El asesinato ocurrió en las inmediaciones de la escuela José Cecilio del Valle, en el céntrico barrio El Guanacaste, a escasas cuadras de la sede de la embajada de Brasil, donde se encuentra refugiado el ex presidente de Honduras Manuel Zelaya Rosales.
Los individuos se conducían en una moto color blanco y la otra de color azul.
Según elementos policiales en el lugar del hecho se encontraron varios casquillos de bala.
Gonzáles venía de dejar a sus hijos de un colegio cercano al sector de El Hatillo, en el sector norte de la capital hondureña. Era el mismo recorrido que hacía todos los días desde hace muchos años, según sus conocidos.
González no se hacía acompañar de guardaespaldas.
La fiscal de Derechos Humanos, Sandra Ponce, dijo en el sitio del asesinato que González andaba sin seguridad, como la mayoría de los funcionarios del Ministerio Público.
Walter Romero, jefe de homicidios de la Dirección General de Investigación Criminal (DGIC), informó de que a inmediaciones del Estadio Nacional -en un operación, la Policía capturó a varios individuos que se transportaban en motocicletas y que podrían estar vinculados con la muerte del general y el asalto a una cooperativa.
El director de la DGIC, general José Francisco Murillo López, lamentó la muerte de su compañero, a quien calificó como un hombre tenaz, que estaba empreñado en la lucha contra el narcotráfico.
Prueba de su lucha, dijo, “son los constantes hallazgos y decomisos de drogas durante este año, derribamiento de avionetas y la captura de algunas, hasta muertes inclusive en algunos casos”.
“Todo esto nos hace pensar de que ese duro golpe que la lucha contra el narcotráfico ha estado dando as los narcotraficantes, de repente es una reacción ante esto”, señaló el jefe policial.
Alfredo Landaverde, asesor de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico, lamentó que sea la muerte del general González la que de la campanada “para que nuestros pueblos y nuestros políticos crean que el crimen organizado es una amenaza letal, una amenaza a la seguridad del estado y a la vida de las personas”.
La audacia, la temeridad de los criminales ha llegado hasta el caso de casi aterrizar una avioneta del narcotráfico en medio de casas en un pueblo en Yoro, comentó.
Landaverde consideró que tras lo sucedido “el Estado de Honduras en su más alto nivel tiene que tomar una decisión frente al crimen organizado, pero no de palabrería, ya el crimen organizado demostró que puede matar al líder de la lucha contra el narcotráfico, así que ministros de Seguridad, militares, fiscales, jueces, no deben esperar a que haya otra demostración”.
“Lo que han demostrado es que pueden a cuadra y media del retén que cuida al dirigente político José Manuel Zelaya y a tres cuadras del cuartel general de la Policía Nacional, asesinaron al general González, es decir que han demostrado que son capaces de hacer eso y otros (…), lo que acaba de hacer el crimen organizado es demostrar a la fiscalía que se pueden tronar al fiscal también, exactamente es lo que ha demostrado el crimen organizado ahora en el Guanacaste, se pueden tronar a quien sea, desde líderes políticos a líderes de la seguridad del Estado”, señaló.
“Por eso digo que no se les puede enfrentar con bravuconadas, se necesita una decisión y trabajar unidos (…). Entonces no pueden seguir con cuentos y otras cosas (…), no nos olvidemos que el crimen organizado que está aquí es el mexicano y el colombiano, de metodología despiadada y dispuestos a todo”, advirtió Landaverde.
Entre las medidas a adoptar para enfrentar el flagelo dijo que se requiere una legislación especial para proteger las operaciones especiales a los que trabajan en el combate del narcotráfico.
