero sin la debida documentación.

La inmigración indocumentada mexicana en Estados Unidos aumentó en el transcurso de la última década en un 42%, lo que la sigue colocando como la población más numerosa que permanece sin papeles en territorio norteamericano, viviendo a las sombras “de la ley” en un país “extraño”.

Según el informe del Departamento de Seguridad Interna/DHS de Estados Unidos, el total de la población indocumentada en el país hasta enero del 2009, alcanzaba los 10.8 millones de personas, de los cuales 6 millones 650 mil son de origen mexicano, o sea, el 62% del total.

En México hay numerosas zonas “sin Estado”, donde proliferan, sin control, la trata de personas, el tráfico de drogas, de armas y los grupos que secuestran, extorsionan y asesinan a los migrantes centroamericanos en tránsito. Todo ello ha conformado una amplia red organizativa ilegal, de índole mafiosa, con frentes operativos a lo largo y ancho del territorio mexicano y que “por estar ganando la guerra” se esta expandiendo hacia Centroamérica, Estados Unidos y Europa.

México está registrando un incipiente proceso de “Afganización” o de ausencia de Estado, en 982 bolsones territoriales, en donde los carteles del narcotráfico han desestabilizado o capturado gobiernos municipales, afirmó Edgardo Buscaglia, asesor de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en temas de crimen organizado.

En entrevista telefónica desde la frontera de Paquistán con Afganistán, donde realiza trabajo de campo, Buscaglia indicó que México todavía no ha llegado a la desestabilización del Gobierno federal, pero sí a la captura de los gobiernos municipales y en algunos casos de los gobiernos estatales.

En México, explicó el experto, se observan 982 bolsones territoriales de ingobernabilidad, similares a Afganistán, en donde no hay autoridad formal del Estado y la autoridad es el grupo criminal, o bien el Gobierno municipal trabaja o forma parte del grupo criminal.

“El proceso de ‘Afganización’, o sea de ausencia total del Estado en esas 982 zonas, se ha ido expandiendo a lo largo de los últimos tres años. En México, la trata de personas genera de 15,000 a 20,000 millones de dólares al año, sólo superado por el narcotráfico, dijo Southern Pulse, una red de información en Internet interesada en América Latina. «Y eso puede ser un estimado mesurado», según el fundador de dicha organización.

Carteles no solo distribuyen drogas

El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un instituto bipartidista sin ánimo de lucro de Washington, señaló en un informe reciente que los narcotraficantes han diversificado sus actividades combinándolas, en tendencia creciente, con el contrabando de personas y otras actividades ilegales. Según el informe, «los cárteles de la droga no se han limitado a vender narcóticos», sino que para aumentar sus ingresos, han incursionado en secuestros por rescate, extorsión, trata de personas y otros crímenes».

Algunos cárteles han llegado a depender más de la trata de personas. Para Los Zetas esa ha sido la mayor fuente de ingresos en los últimos años. Los Zetas son un grupo criminal, que surgió como un brazo armado del cártel del Golfo, y opera sobre todo en el noreste de México. Maneja de manera efectiva diversas modalidades de delincuencia organizada, al amparo de múltiples formas de corrupción. Al presente, se encuentran en un decidido proceso de expansión hacia Centroamérica.

Ya los Zetas se han extendido a Guatemala, En sólo tres años, “Los Zetas” lograron asentarse en gran parte de Guatemala y disputar al Cártel de Sinaloa el control de zonas estratégicas para el trasiego de armas, el tráfico de drogas y de personas, en alianza con organizaciones locales del narcotráfico, como “Los Lorenzana” y “Los Mendoza”.

Estudios e informes elaborados por el Centro Internacional Woodrow Wilson, por la consultora privada Stratfor que trabaja para el Gobierno de Estados Unidos y documentos de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) revelan que “Los Zetas” surgieron hace 10 años y se convirtieron en la organización criminal dominante en Guatemala, con una mayor actividad en Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz, Izabal, Zacapa y Petén, que son los departamentos (estados) más grandes del país y entre los más poblados junto con Guatemala, donde se asienta la capital del país. También se ha detectado una importante presencia de este grupo criminal en otras provincias, de lo que han dado cuenta las propias autoridades guatemaltecas. “Los Zetas” mantienen su poder a través de la violencia, ejecuciones y corrompiendo autoridades.

“Los Zetas” toman control en Guatemala

De acuerdo con un estudio del Woodrow Wilson Center, sobre el crimen organizado en Guatemala, existe un ejército de por lo menos 800 zetas mexicanos perfectamente armados, que operan en importantes zonas del país, donde han infiltrado a corporaciones policiales y patrocinado servicios públicos, empleando a pobladores de las localidades en sus negocios. Según el estudio de “Organizaciones del Narcotráfico en América Central: transportistas, cárteles mexicanos y maras”, elaborado por el Woodrow Wilson Center y el Instituto de Temas Transfronterizos de la Universidad de San Diego, California, 75% del territorio guatemalteco es controlado por “Los Zetas”, cuya fuerza y violencia detonó la alarma del presidente Álvaro Colom Caballeros quien el 19 de enero prorrogó otro mes el estado de sitio en el Departamento de Alta Verapaz, ubicado en el norte del país, debido a los buenos resultados obtenidos con la primera declaratoria, cuyo objetivo era expulsar del territorio a las organizaciones criminales, en concreto al cártel mexicano de ‘Los Zetas’. La DEA afirma que entre 250 y 300 toneladas de cocaína pura pasan por México hacia Estados Unidos, flujo que prácticamente dominan “Los Zetas”. La consultora Stratfor también admite que el poder de “Los Zetas”, y su creciente presencia, se evidencia no solo en México, sino también en Centro y Sudamérica, e incluso en Europa, donde continúa expandiendo sus operaciones

Esta expansión organizativa a través de carteles regionales y locales, ha incrementado el riesgo para los migrantes que atraviesan México para llegar a Estados Unidos, dijo la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. Una de sus investigaciones mostró que 9,758 migrantes fueron raptados desde septiembre de 2008 a febrero de 2009, casi 1,600 por mes. Realmente, nadie sabe con exactitud cuántas personas tratan de pasar cada año por México con el objetivo de llegar a Estados Unidos.

La organización de derechos humanos Amnistía Internacional estima la cifra en decenas de miles. Más de 90% de ellos son centroamericanos, sobre todo de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, según un Informe de Amnistía del 2010. Y la gran mayoría de estos migrantes, se dirige a Estados Unidos. «La travesía es una de las más peligrosas del mundo”. Cada año, miles de migrantes son secuestrados, amenazados o asaltados por miembros de bandas criminales», dijo el grupo de derechos humanos. «La extorsión y la violencia sexual son generalizadas y muchos migrantes desaparecen o son asesinados. Pocos de esos abusos son reportados y en la mayoría de los casos los responsables nunca son detenidos».

Un indicador de cuántas personas intentan el viaje puede ser encontrado en las estadísticas compiladas por el Servicio de Migración de México, que rastrea cuántos migrantes son detenidos y devueltos a sus países de origen cada año. Expertos señalan que esos sólo son los migrantes capturados, y que muchos –incluso la mayoría- no son detenidos. Sin embargo, la agencia mexicana dijo que detuvo a 64,061 migrantes el año pasado, 60,383 salvadoreños, guatemaltecos, hondureños y nicaragüenses. Alrededor de 20% eran mujeres y 8% eran menores de 18 años. Algunos menores de 10 años.

“Coyotes” se suman a la red de extorsión

La gran mayoría de los hondureños que emigran a Estados Unidos por tierra sin la debida documentación usan coyotes a lo largo de la ruta, pagando por ello entre 1,000 y 7,000 dólares por persona, dependiendo del tramo “protegido”, servicios prestados e “inconvenientes” al “cliente”. Los coyotes que operan en Honduras, en su gran mayoría, sólo llegan hasta Guatemala, y una vez allí, pasan los “pollos” –el migrante indocumentado– a otros coyotes. Y así, en cadena sucesiva el próximo coyote hace lo mismo hasta el punto cumbre: pase de frontera y llegada a territorio norteamericano. En esta larga ruta desde Honduras, que en promedio dura sin “inconvenientes” de cuatro a cinco semanas, los migrantes en tránsito, sobre todo en México, se convierten en una rentable y apetecible mercancía, lista a ser negociada con autoridades corruptas (de aduana, migración, ejército, policía) quienes operan en contubernio y apoyo de miembros del crimen organizado (maras, carteles, narcotraficantes, etc.), extorsionistas y bandas independientes.

El espionaje y la infiltración se han convertido en las nuevas estrategias de los coyotes o polleros. Se dan al menos dos nuevas modalidades de explotación de migrantes en el sur de México. La primera corresponde a coyotes infiltrados en los flujos migratorios, quienes observan a migrantes y después los engañan con promesas de trabajo o transporte, para entregarlos finalmente a miembros del crimen organizado, por una suma de dinero, principalmente en dólares.

La segunda modalidad consiste en engañarlos como guías. Invitan a los migrantes a albergarse en hoteles o estancias durante 2 ó 3 días, donde les ofrecen comida, y después son “sorprendidos” por una célula del crimen organizado que los secuestra.

“Son las formas de engancharlos, de secuestrarlos, y ahí está abierta la hipótesis de la trata (de personas)”, según puntualiza Florenzo Rigoni, Director de la Casa del Migrane “Albergue Belen” en Tapachula, ciudad del sureño estado de Chiapas que colinda con Guatemala, quien descarta la idea de que sólo el cártel del narcotráfico Los Zetas sea el único el que está involucrado en esta amplia red criminal.

El último reporte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México sobre secuestro a migrantes señala que de enero a junio de 2010, más de 10,000 indocumentados fueron privados de su libertad, lo que equivale a 55 plagios diarios. El cruce fronterizo de El Ceibo, que divide a México de Guatemala y es la puerta de entrada a territorio nacional por Tabasco, es el punto clave de “Los Zetas” para el tráfico de cocaína vía terrestre. Desde ese lugar y a lo largo de 120 kilómetros de frontera, prácticamente sin vigilancia alguna, esa organización criminal mantiene operaciones para garantizar el paso y transporte de la droga por Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, proveniente de Colombia con destino a Estados Unidos.

Según reportajes que han aparecido en los diarios hondureños de circulación nacional, durante el 2010, miembros y reclutadores de los Zetas han sido detenidos en Honduras por autoridades de la Secretaría de Seguridad, supuestamente por estar operando ya en territorio hondureño. Los fiscales del Ministerio Público (MP) de Honduras le siguieron la pista a conocidos “coyotes”, quienes se presume ofrecieron informaciones a personas sospechosas de tener lazos con “Los Zetas”, que resultaron en la masacre de los 21 hondureños en Tamaulipas, México.

De los 25 mil migrantes secuestrados en México cada año, unos 10 mil serían hondureños, según el gobierno de Honduras y la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. Se tiene evidencia que los pedidos de rescate por migrante secuestrado van desde 100 hasta tres mil dólares, para lo cual se comunican con sus familiares en Honduras, en Estados Unidos, o combinan ambos hasta completar la suma exigida. Y utilizan empresas de envíos de remesas o instituciones financieras para recibir el dinero, donde de hecho hay información pertinente para hacer un rastreo de dichas operaciones ilícitas.

En caso de que los demandados no paguen el rescate, ello puede provocar de inmediato torturas físicas y psicológicas al secuestrado, herirlo, y abandonarlo en un sitio inhóspito para que muera por deshidratación u otras causas físicas, asesinarlo fríamente. Durante la travesía por México hay migrantes que han sido secuestrados y extorsionados más de una vez durante su travesía por Guatemala y México.

“Charter city” no pararán migración

Las rutas del ferrocarril que recorren el sureste de México y la Península de Yucatán, con sus dos centros de abordaje de migrantes en Tenosique, Tabasco e Ixtepec, Oaxaca, convergen en la localidad de Medías Aguas, en el municipio de Sayula, Veracruz. Desde este lugar los indocumentados viajarán al Distrito Federal para dirigirse al norte. Así las cosas, el tren se convierte en más que un vehículo, en un escenario donde se lucha denodadamente por la vida.

Los migrantes centroamericanos llaman “la bestia” o “el tren de la muerte”, a este ferrocarril que proveniente de Yucatán se dirige a Veracruz. Por extensión, el mismo nombre se le atribuye a la otra línea ferrocarrilera que viene de Chiapas a Oaxaca y de ahí a Veracruz. Y el mote con que lo han bautizado no es gratuito, con creces se lo ha ganado. Cada año son cientos de personas los que, debido a un descuido o accidente, son mutilados o muertos, al caer a las ruedas de la pesada mole de acero.

Antes de abordar el tren, los indocumentados se preparan mentalmente para no cometer un error que les pueda costar la vida. Buscan, de preferencia –siempre y cuando haya la oportunidad – aquellos furgones, plataformas o góndolas que les ofrezcan seguridad. Sin embargo, la mayoría de las veces tienen que subir a carros que resultan incómodos y peligrosos. Con frecuencia al mismo tren suben delincuentes que en la travesía asaltan a estos viajeros.

Entre los migrantes corren los consejos para subir al lomo de “la bestia”: “no te

duermas”, “lleva un lazo para que te amarres”, “tiéndete en el techo de los

furgones”, “viajen en grupo”, “no camines en los techos”.

Que la migración de hondureños hacia el exterior, mayormente hacia Estados Unidos es imparable, con tendencia a mantenerse más o menos igual en volumen a corto y mediano plazos. Por lo tanto, como expulsor de nacionales, hay que hacer un esfuerzo mixto en Honduras (gobierno, empresa privada y sociedad civil) de carácter binacional y multinacional (con naciones expulsoras y de transito de migrantes), regional (centroamericano, y con México) y de co-responsabilidad entre todas las naciones involucradas, incluyendo a Estados Unidos, para lograr internamente mayor crecimiento económico y externamente proteger y apoyar a los migrantes.

Para el ritmo anual de crecimiento económico y proyecciones que viene manteniendo Honduras, puede afirmarse que la emigración de hondureños hacia el exterior –estimada en unos 75,000 por año, con el 90% de ellos con destino hacia Estados Unidos– no se detendrá por lo menos en los próximos cinco años. Aún con los pronósticos más optimistas de crecimiento –muchos de ellos centrados en los Charter Cities (Ciudades Modelos) – no van a eliminar de inmediato o en el mediano plazo, las causas propias de Honduras que expulsan al hondureño más propenso a emigrar, quien ya tiene un familiar emigrado o más del 25% de la población total. Y en el “mientras tanto” se logre crecer por año – más del 6% — en forma sostenida –al menos una década– el sueño americano seguirá vigente, atrayendo a quien quiera irse al extranjero en esta nueva era migratoria, donde las redes de apoyo a hondureños empiezan a dar los demandados frutos de solidaridad y ayuda, demostrando con ello el carácter reproductivo de la migración, que tiende a recrearse en sí misma.

Hoy, para irse de Honduras no son ya tan decisivos los factores de expulsión que siguen y seguirán actuando en el país por años. Actualmente, la atracción – que es Estados Unidos—tiene un potente multiplicador agregado: las redes de apoyo, creadas por los mismos hondureños y otros centroamericanos emigrados, y que además, se encuentran reforzadas por las nuevas tecnologías de información y comunicación digital disponibles

Para encauzar el fenómeno migratorio internacional debidamente, hay que seguir una estrategia progresiva, empezando por la política nacional migratoria cada país, que Honduras ni siquiera tiene. De lo nacional ir a lo binacional, ir a lo regional, y en conjunto, negociar con México, como “primer Norte” de la corriente migratoria centroamericana; para finalmente, todo el bloque Sur, incluyendo México negociar ante Estados Unidos. Todos tenemos que reducir, y en lo posible, resolver —a mediano y largo plazo— las causas que internamente provocan la migración de nacionales. Que son razones económicas y en particular desempleo y subempleo—y al mismo tiempo, disminuir -a corto y mediano plazo— la brecha salarial que existe entre países –el salario mínimo de Estados Unidos es hoy quince veces el de Honduras– pues mientras ese diferencial no disminuya sustancialmente — la migración internacional de nacionales en países como Honduras no se detendrá..

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